Expertos coinciden que economía china necesita los equilibrios con Occidente
Madrid, 20 mar (EFE).- La economía china necesita mantener los equilibrios con el mundo occidental pese a su alianza con Rusia, a la que no ha condenado por la invasión de Ucrania, porque echarse en los brazos de los vecinos del norte supone arriesgarse a sanciones y cerrarse los mercados más importantes del mundo.
Analistas consultados por Efe consideran que China deberá situarse con claridad en el lado de sus principales socios comerciales porque los problemas de su economía -crisis en el inmobiliario, bajo crecimiento y dudas sobre la credibilidad de sus activos, entre otros,- le obligan a fortalecer las relaciones con los países de la Unión Europea y con Estados Unidos.
China ha criticado en repetidas ocasiones las sanciones políticas, económicas y financieras sobre Rusia que, según el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, «no tienen base en el derecho internacional», pero quiere evitar que esta posición impacte en su economía y en las relaciones con los países más avanzados del mundo.
Estos movimientos jugando a la neutralidad han irritado al Gobierno de Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, advirtió este viernes a su homólogo chino, Xi Jinping, de las «implicaciones y consecuencias» para China si ofrece «apoyo material» a Rusia en medio de su «brutal» ataque a Ucrania, señaló la Casa Blanca.
El Gobierno de EE. UU. entiende que China tiene «una responsabilidad particular», debería usar su influencia con el presidente ruso, Vladímir Putin, y defender las reglas y principios internacionales que China «asegura respaldar», en palabras del secretario de Estado, Antony Blinken.
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se manifestó en el mismo sentido en una conversación telefónica con su homólogo chino, Wang Yi, a principio de la semana.
CHINA QUIERE SEGUIR ABRIENDO SU ECONOMÍA AL EXTERIOR
China quiere nadar y guardar la ropa. A pesar de que los intercambios económicos y militares con Rusia son crecientes y de que juntos tratan de contrarrestar el peso de Estados Unidos en el tablero mundial, lo cierto es que su alianza no es demasiado sólida, según coinciden los expertos consultados.
Y en su afán por seguir abriéndose al mundo, reafirmado en los últimos días por el primer ministro del país asiático, Li Keqiang, la segunda economía más grande del planeta necesita que los intercambios comerciales, de inversión y financieros no se paren.
Su comercio exterior representa más de un tercio de la economía del país -que pesa un 15,8 % del PIB mundial, frente al 1,7 % de Rusia, según datos del FMI- y el Gobierno del país se propone una «reforma a fondo» para ampliar la apertura al exterior con medidas de apoyo a las empresas exportadoras.
Al tiempo, el país que preside Xi Jinping trata de impulsar la atracción de inversión extranjera, sobre todo en los ámbitos de las manufacturas de gama media y alta y en I+D, además de canalizarla hacia las regiones menos desarrolladas del centro, el oeste y el noreste del país.
Y las empresas chinas que trabajan con tecnología norteamericana, y en menor medida europea, no pueden permitirse renunciar a ella.
Para cumplir todos esos objetivos es preciso que los países más desarrollados, que son los que tienen capacidad inversora, no duden de las posiciones de China, dicen los expertos consultados.
¿SANCIONES A LAS EMPRESAS CHINAS?
Ahora el principal temor es que las empresas chinas puedan ser sancionadas por sus relaciones con Rusia, lo que explica la venta masiva de participaciones que se registraron hasta mitad de la semana y que el Gobierno chino consiguió frenar en parte con sus anuncios de medidas para estabilizar los mercados financieros.
Para José Manuel Amor, socio de la consultora española de economía y finanzas AFI, China tiene «tres dolores de cabeza»: la crisis inmobiliaria, la forma de manejar la pandemia de la covid (su política de baja inmunidad le obliga a cerrar los movimientos muy rápidamente) y los cortes en la cadena de suministros que se pusieron de manifiesto con la pandemia y se han agravado ahora con la guerra.
La economía rusa, que caerá con esta crisis entre un 15 y un 30 %, «solo se salva» por la fuerte dependencia que tiene Europa de sus hidrocarburos, por lo que «no le compensa» fiar su futuro a la alianza con China.
Tampoco a China, añade el socio de AFI, le conviene ponerse del lado de Rusia porque eso puede suponer sanciones en una economía que lo que busca es abrirse cada vez más al exterior.
A la vez, puede aumentar la crisis de confianza que ya se había extendido en los últimos meses sobre los activos chinos después de cambios en las políticas regulatorias que llevaron a los inversores a preguntarse qué están comprando.
En la misma línea se pronuncia Juan Ignacio Crespo, estadístico del Estado y analista financiero, que asegura que China debe tantear bien el terreno porque los problemas de su economía son cada vez mayores: un sector inmobiliario quebrado, «aunque esa quiebra se mantenga en la clandestinidad», y el consiguiente efecto dominó sobre los bancos prestamistas.
Además, añade entre los factores de riesgo para China un crecimiento económico muy rebajado ya para este año; los cierres y confinamientos por la política de covid-19 cero, y la intromisión de las autoridades en los negocios privados, entre otros.
Por su parte, Richard Connolly, especialista en Rusia del Royal United Services Institute (RUSI) de Londres, el centro de estudios de defensa más antiguo del mundo, cree que Rusia tenderá a volcarse hacia Asia en general y a China en particular, porque la ruptura con Occidente se mantendrá «sea cual sea el desenlace de la guerra».
En su análisis señala que el Gobierno ruso está preparado para responder a sanciones que lleva años sorteando, acumula «considerables» reservas de divisas, cuenta con altos niveles de ahorro y un nivel de deuda muy bajo.