Guillermo Caram: integridad, pensamiento claro y trato humano
Por Manuel Jiménez V.
Con profunda tristeza escribo estas líneas, en un intento quizás fallido de rendir homenaje a quien fue mucho más que un referente intelectual y político: Guillermo Caram fue un amigo entrañable, un hombre íntegro, un ser humano de trato excepcional.
Apenas trataba de insertarme en el ejercicio periodístico cuando, por esas coincidencias del destino que marcan vidas, conocí al ingeniero Guillermo Caram. Ya tenía una sólida reputación como excelente planificador, incluso con contratos de asesoría con gobiernos de la región, pero lo que más me impresionó desde el primer momento fue su vocación política y la delicadeza de su trato personal. Era, sencillamente, un caballero.
Mi incursión en los medios había comenzado en Radio Continental, específicamente en Radio Reloj Nacional, un noticiero producido entonces por el fenecido Luis Armando Asunción. Fue mi gran amigo Freddy Sandoval quien me avisó que Miguel Ángel Velázquez Mainardi y Ramón Tapia Cunillera —ambos también ya fallecidos— necesitaban un periodista para un programa de televisión que producían a finales de los años 70 por Color Visión.
Conseguí el empleo y, como suele pasar en la política, los productores terminaron con una muy buena cercana relación con el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), o por lo menos con una de sus facciones por razones que no son oportunas citar en estos momentos.

Fue en ese contexto que conocí de cerca al Guillermo Caram político, quien en ese momento se lanzaba como aspirante a la nominación presidencial del PRSC, una faceta poco conocida de su trayectoria. Me tocó recorrer buena parte del país a su lado, desempeñando funciones como su encargado de prensa, sin mucha experiencia pero con muchas ganas. Siempre me hizo sentir valorado. Su reconocimiento, expresado de forma directa y sin adornos, me marcó para siempre.
Esa etapa cimentó una amistad que el paso del tiempo solo profundizó. Cuando el doctor Joaquín Balaguer retornó al poder en 1986, yo cubría la fuente del Palacio Nacional para el periódico Hoy. Para entonces, Guillermo Caram ya era una figura de consulta frecuente en los medios, particularmente por su visión económica. Balaguer lo designó como secretario técnico de la Presidencia, y más tarde como gobernador del Banco Central.
Recuerdo bien mis visitas a sus oficinas —creo que era el piso 14— en el Banco Central. Era el mismo Guillermo de siempre. Ni el poder ni la notoriedad alteraron su carácter. No tenía vínculos con los intereses tradicionales que orbitan en torno a la política, y quizás por eso su permanencia en el cargo fue breve. Pero nunca dejó de ser una voz respetada, una fuente confiable para los medios, un referente para muchos.
Con la desaparición del PRSC original, se unió a los esfuerzos de renovación del Partido Reformista Social Cristiano, donde ocupó funciones ejecutivas. Sin embargo, la opinión pública lo recordará, más allá de cualquier cargo, como un gran expositor, un hombre de convicciones profundas, comprometido con la justicia social y la solidaridad humana.
Hoy, no encuentro palabras suficientes para expresar el dolor y la tristeza que me embargan. La partida de Guillermo Caram deja un vacío difícil de llenar. Que descanse en paz el amigo, el político honesto, el economista brillante y el ser humano excepcional que siempre fue.