En estados indecisos, Harris presume respaldo de republicanos y Trump recurre a retórica incendiaria
CHARLOTTE, Carolina del Norte, EE.UU. 13 septiembre — La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump intensificaron sus respectivas campañas el jueves con estrategias radicalmente distintas, buscando atraer a votantes de estados indecisos que podrían ser decisivos en la contienda electoral de Estados Unidos.
En Carolina del Norte, la candidata demócrata Harris aprovechó sus mítines en Charlotte y Greensboro para pregonar el apoyo de algunos republicanos que han decidido respaldarla. También prometió proteger el acceso a la atención sanitaria y al aborto, al tiempo que deleitaba a su público con festejos por su desempeño el martes en el debate contra Trump, haciendo referencias sarcásticas al candidato republicano y vitoreando la campaña de ella y al país.
“Nos estamos divirtiendo, ¿verdad?” preguntó Harris sonriente, mientras la bulliciosa multitud coreaba: “¡USA! ¡USA! USA!”
En el estado fronterizo de Arizona, Trump lanzó su propuesta de otorgar una exención fiscal a todos los salarios devengados por horas extras, sumándola a sus anteriores propuestas de no gravar las propinas ni los ingresos que proporciona el Seguro Social. Pero el expresidente incluyó esas propuestas —junto con una vaga promesa de reducir el costo de la vivienda— en un discurso emotivo marcado por su retórica más incendiaria sobre la inmigración y los propios inmigrantes, insultos a Harris y a otros, y una caracterización oscura y exagerada de una nación que Trump insistió está en caída libre, algo que sólo él puede revertir.
“Estaba enojado durante el debate”, dijo Trump, burlándose de la descripción que los comentaristas hicieron de su desempeño el martes. “Y sí, estoy enojado”, dijo, porque “todo está terrible” desde que Harris y el presidente Joe Biden están “destruyendo nuestro país”. Mientras repetía la palabra “enojado”, la multitud de simpatizantes en Tucson respondía con sus propias exclamaciones de: “¡USA! ¡USA! USA!”
Las visiones y narrativas contrapuestas subrayaron las marcadas diferencias a las que se enfrentan los votantes en los estados disputados que decidirán el resultado. Harris está lanzando una amplia red, apoyándose en la diversa coalición demócrata y con la esperanza de sumar a su causa a los republicanos moderados e incluso a los conservadores que se sienten rechazados por el expresidente. Aunque Trump busca cortejar a una amplia coalición de clase trabajadora con sus propuestas fiscales, está ahondando en argumentos sobre el país —y sus opositores políticos— dirigidos más directamente a sus simpatizantes más apasionados.
Eso podría marcar la pauta para la recta final de la campaña electoral luego de que Trump se negara a participar en otro debate. Ese podría haber sido otro momento clave en un año lleno de acontecimientos dramáticos como la condena penal de Trump por un jurado de Nueva York, el que Trump haya sobrevivido a un intento de asesinato, el fin de la candidatura de Biden a la reelección ante cuestionamientos sobre su edad y la consolidación del apoyo demócrata en torno a Harris, quien se convirtió en la primera mujer no blanca en encabezar la candidatura de un partido mayoritario.
“No habrá un tercer debate”, sentenció Trump el jueves —en el total incluyó su enfrentamiento contra Biden en junio—, e insistió en que había ganado su único encuentro con Harris el martes en Filadelfia.
Tras el debate quedó claro que la lucha de los dos candidatos por los 270 votos del Colegio Electoral será sumamente reñida y que la campaña ya se ha concentrado en siete estados indecisos: Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.
El itinerario de Harris el jueves la ubicó en un estado que Trump ganó dos veces, la última de ellas por un margen de 1,3 puntos porcentuales en 2020, su victoria más estrecha en el estado. Por otra parte, en Arizona Trump sufrió una de sus derrotas más estrechas hace cuatro años. Ganó el estado en 2016.
AP