Haití proyecta “grandes cuarteles” en la frontera con RD como parte de la refundación de sus Fuerzas Armadas
SANTO DOMINGO, 13 nov. – A casi treinta años de la disolución de sus Fuerzas Armadas, el gobierno haitiano ha iniciado un ambicioso proceso de refundación militar que contempla la creación de una estructura castrense moderna, profesionalizada y con presencia física reforzada en la frontera que comparte con República Dominicana.
El Ejército de Haití fue disuelto en diciembre de 1995 mediante un decreto del entonces presidente Jean-Bertrand Aristide, luego de décadas de inestabilidad institucional y protagonismo político de la fuerza militar.
Sin embargo, el creciente deterioro de la seguridad interna, sumado a la presión por garantizar el control de su territorio, ha llevado al Estado haitiano a relanzar su aparato militar como herramienta esencial de soberanía.
Un artículo publicado en Listín Diario detalla que este proyecto contempla el desarrollo de un cuerpo armado compuesto por 5,000 efectivos en el mediano plazo, con funciones duales: la asistencia en casos de desastres naturales y la protección de las fronteras terrestres y marítimas.
Entre los elementos más destacados del plan figura la instalación de “grandes cuarteles dignos” en áreas clave de la frontera con República Dominicana.
Así lo afirmó el ministro de Defensa de Haití, Jean-Michel Moïse, durante una entrevista concedida al programa “Le Rendez-Vous” de la emisora Gazette Haïti News. Moïse, exoficial del Ejército de Estados Unidos, precisó que el país no busca establecer pequeñas bases, sino grandes estructuras que alberguen unidades especializadas, fuerza aérea y armamento capaz de enfrentar amenazas de mediano y largo plazo.
Aunque se ha confirmado la apertura de nuevas instalaciones, como la base militar de Vertières en Puerto Príncipe, los detalles específicos sobre la ubicación y características de los cuarteles fronterizos aún no han sido divulgados con claridad.
La estrategia de seguridad contempla la vigilancia en los principales pasos fronterizos: Ouanaminthe (frente a Dajabón), Belladère (Comendador), Malpasse (Jimaní) y Anse-à-Pitre (Pedernales). Se trata de zonas de alto tránsito humano y comercial, frecuentemente utilizadas para el tráfico ilícito y el cruce irregular de personas.
El artículo indica que el ministro Moïse también advirtió sobre una nueva configuración de violencia interna, describiendo al país como víctima de “amenazas inéditas”, en las que “el propio pueblo se está alzando en armas contra la población”, en referencia a las pandillas armadas que controlan vastos sectores del territorio nacional.
Actualmente, las Fuerzas Armadas de Haití cuentan con entre 1,500 y 2,000 efectivos y un arsenal limitado, compuesto principalmente por fusiles de asalto como el M16 (Estados Unidos), el Heckler & Koch G3 (Alemania) y el más reciente Taurus T4 (Brasil). El armamento pesado existente, incluyendo obuses antiguos y vehículos blindados Cadillac Gage Commando, presenta dudas sobre su operatividad.
En cuanto al gasto en defensa, Haití históricamente ha asignado menos del 0.1 % de su PIB a fines militares. No obstante, en abril de 2025 el gobierno aprobó un presupuesto de emergencia de 275,000 dólares para enfrentar la crisis de violencia, destinando el 40 % de esos fondos a las fuerzas armadas y la Policía Nacional de Haití (PNH). Para 2021, el gasto militar total fue estimado en 20.9 millones de dólares.
La modernización de la fuerza armada haitiana se apoya también en la cooperación internacional. Estados Unidos y Canadá financian el funcionamiento de la nueva Fuerza de Represión de Pandillas, mientras que México ha asumido el entrenamiento de tropas haitianas, enfocado en operaciones contra grupos armados.
En este contexto, el artículo de Listín Diario señala que el resurgimiento del ejército haitiano se produce en un momento crítico para la seguridad nacional, en el que la violencia de las bandas armadas ha rebasado las capacidades de la Policía Nacional y ha puesto en evidencia la fragilidad de las instituciones estatales.
Aunque el retorno del aparato militar podría interpretarse como un paso hacia la recuperación del control estatal, persisten interrogantes sobre la sostenibilidad financiera del proyecto, el verdadero alcance operativo de las nuevas unidades y el riesgo de repetir viejos patrones de militarización sin control civil.
Haití enfrenta hoy uno de los desafíos más complejos de su historia reciente: reconstruir una fuerza armada funcional en medio de una crisis prolongada de seguridad, gobernabilidad y legitimidad institucional.

