El reconocimiento español
Miguel Reyes Sánchez
En 1855, durante el segundo gobierno del General Pedro Santana, se establecieron las relaciones diplomáticas con España.
Santana sustituyó a Buenaventura Báez de manera pacífica, asumiendo el 15 de febrero de 1853, a pesar del enfrentamiento que sostenían esos caudillos.
Santana, al asumir la presidencia, procuró una ofensiva diplomática en varios países europeos para establecer relaciones o mejorar las existentes.
Su Ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Abad Alfau y Bustamante, fue enviado a Francia para reafirmar las relaciones entre ambos gobiernos, porque habían sido expulsados dos franceses, acusados de espiar para Haití.
El 15 de noviembre, Manuel Delmonte recibió poderes para firmar como representante del gobierno dominicano, un tratado de amistad, comercio y navegación con Holanda junto al gobernador de Curazao, que actuaba en representación de La Haya.
Mientras, el 10 de diciembre de 1853, Matías Ramón Mella, fue enviado a Madrid como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en misión especial ante el Gobierno de España, con la encomienda de negociar algún medio eficaz que garantizara la seguridad de la isla.
El general Mella y Ángel Calderón de la Barca, Ministro de Estado español, mantuvieron una entrevista el 18 de febrero de 1854 y en ella el enviado de Santana propuso las dos opciones que su gobierno consideraba más convenientes: el protectorado o el reconocimiento de la independencia por parte de España.
Lo que en realidad se buscaba era el reconocimiento oficial de España de la naciente Republica Dominicana, ya que se movían en ese momento muchos intereses: franceses, ingleses, haitianos -que querían volver a invadir el país- y sobre todo los norteamericanos.
Estos últimos, negociaban reconocer la independencia dominicana, pero poniendo como condición el arrendamiento de una parte de la bahía de Samaná por tiempo indefinido, a cambio de una pequeña renta anual, con el objetivo de establecer allí un depósito de carbón para el abastecimiento de sus buques.
Los cónsules de Francia y Gran Bretaña, Pablo José Darasse y Robert Hernan Schomburgk, maniobraron tratando de impedir ese acuerdo con Estados Unidos, porque entendían que el tratado en sí mismo establecía un intento de control norteamericano al país. Lograron su cometido, cuando el Congreso Norteamericano rechazó el tratado en la votación efectuada el 5 de diciembre de 1854.
Aprovechando la coyuntura, el 14 de diciembre estos cónsules, trataron de poner condiciones al gobierno dominicano a cambio de la continuación de su actividad mediadora ante Faustin Soulouque, quien gobernaba Haití, lo cual fue rechazado por nota diplomática.
El 18 de febrero de 1855, Rafael María Baralt, Ministro plenipotenciario ante la Reina de España, en representación del país, y Claudio Antón de Luzuriaga, Ministro de Estado de España, firmaron en Madrid un Tratado de paz, amistad, comercio, navegación y extradición entre la República Dominicana y España, ratificado el 9 de mayo por Santana y el 2 de agosto por la Reina Isabel II, siendo canjeadas las ratificaciones el 19 de agosto en El Escorial. Como fruto del mismo, llega a Santo Domingo, en diciembre de 1855, el primer cónsul español, Antonio María Segovia.