El regalo del congresista
Carmen Imbert Brugal
Adriano Espaillat ha decidido que el orador que participará en la clausura de la séptima edición de «Dominicans on the Hill» es la persona arquetipo de la «Excelencia Dominicana”.
El martes 11 de febrero expectante estará la comunidad dominicana residente en EUA escuchando a uno de los fundadores de la nueva dominicanidad, avalada por el poderoso congresista dominico americano. Aquí en “La 42” pantallas gigantes reproducirán el acto.
Con incomprensible cautela ha sido recibida la información. Entre el miedo a las reacciones del elegido y temor a perder el favor de “el más influyente político de Manhattan”, el desatino se acalla. Solo se escuchan tenues rumores de desaprobación.
Parece que el proponente nunca ha hurgado en la cloaca digital que valida al orador y por eso no conoce los improperios cotidianos del exponente de la “excelencia dominicana”. Tampoco sabe de las amenazas de violación contra las mujeres que se atrevan a discutirle. Si lo hubiera hecho se espanta, aunque otra hipótesis es que aprueba el contenido violento, desafiante, procaz y por eso promueve a su gestor.
La importancia del senador convierte en pigmeo a quien se atreva a objetar sus designios. Pertenece a la casta de intocables y luce que se debe aplaudir la validación de un nuevo paradigma de la ya precaria dominicanidad.
Después de esta exaltación quedan atrás las monsergas oficiales para promover el respeto y cumplimiento de la ley. Todo es una pantomima para engañar a nadie.
Es más que el asombro que produjo Mantequilla cuando ofrecía una charla en un liceo, la reivindicación de El Alfa por un ex ministro de Interior o la inclusión del DJ Adonis en la campaña para motivar el ingreso a la PN.
Así es como pretende el congresista “enaltecer y empoderar a la comunidad dominicana”. A la gleba lo que merece, así jamás será insurrecta y solo se moverá cuando el youtuber, aliado del Gobierno y ahora enaltecido por el poderoso senador les diga que hacer.
Júpiter tonante, opulento, que no sabe de dioses por eso a nada teme. Su desafío a la ley es constante y cada día se fortalece porque está exento de sanción y le sobran las complacencias.
“En las sociedades modernas ya no emergen como líderes los individuos más afables y empáticos. Ahora es al revés, es la supervivencia del más desvergonzado”, afirma Rutger Bergman. Y agrega que los políticos tienen las características de los sociópatas: son incapaces de ruborizarse, sus errores no les preocupan.
Ahí está el legado del “representante de una estirpe negra, descendiente de Pedro Ignacio Espaillat y de Mario Fermín Cabral” -Edwin Espinal Hernández-. Así ve, desde lejos, la dominicanidad y por eso la ensalza y patrocina el nuevo procerato.
Es el reinado del alofokismo: ser como su creador o perecer. Procede ahora la invitación al Congreso de la República y a Palacio, aunque el rubor resbale por la alfombra cada vez que recuerden sus amenazas de violación y su auspicio a la insubordinación.
Ha triunfado la industria de lo incorrecto, hermoso calificativo para esconder acciones delincuenciales impunes.
Hoy