IDEANDO
Haití
Heddel Cordero
Mientras haya pobreza extrema en Haití ; mientras las bandas criminales sigan controlando grandes espacios donde imponen su voluntad; mientras la promiscuidad social siga siendo la norma de esa nación; mientras la corrupción campee entre ricos, pobres y autoridades; mientras los políticos le pongan más importancia a su afán por gobernar que a su orden social y el futuro de su patria, en Haití no habrá tranquilidad, ni desarrollo, ni orden, ni institucionalidad, ni democracia, ni posibilidad alguna de ponerle fin a sus angustias.
Las cosas son cada vez más oscuras en Haití. Sus autoridades están desautorizadas. El país está paralizado y atemorizado. Ricos y pobres mueren de miedo ante la violencia que se expresa libremente en el país. Es un país huérfano de liderazgo, de fe, de confianza.
Todas las instancias están maleadas. O por el narcotráfico o por las bandas criminales o por los políticos.
Es un país sin aliento. Cansado de sufrir y de comer galletas de barro.
Y encima de toda esta desdicha la naturaleza también se ha paseado por su territorio causando muerte, sepultando sonrisas, agrietando la tierra, tumbando viviendas y llenando de lodo el futuro de su gente.
Los haitianos no tienen capacidad para levantarse solos. El orden debe llegarle acompañado de fuerza, medicina, comida, respeto, disciplina y todo lo que contribuya a la paz. Pero esa es una tarea que nos queda grande a los dominicanos y de ahí el pedido a otras naciones para que colaboren y tiendan su generosidad hasta este país desbordado de incuria.
Sólo así será posible rescatar esa nación.