Haití: Un reto de todos

Por Manuel Jiménez V.

La crisis en Haití y el abandono de la comunidad internacional han colocado a la República Dominicana en una situación extremadamente delicada. Con bandas armadas controlando casi el 90% de Puerto Príncipe, y un Estado colapsado, nuestra seguridad como país se ve seriamente amenazada.

El más reciente informe de la ONU señala que en los últimos días más de 50 mil personas han sido desplazadas solo en la capital haitiana, y el país parece estar consolidándose como un narcoestado. Frente a esto, el canciller dominicano, Roberto Álvarez, lanzó una advertencia clara ante Naciones Unidas: las bandas armadas están demasiado cerca de nuestra frontera. Incluso ya se ha reportado un ataque a un consulado dominicano.

La situación se agrava con la reciente decisión de Estados Unidos de dejar de asistir directamente a Haití. La fuerza multinacional que se había prometido para apoyar a la policía haitiana sigue sin ser efectiva, y el miedo a que las bandas tomen el Palacio Presidencial ya no es una teoría, sino una posibilidad concreta.

Ante esta realidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados ni esperar soluciones mágicas. El gobierno debe hacer su parte, sí, pero este desafío es también de la sociedad entera. Necesitamos actuar como país.

Una política migratoria clara, firme y con visión de futuro es fundamental. No se trata solo de reforzar la frontera —que es urgente y no admite retroceso—, sino de pensar también en el mediano y largo plazo. Hay sectores claves de nuestra economía como la construcción y la agropecuaria que dependen de la mano de obra haitiana. Ignorar eso es peligroso y poco práctico.

Por eso, urge implementar un sistema de documentación para los trabajadores extranjeros que ya están en el país, especialmente los que demandan estos sectores productivos. Es necesario saber quiénes son, dónde viven, qué hacen. Y es igual de importante establecer cuotas de empleo y permisos laborales temporales, todo bajo la vigilancia del Estado.

Pero esto no basta. También tenemos que ir creando las condiciones para que más dominicanos puedan ocupar esos espacios laborales. ¿Cómo? A través de incentivos salariales, acceso a seguridad social y programas de formación técnica. Hay que motivar, capacitar y proteger a nuestra gente para que puedan integrarse de manera sostenible a esos trabajos.

No es momento de improvisar ni de responder con soluciones parciales. Esta es una crisis que requiere políticas de Estado. Tenemos que ponernos de acuerdo como nación, dejando de lado intereses particulares, para crear un modelo que combine orden, desarrollo económico y justicia social.

Haití atraviesa una tragedia profunda, y aunque no podemos resolverla, sí debemos protegernos de sus consecuencias. La respuesta debe ser seria, coordinada y basada en un compromiso compartido entre gobierno, sociedad civil, empresarios y partidos políticos.

Porque esto no es solo responsabilidad del gobierno. Es un reto de todos.

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