Elon Musk es un riesgo para la seguridad nacional de EE. UU.

Por Russel L. Honoré

The New York Times

El teniente general Honoré se retiró del ejército estadounidense en 2008.

Es un buen momento para plantear la pregunta: ¿Elon Musk es un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos?

Al parecer, según numerosas entrevistas y comentarios, Vivek Ramaswamy —quien dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental junto con Musk— en algún momento pensó que lo era. En mayo de 2023, Ramaswamy llegó a afirmar públicamente: “No tengo motivos para pensar que Elon no saltará como un mono de circo cuando Xi Jinping lo llame en su hora de la necesidad”, en referencia al líder de China. En otra publicación de X, dirigida a Musk, escribió: “EE. UU. necesita líderes que no estén en el bolsillo de China”.

Desde entonces, Ramaswamy se ha retractado de sus numerosas críticas públicas a Musk, pero tenía razón al expresar su preocupación. Según reportes de prensa, Musk y su empresa de cohetes, SpaceX, están siendo objeto de revisiones federales por parte de las Fuerza Aérea, la oficina del inspector general del Departamento de Defensa y el subsecretario de Defensa para Inteligencia y Seguridad por no facilitar detalles de las reuniones de Musk con dirigentes extranjeros y otras posibles violaciones a las normas de seguridad nacional.

Estas supuestas violaciones son tan solo el principio de mis preocupaciones. Los negocios de Musk dependen en gran medida de China. Pidió prestados al menos 1400 millones de dólares a bancos controlados por el gobierno chino para ayudar a construir la gigafábrica de Tesla en Shanghái, que fue responsable de más de la mitad de las entregas mundiales de Tesla en el tercer trimestre de 2024.

China no suele regalar cosas. Las leyes del país estipulan que el Partido Comunista puede exigir información a cualquier empresa que haga negocios en China, a cambio de su participación en los mercados del país.

Esto significa que los negocios de Musk en China podrían obligarlo a proporcionar información clasificada sensible obtenida a través de sus intereses empresariales o de su proximidad al presidente electo Donald Trump. Ninguna agencia federal lo ha acusado de revelar este tipo de material, pero, como dijo Ramaswamy, China ha reconocido que las empresas estadounidenses son volubles. Y añadió: “Si Xi Jinping dice ‘salten’, ellos dirán: ‘¿Qué tan alto?”.

La relación de Musk con los dirigentes chinos podría resultar un problema para la seguridad nacional estadounidense, dado que SpaceX tiene casi el monopolio de los lanzamientos de cohetes de Estados Unidos. Estados Unidos está inmerso en una intensa carrera espacial con China. En una entrevista de mayo, el general de división Gregory Gagnon, jefe adjunto de operaciones espaciales para inteligencia de la Fuerza Espacial estadounidense, dijo que nunca ha habido un desarrollo comparable a lo que los chinos están intentando en el espacio —ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial— y que “un adversario que se arma tan rápido es profundamente preocupante”. Lo último que necesita Estados Unidos es que China cuente potencialmente con una forma más fácil de obtener información clasificada de inteligencia y seguridad nacional.

Musk ya tiene un historial de complacer al Partido Comunista chino. Se deshizo en elogios hacia Xi para conmemorar el centenario del partido. En 2022, ganándose el agradecimiento de los funcionarios chinos, defendió al partido argumentando que Taiwán debería convertirse en una región administrativa especial de China.

En mayo de 2023, Musk supuestamente dijo a Qin Gang, entonces ministro de Asuntos Exteriores chino, que Tesla se oponía a que Estados Unidos se desvinculara de China, afirmando que los intereses estadounidenses y chinos están “entrelazados como hermanos siameses”.

Aunque asegura ser un defensor de la libertad de expresión, Musk fue el primer extranjero que contribuyó con un artículo a China Cyberspace, una revista dirigida por la agencia de censura de internet del régimen comunista.

Chris Stewart, excongresista republicano y miembro de alto rango del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, a quien supuestamente Trump pensaba proponer como director de inteligencia nacional, en una ocasión presionó para que se celebraran reuniones informativas a puerta cerrada sobre los vínculos de Musk con China. La elección de Trump para secretario de Estado, el senador Marco Rubio, quien anteriormente acusó a Tesla de encubrir al Partido Comunista chino, presentó un proyecto de ley para impedir que la NASA y otras agencias federales concedieran contratos a empresas vinculadas a China o Rusia.

La cuestión ahora es si el gobierno entrante de Trump se tomará en serio este riesgo.

Musk es uno de los principales asesores de Trump. Es posible que Trump haya llegado al punto de rechazar una medida presupuestaria bipartidista del Congreso porque no tenía el sello de aprobación de Musk. En noviembre, tras su elección, Trump viajó a Texas para ver el lanzamiento del Starship de Musk. Eso está bien, pero no hacer nada para garantizar que el aparato espacial estadounidense siga estando a salvo de posibles vulnerabilidades no lo estaría.

Las preocupaciones Musk-China podrían ser solo el principio. En una carta enviada en noviembre al fiscal general Merrick Garland y al inspector general del Pentágono, dos senadores demócratas pidieron que investigaran la “fiabilidad de Musk como contratista del gobierno y titular de una autorización de seguridad” debido a sus supuestas conversaciones con Vladimir Putin y otros funcionarios rusos. En otra carta, los senadores pidieron al secretario de las Fuerzas Aéreas, Frank Kendall, que reconsiderara el “papel desproporcionado” de SpaceX en la integración espacial comercial de Estados Unidos. Kendall respondió que, aunque tenía prohibido legalmente hablar del caso de Musk, compartía sus preocupaciones.

Si las investigaciones federales revelan conexiones profundas con China y Rusia, el gobierno federal debería considerar la revocación de la autorización de seguridad de Musk. Ya debería estar pensando en utilizar alternativas a los servicios de lanzamiento de SpaceX.

El hecho de que Musk haya gastado 250 millones de dólares para ayudar a reelegir a Trump no le da a la Casa Blanca entrante licencia para ignorar los riesgos que podría plantear para la seguridad nacional. Si Trump y las personas que ha nombrado van en serio con lo que dicen de ponerse duros con los adversarios de Estados Unidos, entonces tomarán cartas en este asunto sin demora. Hay demasiado en juego para ignorar lo que tienen delante.

El teniente general Russel L. Honoré dirigió la fuerza operativa Katrina tras la devastación de Nueva Orleans y, después de retirarse del ejército, dirigió una revisión de la seguridad del Capitolio de EE. UU. tras la insurrección.

The New York Times

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