Entrada de Sammy Sosa al Salón de la Fama de los Cubs: un mensaje a Cooperstown

Chicago, 9 sept. – Sammy Sosa es, finalmente, un inmortal de la historia de los Chicago Cubs. Tras dos décadas de uno de los divorcios deportivos más significativos en la historia del equipo, una de sus figuras más recordadas ha encontrado su lugar justo en el Salón de la Fama de la franquicia.

Su ingreso a la inmortalidad con los Cubs ocurre justo cuando se debate si las cláusulas de moralidad deben influir en la valoración de una carrera para el Salón de la Fama de Cooperstown.

Para muchos, este reconocimiento dentro de su equipo representa una clara señal de que Sosa —quien nunca logró acceder al Cooperstown durante sus diez años en la boleta de votaciones— tiene una oportunidad real ante el comité de veteranos de la Era Contemporánea que se reunirá en diciembre

Sin embargo, la realidad es más compleja, y nada garantiza que su ingreso al Salón de la Fama de los Cubs ayude efectivamente a su candidatura en Cooperstown. Lo que sí simboliza es un mensaje poderoso sobre cómo el béisbol debe valorar a sus figuras históricas.

El Salón de la Fama de los Cubs, con cerca de 150 años de historia y apenas 90 miembros, ha enviado un mensaje claro: la institución cree que la contribución de un jugador a su historia puede tener un peso equitativo frente a cuestiones éticas del pasado.

No se trata de justificar el uso de sustancias prohibidas, sino de reconocer que lo que fue moralmente cuestionable, si no estaba explícitamente prohibido por las reglas de la MLB en su momento, resulta difícil de usar como criterio decisivo para negar un paso hacia la inmortalidad deportiva. La misión del Salón de la Fama debería preservar y celebrar la historia, incluso cuando esta está marcada por controversias.

Sosa, por muchos años considerado –incluso por él mismo– como “enemigo público número uno” de los Cubs, ha sido reintegrado de manera plena, lo que invita a los votantes del Salón de la Fama y los comités de veteranos a evaluar con contexto justo. Su impacto en la historia del juego es tan legítimo como lo es su controversia moral.

Otros jugadores vinculados a la llamada Era de los Esteroides han vivido situaciones similares de reintegración histórica: Mark McGwire admite su uso de sustancias y ha trabajado en años recientes con los St. Louis Cardinals; Barry Bonds, a pesar de su estigma, ha sido reincorporado al entorno de los San Francisco Giants. Ninguno de ellos ha entrado en Cooperstown, pero sus equipos sí han valorado su legado efectivamente.

La reconciliación de los Cubs con Sosa —quien en declaraciones recientes confesó que “el momento fue el indicado” para regresar y que la afición lo recibió con apoyo masivo— debe motivar una reflexión en Cooperstown: el valor histórico de los jugadores, aun con imperfecciones, merece ser ponderado. Los Cubs han enviado su mensaje. ¿Será recibido en Cooperstown? Esa es la pregunta que queda en el aire.

Fuente ESPN

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