El presidente, Magín y la reforma

Nelson Encarnación

Líaz Domingo como nuevo ministro de Hacienda y Economía abrió de inmediato el canal de las especulaciones, en el sentido de que se trata de una señal del presidente de la República para retomar la reforma fiscal que naufragó a finales del pasado año.

Las conjeturas se fundamentan en el predicamento del flamante ministro sobre la necesidad imperiosa que tiene el país de emprender una reforma que permita al Estado captar más recursos fiscales para hacer frente a las necesidades sin continuar con el endeudamiento público.

El señor Díaz Domingo mantuvo en los últimos años una importante exposición mediática con su visión sobre lo que se debe hacer para aumentar la presión tributaria, reconocida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) como una de las más modestas de la región.

Ambos organismos multilaterales entienden que esto limita fuertemente la capacidad del Gobierno para grandes proyectos de infraestructura para el desarrollo.

Sin embargo, es bueno resaltar que, si bien el nuevo ministro ha sostenido su premisa de manera sistemática, lo que realmente pesa es la determinación del presidente Luis Abinader de no insistir en la reforma, luego que un amplio segmento del país se mostró en desacuerdo con el proyecto anterior.

El jefe del Estado ha sido reiterativo en que el retiro del proyecto anterior sepultó la posibilidad de la reforma, algo en lo que muchos dominicanos sensatos no están de acuerdo, pues es cierto que el pago de impuestos es un trago amargo, pero si la economía se desajusta no habrá trago ni amargo ni dulce.

En tal virtud, no importaría la clara visión que tenga el ministro, si no se dispone del cambio del criterio que ha sostenido el presidente, no solo aquel día cuando anunció el retiro del proyecto, sino reiterado en varias oportunidades posteriores.

Es evidente que el presidente se sintió algo frustrado en aquel momento, pues días antes había recalcado en Pedernales la necesidad de la reforma y la responsabilidad que tenía como gobernante de garantizar la sostenibilidad financiera de las políticas de su Gobierno, en especial el incremento de la inversión pública de capital.

El nombramiento de Magín Díaz, en definitiva, abre un amplísimo espectro donde las expectativas ocupan un espacio relevante.

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