Hacia un nuevo escenario global, ¿Qué hacer?
Juan Temístocles Montás
Antonio Gramsci, destacado intelectual y político italiano, encarcelado por el régimen fascista de Benito Mussolini en 1926 debido a sus ideas comunistas y su oposición al fascismo, escribió, entre 1929 y 1935 sus «Cuadernos de la prisión», una colección de sus pensamientos donde abordó temas como la hegemonía, la cultura y el papel de la clase trabajadora.
En una de esas escribió que «El viejo mundo está muriendo y el nuevo mundo lucha por nacer: ahora es la época de los monstruos». El mensaje que subyace en ese pensamiento implica que, en momentos de crisis y cambio, las viejas estructuras y paradigmas están en decadencia, mientras que nuevas ideas y formas de organización están surgiendo, aunque todavía no han tomado forma completamente.
La referencia a «monstruos» sugiere que, en la transición entre lo viejo y lo nuevo, pueden surgir fuerzas negativas, como extremismos, populismos o ideologías destructivas.
La frase de Gramsci resume lo que hoy está ocurriendo en el mundo con el orden internacional surgido después de la Segunda Guerra Mundial. Ese orden surgió con el apoyo decidido de los Estados Unidos y estableció el actual sistema internacional. Se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las instituciones de Bretton Woods, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por su sigla en inglés), reemplazado en 1995 por la Organización Mundial del Comercio (OMC), y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ese orden internacional fue apuntalado luego de la caída del Muro de Berlín, y Estados Unidos desarrolló desde entonces una agenda enfocada a promover el libre comercio, la liberalización de los flujos de capitales y el liberalismo. A partir de 1989 Estados Unidos pasó a ser el hegemón del mundo.
Hay que resaltar que Estados Unidos desempeñó un papel crucial en la configuración del sistema comercial global desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Junto a sus aliados, encabezó los esfuerzos para eliminar las barreras comerciales y establecer la arquitectura comercial global y regional. Se creía que la interdependencia económica superaría las rivalidades geopolíticas y fomentaría la prosperidad. Con esa creencia, desde 1990 se pusieron en marcha más de 300 acuerdos de libre comercio.
Sin embargo, hoy Estados Unidos está tirando por la borda todo el orden internacional que creó luego de la Segunda Guerra Mundial, promoviendo el unilateralismo, cuestionando las instituciones que ayudó a crear, como la ONU, la OMC, la OTAN, enfrentándose a sus propios aliados y diciéndole adiós a la promoción del libre comercio.
Durante el último par de décadas, el mundo ha ido registrando una transformación, volviéndose paulatinamente más multipolar. Varias potencias, entre ellas China y Rusia, han emergido y, crecientemente, exigen una mayor participación en la configuración de las reglas del sistema internacional. En este nuevo escenario, la preocupación de Estados Unidos tiene que ver con la pérdida de su hegemonía en el mundo. En buena medida, su rechazo al orden internacional que creó y promovió es porque entiende que ha sido co-responsable de la emergencia de las citadas superpotencias emergentes.
La nueva situación creada, que confronta a Estados Unidos con China, Rusia, la Unión Europea, y otros países, puede llevar a conflictos regionales, a una mayor militarización, a una fragmentación del comercio y a un mundo menos cooperativo. Además, el aumento del proteccionismo obstaculizará el crecimiento económico global y generará tensiones comerciales.
Frente a ese nuevo escenario, es aconsejable que países como la República Dominicana se preparen y presten atención a promover la cooperación regional y a diversificar sus mercados, sin descuidar sus relaciones con Estados Unidos. Para nuestro país resulta conveniente fomentar alianzas dentro de nuestra región. Cabe indicar que la participación de las exportaciones dominicanas a los países de América Latina y el Caribe representa apenas un 15% del total, y que al Mercado Común Centroamericano, con todo y acuerdo de libre comercio, exportamos apenas algo más del 2%.
Es importante, además, priorizar el desarrollo productivo y la educación, a fin de mejorar la capacidad competitiva en el nuevo escenario. Los datos que aporta el Observatorio de Complejidad Económica ponen de manifiesto el mal posicionamiento de nuestro país en lo que tiene que ver con tecnología e investigación.