Época de Carnaval Electoral Dominicano
Sergio Sarita Valdez
Tiempo, lugar y persona son tres variables a tomar en cuenta en un sinnúmero de situaciones de la vida social, económica, sanitaria, ecológica, política, e individual. A pocos sorprende que cuando visitamos a un especialista de la mente una de las primeras interrogantes es si podemos establecer la fecha en la que se incluye la hora, el día, mes y año. De igual manera se nos cuestiona acerca del sitio donde estamos ubicados, así como nuestra residencia y domicilio. Nunca falta la pregunta sobre nuestro nombre y apellidos como parte del cuestionamiento de entrada. Importa conocer la estación del año en que estamos, saber los períodos de siembra y cosecha en la agricultura, amén de las temporadas deportivas.
Resulta de mucho beneficio tener presente los espacios de campañas políticas para ser capaz de establecer cuándo una oferta o propuesta tiene raíces electoreras, o si se trata de planes serios e importantes que van más allá de una simple promesa de un candidato a un puesto electivo. Los temas noticiosos tienden a estar sesgados debido a la presión ejercida por los poderes de las figuras más prominentes en el tablero de las distintas propuestas de campaña para la captación de potenciales votantes. Las ofertas mágicas de soluciones inmediatas a graves problemas sociales crónicas son el pan nuestro de cada día en las repetidas estrofas que entonan los variopintos candidatos.
Los diarios matutinos escritos, televisivos, radiales, electrónicos, redes sociales y demás presentes en el ambiente dominicano están sazonados con ingredientes típicos de la proximidad de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales a la que está abocada la sociedad dominicana. Renace la ilusión y se abren los espacios para las decenas de miles de ofertas al por mayor y detalle. Lo interesante es que, dependiendo del escalafón individual, las necesidades materiales y las ambiciones particulares de la clientela incauta popular, tendrá el dirigente político su talega mágica cargada de virtuales regalos y compromisos ubicados en el invisible futuro. Así como el visitador a médico entrega las llamadas muestras gratis a los galenos como recordatorio para que escriban costosas recetas para sus pacientes, el político hace amagos de entrega de soluciones para enamorar al votante con la intención de que el día de las votaciones marque la boleta a su favor. Es como un juego de dioses de la mitología griega en el que el aspirante ensancha su imaginación y falso poderío para hacer creer que de resultar electo resolverá cuantos problemas se le planteen.
Lo chistoso de todo es la componenda social, todos nos confabulamos para cual si fuésemos niños preescolares nos entregamos al juego infantil. Y pensar en lo nebulosa de la situación internacional: guerra en Europa, reducción de los fondos sociales asistenciales estadounidenses, inflación, desempleo, alto costo de las medicinas y de manejo de enfermedades catastróficas.
Sin embargo, más allá de estos presagios apocalípticos el pueblo dominicano de tanto tropezar aprenderá a levantar los pies, y dejará de llevarse por cantos de sirenas, o creer en cuentos de camino. De nuevo la sombra de Duarte se transforma en un faro luminoso que alumbra la senda que nos conduzca a la Patria soñada. Para ese entonces ya no habrán carnavales electorales, sino jornadas cívicas en las que sabremos elegir a nuestros más dignos representantes.
Fuente Hoy