Jihyun Park, desertora norcoreana: “El régimen hace olvidar a la gente que son seres humanos”
Enrique Rubio |
Londres, 25 junio .- El hambre azota con fuerzas renovadas. Las fronteras están más blindadas gracias a la tecnología. El culto al líder es aún más tiránico. Pero la desertora norcoreana Jihyun Park asegura que lo peor es que sus compatriotas se ven forzados a olvidar que son seres humanos.
Park relata a EFE en el Reino Unido, adonde llegó en 2008 tras un periplo dantesco, cómo el régimen de Kim Jong Un ha eliminado de las mentes y de los corazones cualquier atisbo de una existencia propia y diferenciada.
“No existen las emociones personales en Corea del Norte, solo emociones políticas. Y únicamente hay dos. Una es la felicidad: si el régimen es feliz, nosotros también lo somos. La otra es el odio: a América, a los surcoreanos, a los países antisocialistas. Solo aprendemos odio desde que nacemos”, dice.
Park ha llegado donde nunca podría haber soñado cuando vivía en su país natal: no solo goza de libertad para expresar sus opiniones y hasta escribir un libro con su experiencia (“The Hard Road Out”), sino que, por encima de todo, ha recordado que es una persona.
Al escribir el libro con la ayuda de la surcoreana Seh-Lynn Chai, esta le hizo varias preguntas sobre su vida anterior. “De ese modo descubrí que sí, soy un ser humano, aunque todos nosotros lo hemos olvidado”.
Sucedió en 2012, cenando con su familia en la ciudad de Bury (noroeste de Inglaterra), que la ha acogido como una más. Sus hijos hablaban sobre sus cosas del colegio y algo inesperado despertó dentro de ella.
“Cuando vi la sonrisa en sus caras, me di cuenta de que estaba sintiendo algo. No sé por qué, pero me puse a llorar en ese momento. Era la primera vez que sentía una emoción personal”, recuerda conmovida.
En las paredes de las casas norcoreanas, no cuelgan fotos familiares; cualquier pariente, dice, puede convertirse en delator. Es el retrato de los tres presidentes lo que ven los bebés nada más nacer. “Hay un padre y una madre físicos, pero no nos inclinamos ante ellos. Solo nos inclinamos ante Kim Il Sung, Kim Jong Il y Kim Jong Un”.
Por eso, cree que mucha gente en Occidente no acaba de entender bien qué tipo de sistema es el norcoreano, al asociarlo con los regímenes socialistas de Europa del Este.
“No es socialismo, no es comunismo, sino un país totalitario. La ideología es la religión. Por eso llamamos padre a Kim Il Sun, a Kim Jong Il, y a Kim Jong Un, y madre al Partido de los Trabajadores”, explica.
Un país recluido
Park huyó por primera vez de su país en 1998 junto a su hermano, que había sido condenado a muerte. Sin embargo, el hombre que les ayudó a cruzar a China la traicionó y la vendió como esclava, antes de ser devuelta a Corea del Norte, donde fue recluida en un campo de trabajo.
En 2004 volvió a escapar a China. Cuatro años más tarde obtuvo el estatus de refugiada en el Reino Unido, donde se instaló junto a su marido, otro exiliado norcoreano.
Hoy habría sido incapaz de esa epopeya. Como explica, una de las grandes diferencias del régimen de Kim Jong Un es el control de las fronteras.
Se han demolido las casas de la gente que vivía junto a las fronteras y ahora el control es “mucho mayor que en 1998”, especialmente desde el estallido de la covid-19.
La misma tecnología, que aprieta el yugo sobre los norcoreanos, permite a la vez conseguir la escasísima información que llega desde ese país, el más cerrado del mundo.
“Muchos chinos usan Snapchat y TikTok. Y hacen vídeos desde la frontera que luego publican online en TikTok. Así conseguimos algo de información”, relata, aunque reconoce la inmensa dificultad de saber qué ocurre en el interior del país.
Con la pandemia, hasta las embajadas y las escasas organizaciones internacionales que seguían en el país, como Unicef, se retiraron, por lo que todavía es más complicado recibir noticias sobre Corea del Norte.
En su nueva vida en el Reino Unido, Park obtuvo notoriedad pública al convertirse en la primera persona de su país en concurrir como candidata a unas elecciones. Lo hizo en 2021 al consejo municipal de Bury, aunque no resultó elegida.
Pese a que se declara como una “tory” convencida, asiste afligida al actual debate migratorio en su país, donde el Gobierno conservador de Rishi Sunak quiere restringir el número de refugiados que acoge.
“Los traficantes de seres humanos son los ilegales, no los refugiados. Solo somos seres humanos que hemos nacido en dictaduras. Por eso escapamos de nuestros países. Yo no soy ilegal, solo un ser humano real. Un ser humano real”, repite.
Fuente EFE