Haití ante las elecciones de 2025: expectativas y desafíos en medio del colapso económico, la violencia y la desconfianza internacional

PUERTO PRÍNCIPE, 31 Diciembre, (Especial Agencia). – Haití se enfrenta a un momento decisivo en su historia reciente: la convocatoria a elecciones en 2025, en medio de una profunda crisis multidimensional que combina violencia extrema, colapso institucional, crisis humanitaria y una economía que se contrae continuamente.

Las expectativas puestas en este proceso electoral se ven ensombrecidas por un escenario de inseguridad generalizada, desplazamientos masivos, falta de servicios básicos y una comunidad internacional incapaz de revertir la degradación del país.

Violencia desbordada y control territorial de pandillas

Uno de los rasgos más dramáticos de la crisis haitiana es el control territorial ejercido por bandas armadas. Grupos criminales, organizados en coaliciones como “Viv Ansanm”, controlan alrededor del 85 % de Puerto Príncipe y áreas estratégicas del país, imponiendo su poder incluso sobre servicios públicos esenciales como el transporte, la electricidad y el acceso al agua potable.

Los homicidios, secuestros y actos de violencia armada se han intensificado en 2024 y 2025. En seis meses entre octubre de 2024 y marzo de 2025, más de 3,300 personas murieron a causa de la violencia, un promedio de 18 víctimas mortales diarias, según datos de Naciones Unidas.

Adicionalmente, ataques masivos como la masacre de Labodrie —donde al menos 50 civiles fueron asesinados por pandillas— muestran la amplitud del control de estos grupos y la incapacidad del Estado para proteger a la población.

Crisis económica y proyección negativa del crecimiento

La situación económica de Haití es igualmente alarmante. El país, históricamente el más pobre del hemisferio occidental, **proyecta en 2025 el séptimo año consecutivo de contracción económica debido al impacto de la violencia, la falta de inversión y la interrupción de actividades productivas.

La pobreza extrema sigue siendo la norma: más del 60 % de la población vive con menos de 3,65 dólares al día, y millones enfrentan inseguridad alimentaria aguda. El Programa Mundial de Alimentos identifica a Haití como uno de los países con las cifras más altas de inseguridad alimentaria en crisis en el mundo, con millones luchando por acceder a alimentos básicos.

Desplazamiento masivo y colapso humanitario

La violencia ha provocado un desplazamiento interno sin precedentes. Más de 1 millón de haitianos están desplazados dentro del país, una cifra que se triplicó respecto a años anteriores y que convierte a Haití en uno de los países con mayor tasa de desplazados per cápita del mundo.

Las condiciones de vida para quienes huyen de sus hogares son extremas: asentamientos informales sin acceso adecuado a agua potable, saneamiento, alimentos o atención médica. La falta de acceso a servicios básicos está vinculada al resurgimiento de enfermedades como el cólera y a una grave crisis sanitaria que ha dejado al sistema de salud al borde del colapso.

Niñez en peligro y educación paralizada

La violencia también afecta de manera desproporcionada a niños y niñas. Las escuelas han sido atacadas o cerradas, la inseguridad limita el acceso a la educación y miles de menores están expuestos a la reclutación forzada por bandas armadas o a la violencia sexual. La desnutrición crónica alcanza niveles alarmantes entre la población infantil, con consecuencias a largo plazo para el desarrollo físico y cognitivo de toda una generación.

Crisis política y la difícil ruta hacia elecciones libres

Haití no ha celebrado elecciones nacionales con legitimidad desde 2023, y su parlamento está inactivo desde 2019. El gobierno de transición, establecido tras la renuncia de Ariel Henry y liderado por un consejo presidencial, tiene la tarea de restablecer la seguridad y preparar el país para las elecciones. Sin embargo, el calendario electoral permanece indefinido, y existe desconfianza tanto interna como externa sobre su capacidad para organizar un proceso libre y justo.

La ineficacia del sistema judicial, que apenas procesa casos penales en medio de corrupción y violencia persistente, y la falta de credibilidad en las instituciones dificultan aún más la posibilidad de un proceso electoral que pueda ser considerado legítimo.

Fracaso de la comunidad internacional y misiones de seguridad insuficientes

Las misiones internacionales diseñadas para apoyar la seguridad y estabilidad del país han fracasado en contener el avance de las bandas armadas. Aunque fuerzas multinacionales y de apoyo a la seguridad fueron desplegadas, su impacto ha sido limitado por la falta de recursos, financiamiento y personal, generando frustración entre la población haitiana.

Organizaciones como las Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos han impuesto sanciones selectivas y embargos de armas, pero estas medidas no han logrado detener el flujo de violencia ni restaurar el control del Estado sobre territorios clave.

Expectativas ante las elecciones: ¿una salida o más incertidumbre?

Frente a este panorama sombrío, la convocatoria de elecciones en 2025 es vista con mezcla de esperanza y escepticismo. Para muchos, una elección democrática podría ofrecer una salida a la persistente crisis política; para otros, sin estabilidad, seguridad ni instituciones funcionales, es difícil concebir cómo un proceso electoral puede ofrecer soluciones reales.

Las expectativas están condicionadas por una sociedad traumatizada por años de violencia, con una economía en contracción y con millones de ciudadanos luchando por la supervivencia diaria. Las elecciones solo podrán ser un paso significativo si van acompañadas de un esfuerzo concertado —tanto nacional como internacional— para recuperar el Estado de derecho, proteger a la población civil y reconstruir las bases económicas y sociales del país.

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