Juventud y futuro
Heddel Cordero
Dice mi primo Yenén Cordero, que muchas de las decisiones más trascendentales en la vida de una persona se toman a temprana edad.
A temprana edad se decide qué estudiar, por ejemplo. También se producen decisiones amorosas que luego serán determinantes en la felicidad de la gente.
Las buenas y las malas decisiones de los jóvenes siempre se toman con el corazón y no con la razón.
Es una época irreflexiva y los impulsos y las emociones nos hacen cerrar los ojos y tomar al azar un rumbo.
Y lo peor de todo es que muchas de esas decisiones son definitivas y marcan de manera transversal la vida de la gente.
Son decisiones imprecisas, inmaduras, muchas veces hasta insensatas, que se toman al influjo de la inexperiencia de las personas.
Luce injusto, cruel e inoportuno que muchas de las decisiones más trascedentes de la gente se tengan que tomar a temprana edad.
Es desde la inmadurez de los años que se tienen que enfrentar estos dilemas que tanta incidencia tendrán luego en nuestras vidas.
Porque el porvenir se construye ahora. Se define ahora. Se determina en un ahora lleno de inocencia, ingenuidad, inseguridad e inexperiencia.
Una decisión prematura equivocada puede ser el fracaso y la tortura eterna de una persona que tuvo que elegir muy temprano en la vida qué ruta tomar para salir a camino.
Solo el peso de los años y las canas pueden parir decisiones firmes, maduras y certeras. En esta instancia es más fácil que la suerte esté contigo.