Juan Luis Guerra, patrimonio musical y poético de República Dominicana
Por Euri Cabral
El pasado miércoles 29 de octubre, el Ministerio de Relaciones Exteriores realizó un significativo y hermoso acto donde se reconoció a Juan Luis Guerra, declarándolo “Patrimonio musical y poético de la República Dominicana”.
En ese reconocimiento a Juan Luis estuvieron presentes el ministro Roberto Alvarez, la primera dama, Raquel Arbaje, la esposa del artista, Nora Vega, sus hijos, los integrantes de su agrupación 440, ministros, diplomáticos, empresarios, legisladores y muchas personalidades del área cultural. Fue un acto lleno de emoción, de poesía, de ternura, de música y de mucha esperanza.
El canciller dominicano Alvarez, al justificar el reconocimiento expresó que “el Estado dominicano honra en Juan Luis la síntesis de lo que somos y aspiramos a ser: un pueblo creativo, resiliente, solidario y orgulloso de su cultura. Su obra es una expresión sublime de nuestra mejor esencia y un testimonio de que la excelencia artística, cuando se une al compromiso social, perdura y trasciende fronteras. Su trayectoria trasciende los premios y las distinciones acumuladas. Lo verdaderamente significativo es su capacidad para narrar -con versos poéticos que seducen y cautivan la imaginación y el corazón- las vivencias cotidianas de nuestro pueblo: sus sueños de justicia social, su fe profunda, su alegría y sentido del humor inquebrantable”.

Un panel de intelectuales, conformado por Jochy Herrera, Pedro Delgado Malagón, Soledad Álvarez y César Muñoz, hizo un amplio y certero análisis de la obra de Juan Luis, de las raíces literarias y filosóficas de su labor artística y poética. Ese reconocimiento fue justo, necesario y trascendente. Juan Luis Guerra es, sin lugar a dudas, el artista dominicano de mayor trascendencia y alcance mundial. Sus obras musicales, su proyección y su presencia como figura de dimensión artística nacional e internacional, lo colocan en un sitial de preeminencia en el devenir histórico de la música dominicana.
En el año 2008 publiqué un libro titulado “Juan Luis y 4-40: Merengue y bachata a ritmo de poesía y compromiso”, donde analizaba la dimensón histórica y su impacto como fenómeno musical y patriótico. Expresé que Juan Luis se había convertido en símbolo de la dominicanidad, en ejemplo de cómo la calidad de los dominicanos puede imponerse en el mundo a fuerza de innovación, creatividad y calidad sin límites.
Pocos artistas pueden exhibir el historial de éxito y de trascendencia que acumula el artista dominicano reconocido por la cancillería. Juan Luis ha sido elogiado por todos las publicaciones influyentes del mundo, distinguido por todas las premiaciones importantes del disco y del espectáculo, es creador de muchos temas que se han convertido en éxitos mundiales, ha descollado con sus actuaciones en los más exigentes e importantes escenarios artísticos del mundo, ha vendido más de 30 millones de discos, es ganador de tres Grammy estadounidenses, veintisiete Grammy latinos y de tres Gran Soberano de los prestigiosos Premios Soberano.

De manera particular, valoro ampliamente ese homenaje a Juan Luis por parte de la cancillería. Sin embargo, creo que en la actividad hubo un aspecto de él que no fue valorado en su justa dimensión: Su fe y sus entrega al Señor. Humildemente entiendo que la mayor fortaleza que tiene Juan Luis como artista no es su capacidad como creador musical, ni su talento para escribir hermosos poemas convertidos en canciones que logran ganar los primeros lugares de todos los hit parades del mundo. No es tampoco su capacidad para actuar ante más de 100 mil personas con un espectáculo que todo el mundo cataloga de extraordinario, mucho menos la cantidad de dinero que él pueda haber ganado en su condición de líder de uno de los grupos musicales que más discos ha vendido en la historia de la música latinoamericana.
Nada de eso se compara con su condición de siervo musical del Señor. La verdadera grandeza de Juan Luis está en su humildad de entregarse a Dios y hacer su voluntad. La fama y el éxito suelen ser armas de doble filo si los seres humanos se hacen esclavos de ellos. Dice la Biblia en Mateo 6:33 que no nos afanemos por buscar las cosas del mundo, lo que debemos hacer es «buscar primeramente el reino De Dios y su justicia, y todas esas cosas nos serán añadidas».
Juan Luis entendió en un importante momento de su vida que toda la fama, toda la popularidad, todo el dinero, toda la parafernalia del espectáculo no eran nada, comparadas con la paz que le daba Dios. Que después de tener a Jesús como su Señor y Salvador, todo lo demás vendría por añadidura.Y ese fue el paso más importante, trascendente y definitivo de su vida.

Justamente, el propio Juan Luis al momento de recibir el reconocimiento, agradeció con humildad, pero les hizo ver a los asistentes que todo lo que él es como artista, como poeta, como ser humano, todo, viene de Jesús, su Señor y Salvador. Lo dijo con estas sencillas palabras: “Gracias por tanto cariño, gracias a mi pueblo dominicano. Me siento más que honrado por las palabras de los panelistas y por descubrir, junto a ellos, los acordes de Ojalá que llueva café, que no sabía eran azul y amarillo. Si algo tengo claro es que mis melodías, mis metáforas y mis canciones provienen de mi Señor Jesús”.
Euri Cabral
Economista y Comunicador

