Falla humana y débil supervisión provocaron apagón nacional, según informe técnico

Santo Domingo, 13 nov. – Un informe técnico revelado tras el colapso del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI) señala que un “error operativo humano” fue el detonante de una “perturbación severa” que dejó sin energía eléctrica a gran parte del país, afectando particularmente al Gran Santo Domingo y otras provincias.

De acuerdo con el Listín Diario, que tuvo acceso exclusivo a los hallazgos de la investigación, la causa raíz del apagón general registrado el pasado martes a la 1:23 de la tarde fue una maniobra errónea durante la apertura manual de las cuchillas en la subestación 138/69 KV SPMI – Línea 138KV SPM-Cumayasa. Este fallo provocó una desconexión en cascada que paralizó infraestructuras clave como el Metro y el Teleférico de Santo Domingo, generando pérdidas económicas y caos entre la población.

El análisis técnico identificó deficiencias estructurales que agravaron el evento: la falta de personal técnico calificado, la carencia de protocolos de entrenamiento continuo y una supervisión operativa insuficiente. Estos factores facilitaron la propagación del fallo inicial hasta convertirlo en un colapso general del SENI.

El informe también destaca que la subestación SPMI carecía de un sistema de protección diferencial de barras, lo cual habría permitido aislar instantáneamente la falla mediante la apertura sincronizada de los interruptores asociados al embarrado afectado. “De haberse contado con dicha protección, la falla habría sido contenida, evitando su propagación”, señala el documento.

La falla de coordinación entre las protecciones de generación, el Esquema de Deslastre Automático de Carga (EDAC) y el control de frecuencia también contribuyó a una desconexión desordenada, debilitando la capacidad del sistema para recuperarse.

Uno de los puntos más críticos señalados es la vulnerabilidad que representa la alta penetración (alrededor del 40%) de energías renovables no convencionales (ERNC), que no aportan inercia ni reserva primaria, elementos claves para mantener la estabilidad ante eventos súbitos.

El informe detalla que la magnitud del apagón no puede atribuirse únicamente a la pérdida inicial de 591.7 megavatios (MW), ya que en ocasiones anteriores se han manejado caídas de hasta 1,400 MW sin consecuencias catastróficas, lo que evidencia problemas en la selectividad y coordinación de las protecciones.

Asimismo, se concluye que algunas unidades generadoras salieron de operación antes que los circuitos de media tensión, desequilibrando la frecuencia y la potencia disponible. La regulación primaria y secundaria no logró restablecer el nivel nominal de 60 Hz, lo que aceleró el colapso del sistema.

Los registros muestran una oscilación no amortiguada típica de sistemas con baja inercia, con una caída abrupta de frecuencia seguida de un intento de recuperación y una nueva declinación. Aunque el Centro de Control del Sistema tuvo una ventana de tiempo para aplicar acciones correctivas, la rapidez del evento superó la capacidad de respuesta manual.

Para las 6:00 de la tarde, solo se había logrado restablecer el 25% de la demanda energética, un indicador de una recuperación lenta atribuida a la limitada disponibilidad de personal especializado y a la falta de coordinación con las unidades con capacidad de arranque en negro (Black Start).

El informe también denuncia fallos en la comunicación interinstitucional y la ausencia de un liderazgo operativo unificado durante la crisis.

Cinco recomendaciones emergen del análisis preliminar: implementar protección diferencial de barras en todas las subestaciones troncales de 69-138 kV; revisar los ajustes del EDAC, relés de frecuencia y protecciones de generación; optimizar el uso de ERNC mediante controles inerciales sintéticos; fortalecer la capacitación del personal operativo con programas certificados y simulaciones de contingencias; y actualizar y probar los procedimientos de Black Start para reducir los tiempos de restablecimiento del SENI.

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