El secreto del secreto
J.C. Malone
El segundo gobierno del presidente Luis Abinader y su Partido Revolucionario Moderno (PRM) luce luctuoso, no celebratorio. Es como un mortuorio, donde todos guardan silencio reverente.
Conocemos la experiencia, murió un familiar, pero no lo decimos, porque mamá o la abuela podrían morir por el impacto de la noticia. Todos sabemos lo que pasa, pero nadie dice nada. Entramos en una etapa de negación, actuamos como si nada hubiese pasado, pretendiendo que nadie nunca lo sabrá.
Abinader cambió a mediados de diciembre, cuando el presidente colombiano, Gustavo Petro, reveló que el Gobierno Dominicano sabía que el famoso cargamento de cocaína llegó de Colombia.
El gobierno nos mintió descaradamente, diciendo que las casi 10 toneladas llegaron de Guatemala, ¿por qué mintió?
Evitando responder esa pregunta, Abinader suspendió su habitual rueda de prensa LA Semanal, y anunció un viaje familiar navideño a Estados Unidos.
Nadie lo vio salir, ni retornar, mis fuentes aseguran que permaneció en Juan Dolio.
“Al regresar”, Abinader fue a las Fuerzas Armadas, no hubo fotos, a enviar un mensaje agradeciendo que los militares mantuvieron el orden durante las Navidades. Son los policías, no los militares, quienes mantienen el orden público.
Abinader no emitió el tradicional saludo de Año Nuevo, ni asistió a la celebración del Día del Poder Judicial.
Abinader tiene motivos de preocupación, los gobiernos salidos del Foro Económico Mundial (FEM), como el suyo, colapsaron. Perdieron en Francia, Inglaterra, Alemania, Canadá y Estados Unidos.
Después que Petro habló, y se derrumbaron los gobiernos del FEM, parecería que el gobierno de Abinader colapsó.
Renuncian funcionarios, otros critican al presidente, otros están politiqueando, apandillados, irrespetan a Abinader, todos saben algo que no dicen.
Comparten un secreto que no revelan, pero sus actuaciones los delatan, la dinámica entre ellos, dirían Jean Baudrillard, “no es otra cosa que ese secreto del secreto”.
“Hoy quiero confesar”. El tele-evangelista Jimmy Swaggart era quien ponía prostitutas a practicar lesbianismo, y hacía tríos sexuales. Billy Graham tuvo otros escándalos; ambos eran “guías espirituales” de Nixon.
Listín Diario