El viaje que nunca fue y la “nutrida delegación” que nadie vio

En una de sus tradicionales entregas de “La Semanal”, el presidente Luis Abinader anunció con fanfarria —como quien anuncia que traerá el Mundial de Fútbol a Baní— que viajaría a Belém, Brasil, para participar en la COP30. Y no iría solo, no señor: lo acompañaría una «nutrida delegación» de expertos, funcionarios, y quizá hasta influencers verdes, para debatir sobre el cambio climático y cómo este afecta a países vulnerables como el nuestro.

Pero ocurrió lo insólito: el viaje quedó en el aire. Las maletas no se empacaron, la delegación no se presentó, y la COP30 avanzó sin el glamour dominicano. No hubo comunicado oficial explicando la no asistencia, ni siquiera una nota diplomática con la excusa habitual de “problemas de agenda”. Solo silencio. Un silencio tan espeso como el humo de los fuegos forestales que tanto nos preocupan.


De Belem a Punta Cana: el efecto dominó de las cumbres canceladas

Claro, hay quienes —con la voz baja y mirada esquiva— comparten confidencias desde el rincón del poder: lo que pasó en Belem tiene que ver con lo que no pasó en Punta Cana.

Recordemos: la Cumbre de las Américas, que se celebraría en la paradisíaca Punta Cana en diciembre, fue abruptamente pospuesta. ¿La razón oficial? “No existían las condiciones adecuadas para un diálogo constructivo y de consenso”. En otras palabras: nadie quería venir.

Y no querían venir porque el gobierno dominicano —por razones ideológicas o presiones internacionales— decidió excluir de la fiesta a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Entonces, como buenos compadres, México y Colombia armaron su propio piquete diplomático. Gustavo Petro fue el segundo en anunciar que no pondría un pie en Punta Cana mientras sus panas del ALBA no estuvieran invitados. Lula da Silva, desde Brasil, dejó caer por canales diplomáticos que tampoco contaran con él.


Si tú no vienes a la mía, yo no voy a la tuya

Y así, de golpe y porrazo, todo tomó un giro más humano y menos protocolar. Como en cualquier fiesta de barrio: si no viniste a mi cumpleaños, no esperes que yo vaya al tuyo.

¿Fue por eso que Abinader no fue a la COP30? Todo apunta a que sí. ¿Y por qué no estuvo en la Cumbre CELAC-UE celebrada en Santa Marta, Colombia? Pues, por la misma razón: reciprocidad diplomática disfrazada de silencio institucional.

Las ausencias dominicanas en dos de los eventos multilaterales más relevantes del año han sido cuidadosamente ocultadas bajo la alfombra por la Cancillería. No hay comunicados, no hay declaraciones, no hay voceros. Pero los hechos están ahí, tozudos como siempre.


Santa Marta, Petro y el boicot europeo

La otra pieza del rompecabezas es la Cumbre CELAC-Unión Europea en Santa Marta, la joya diplomática de Colombia que terminó como reunión de egresados de un club de izquierda. De los más de 50 jefes de Estado esperados, solo llegaron seis. Cinco latinoamericanos y el español Pedro Sánchez. El resto, ni siquiera mandó excusas.

¿Qué pasó? Hay quienes aseguran que alguien, desde el norte del continente, hizo algunas llamadas. Porque confrontar a Washington —o más específicamente, a Donald Trump y su órbita— sale caro. Gustavo Petro lo aprendió por las malas. Y el evento en Santa Marta terminó siendo un salón semivacío con grandes expectativas y pocas sillas ocupadas.


¿Una línea marcada por Washington? ¿O desquite criollo con acento diplomático?

Las preguntas, como el rocío matutino, flotan en el ambiente: ¿Está República Dominicana siguiendo una línea política trazada desde Washington? ¿O simplemente se cansó de poner la mesa para que otros escupan el vino?

Lo que sí parece claro es que las ausencias dominicanas no son accidentes, sino respuestas calculadas. En política internacional, los gestos pesan más que los discursos. Y el gobierno dominicano ha preferido hacer gestos silenciosos pero contundentes. Como quien le da «unfollow» sin decirlo.

Tal vez la Cancillería está jugando al ajedrez con una estrategia que no entendemos, o tal vez simplemente están reaccionando como cualquier hijo de vecino que guarda su dignidad con un: “ah, no viniste… pues yo tampoco”.

En todo caso, mientras las cumbres internacionales se vacían y los líderes se cruzan indirectas a través de sus agendas de viajes, el cambio climático sigue ahí, subiendo el mar y secando los ríos. Pero bueno, ya tendremos otra cumbre para anunciar otra delegación “nutrida” que, con suerte, esta vez sí llegue a destino.

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