Explosión del megacohete Starship de Elon Musk obliga a desviar vuelos en el Golfo de México
Miami, FL, 7 de marzo – El ambicioso proyecto espacial de Elon Musk, el megacohete Starship, ha vuelto a sufrir un revés tras una nueva explosión durante su octavo vuelo de prueba. El accidente ocurrió en la noche del 6 al 7 de marzo, cuando la nave despegó desde la base de Boca Chica, Texas, solo para experimentar un fallo catastrófico poco después.
La explosión no solo destruyó la nave, sino que obligó a desviar el tráfico aéreo en la región del Golfo de México, afectando vuelos desde el sur de Florida hasta Bahamas.
Este incidente recuerda al ocurrido el 16 de enero durante el séptimo vuelo experimental de la nave. En aquella ocasión, al igual que ahora, la explosión generó una gran dispersión de escombros incandescentes sobre el mar, lo que representó un riesgo para la navegación aérea y marítima.
Videos compartidos en redes sociales muestran la dramática escena de restos del cohete cayendo desde el cielo. Algunas grabaciones, tomadas desde aviones en vuelo, captaron el momento exacto en que los fragmentos ardientes descendían sobre el océano, aumentando la preocupación por la seguridad en la zona.
Respuesta de la FAA y restricciones aéreas
La Administración Federal de Aviación de EE. UU. (FAA) ha reaccionado rápidamente, exigiendo a SpaceX que realice una investigación exhaustiva del incidente. En un comunicado oficial, la agencia afirmó que es necesario “identificar medidas correctivas para evitar que vuelva a ocurrir”.
Durante la explosión, la FAA activó un protocolo de emergencia, estableciendo un Área de Respuesta a Escombros y reduciendo temporalmente el tráfico aéreo en la zona afectada. Como resultado, vuelos comerciales en aeropuertos clave como Miami, Fort Lauderdale, Palm Beach y Orlando fueron detenidos o desviados.
La FAA también dejó claro que el Starship no podrá volver a volar hasta que se determinen y corrijan los problemas que representan un riesgo para la seguridad pública.
Explicación de SpaceX: una causa aún incierta

SpaceX, la empresa de Musk, proporcionó una versión inicial de los hechos a través de su red social X (antes Twitter), señalando que el vehículo “experimentó un desmontaje rápido no programado”, un término que la compañía utiliza como eufemismo para referirse a una explosión.
Más tarde, SpaceX amplió su explicación en su sitio web, indicando que “un evento energético en la parte trasera de la nave espacial provocó la pérdida de varios motores Raptor”, lo que llevó a la pérdida de control y, finalmente, de la comunicación con la nave.
Según la empresa, la explosión ocurrió aproximadamente 9 minutos y 30 segundos después del despegue. No obstante, aseguraron que todos los escombros cayeron dentro del Área de Respuesta a Escombros planificada y que estos materiales no contienen sustancias tóxicas que puedan afectar la calidad del agua o la vida marina.
Dos explosiones en poco tiempo: un duro golpe para el proyecto
El megacohete Starship es un componente crucial en los planes de Musk para la exploración espacial, incluyendo misiones a la Luna y Marte. Sin embargo, la nave más potente de la historia ha experimentado fallos significativos en sus últimos vuelos.
En el lanzamiento de enero, la nave explotó poco después de los ocho minutos de vuelo, un problema que ahora parece haberse repetido. Antes de estos incidentes, Starship había demostrado un desempeño prometedor, lo que hacía suponer que estaba cerca de lograr vuelos exitosos de larga duración.
Dan Huot, portavoz de SpaceX, intentó restar dramatismo al suceso al comentar con ironía durante la retransmisión del lanzamiento: “Desgraciadamente, esto también sucedió la última vez, así que ahora tenemos algo de práctica”.
Tras la explosión de enero, SpaceX había implementado mejoras en los conductos de combustible y su temperatura, pero los resultados de esta nueva prueba sugieren que los problemas persisten.
Un despegue prometedor que terminó en desastre
En un inicio, el vuelo parecía desarrollarse según lo previsto. Starship logró despegar con éxito y alcanzar la fase de separación del propulsor SuperHeavy, que regresó y fue capturado por la torre de lanzamiento, un logro que SpaceX ha perfeccionado en pruebas anteriores.
Este avance, que permite la reutilización del propulsor, fue celebrado por Musk en sus redes sociales. Sin embargo, el empresario no hizo comentarios sobre la explosión de la nave.
El lanzamiento había sido programado originalmente para el 3 de marzo, pero fue suspendido por problemas técnicos en el propulsor y la parte superior de Starship. Finalmente, se realizó en la medianoche del 6 al 7 de marzo, con un desenlace desastroso.
Elon Musk y su influencia en la FAA
Este nuevo incidente se produce en un contexto en el que Elon Musk ha intensificado su influencia en la administración estadounidense. Medios como Bloomberg han reportado que el magnate podría estar interviniendo en la FAA, una agencia clave en la regulación del tráfico espacial comercial.
Si bien la FAA tiene la responsabilidad de garantizar que los vuelos de SpaceX sean seguros para la población y el medioambiente, algunos críticos temen que Musk pueda estar ejerciendo presión para obtener permisos con mayor facilidad.
Un futuro incierto para Starship
El programa Starship es fundamental para los planes de exploración espacial de SpaceX y la NASA, que espera utilizar la nave en misiones tripuladas a la Luna en los próximos años. Sin embargo, los recientes fallos ponen en duda su viabilidad en el corto plazo.
A pesar de los contratiempos, SpaceX mantiene su postura de que cada prueba, incluso las fallidas, proporciona información valiosa para mejorar la tecnología. “El éxito proviene de lo que aprendemos, y el vuelo de hoy ofrecerá lecciones adicionales para mejorar la fiabilidad de Starship”, afirmó la compañía.
Mientras la FAA investiga el incidente y decide si permite o no futuras pruebas, el equipo de SpaceX enfrenta el desafío de solucionar los problemas técnicos que han puesto en riesgo la continuidad de su ambicioso proyecto.
Por ahora, la incertidumbre rodea al megacohete más grande y potente de la historia, cuyo destino dependerá de las próximas decisiones regulatorias y de la capacidad de SpaceX para superar estos fallos recurrentes.