Incendios en California ponen en riesgo la infraestructura energética del oeste de EE. UU.
Los Ángeles, California, 13 de enero. Los devastadores incendios que afectan el sur de California han dejado un saldo de al menos 24 muertos, más de 12,300 hogares y negocios destruidos, y un impacto significativo en la infraestructura crítica del estado.
Además del daño humano y material, los incendios representan una amenaza para el suministro de petróleo y gas en la región occidental de Estados Unidos, con posibles repercusiones en estados como Nevada y Arizona.
De acuerdo con las autoridades, las llamas, que comenzaron el pasado martes 7 de enero y permanecen fuera de control en muchas áreas, podrían interrumpir el flujo de energía en California y otros estados vecinos. Aunque las refinerías de petróleo en Los Ángeles y Long Beach no están directamente amenazadas, la proximidad de varios oleoductos clave ha obligado a cerrar algunos de ellos por precaución, lo que pone en riesgo la estabilidad del suministro de combustibles.
Andy Lipow, presidente de Lipow Oil Associates, advirtió que si los incendios siguen avanzando, los suministros de crudo, gasolina, diésel y gas natural podrían verse gravemente afectados. Estas refinerías procesan el 60% de la capacidad de refinación de California y el 40% de la costa oeste, incluyendo Alaska y Hawái.
Uno de los principales oleoductos afectados es el Kinder Morgan West Line, que transporta aproximadamente el 60% de los productos refinados que se consumen en Nevada y dos tercios de los que se utilizan en Arizona. Su cierre, junto con el de otros ductos en las zonas afectadas, podría provocar interrupciones en el suministro a estos estados y un exceso de inventario en las refinerías de California. Esto último obligaría a reducir las tasas de operación y generaría mayores tensiones en los mercados de energía.
Según Lipow, las consecuencias de estas interrupciones no solo afectarían los precios del combustible en la región, sino que también podrían tener un impacto más amplio en la economía de los estados dependientes de estos productos.
Avance de las llamas y condiciones climáticas adversas
Hasta el momento, más de 8 millones de personas se encuentran en zonas de alto riesgo debido a las condiciones climáticas extremas que han intensificado la propagación de los incendios. Fuertes ráfagas de viento y una humedad excepcionalmente baja han creado un entorno ideal para que el fuego avance sin control.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió una advertencia de bandera roja que permanecerá vigente al menos hasta el miércoles, ya que los vientos de Santa Ana, con velocidades que oscilan entre 56 y 88 kilómetros por hora y picos de hasta 113 kilómetros por hora en las montañas cercanas a Los Ángeles, continúan avivando las llamas. La humedad en la región ha descendido a niveles tan bajos como el 10%, lo que complica aún más las labores de contención.
Entre los incendios más destructivos se encuentra el de Pacific Palisades, que ha consumido más de 9,600 hectáreas y amenaza residencias en áreas como Brentwood y el cañón de Mandeville. Este incendio, que hasta el domingo solo estaba contenido en un 11%, ha obligado a la evacuación de cientos de familias y ha causado daños irreparables a numerosas propiedades.
Otros incendios notables incluyen el incendio de Eaton en Altadena y Pasadena, que había consumido más de 5,600 hectáreas pero logró ser contenido en un 27% gracias al trabajo de los bomberos. En el Bosque Nacional de Los Ángeles, el incendio de Lidia fue completamente controlado, mientras que el incendio de Hurst, en el Valle de San Fernando, alcanzó un 76% de contención. Sin embargo, las autoridades advirtieron que los fuertes vientos podrían reavivar las llamas en áreas ya trabajadas y extender el fuego a nuevas zonas.
Un panorama incierto
Las autoridades locales, estatales y federales continúan trabajando incansablemente para combatir las llamas, pero advierten que la situación podría empeorar en los próximos días. Además del impacto directo de los incendios en las comunidades afectadas, los efectos indirectos, como la interrupción del suministro de energía, podrían generar consecuencias a largo plazo en el oeste de Estados Unidos.
Con un clima seco persistente, la amenaza de vientos de Santa Ana y la magnitud de los incendios, los próximos días serán cruciales para contener las llamas y mitigar los daños. Entretanto, las familias desplazadas y las comunidades afectadas enfrentan un futuro incierto, mientras el estado se esfuerza por superar esta crisis sin precedentes.