La cartita de Trump

Bernardo Vega

Escribo este artículo el jueves 31 de julio sin estar enterado de la decisión de este día del presidente norteamericano Donald Trump en cuanto a los aranceles que se aplicarán a las exportaciones dominicanas a su país. A diferencia de los casos de Japón, Inglaterra y la Unión Europea, los dominicanos y los otros países pequeños no negociaremos un acuerdo, sino que simplemente recibiremos una carta del presidente Trump indicando los aranceles que se aplicarán a nuestras exportaciones. Es un simple “tómalo o déjalo”, decidido por Trump. Pero no sorprendería si su carta se pospone, algo típico del presidente norteamericano.

Para nuestro país ese nuevo arancel es muy importante, ya que entre un 70% y un 80% de nuestras exportaciones van a Estados Unidos y Puerto Rico, en contraste con el 8% que va a la Unión Europea, el menos de un 1% que va a Canadá, el 1.4% que va a México y el 2.2% que va a Brasil. El restante va principalmente a Haití. Pero nuestra dependencia de la decisión del presidente Trump es aún mayor ya que el 60% de todas nuestras exportaciones a Estados Unidos está representado por productos de zonas francas y casi todos llenan los requisitos de origen por lo que están abarcados por el Acuerdo de Libre Comercio DR-CAFTA y, consecuentemente, tienen derecho a acceder al mercado norteamericano libre de impuestos. Hasta ahora, México ha logrado que se le respete con un arancel cero para sus exportaciones de zonas francas amparados bajo su Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá y se espera que lo mismo ocurra con las exportaciones bajo el DR-CAFTA y que eso también aparecerá en las cartas a El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Panamá y Honduras, aunque presumo que la carta dirigida al presidente Ortega de Nicaragua, país también miembro del DR-CAFTA, dirá algo diferente, por razones eminentemente políticas. Pero también nadie garantiza que el cero arancel aplicado a México se mantendrá. Los países miembros del Caricom también recibirán su carta uniforme y no sabemos si allí Trump incluirá o no a Haití.

Mientras tanto las inversiones en nuestras zonas francas se han mantenido estancadas dada la incertidumbre debido a la falta de decisiones por parte de Trump.

En resumen, que nuestro país, junto con México y Centroamérica, depende muchísimo del mercado norteamericano, en contraste con América del Sur donde sus exportaciones a ese destino fluctúan solo entre un 10% y un 20%.

Fuera del DR-CAFTA y sujeto al nuevo arancel estarán nuestro cacao, el café, el guineo, el aguacate, los ajíes y otros productos agrícolas. Con el cambio climático se dice que eventualmente se podrá producir café y cacao en Estados Unidos, pero, por el momento, ese nuevo arancel perjudicará al consumidor norteamericano a través de mayores precios. Es tiempo que pensemos en reorientar nuestras exportaciones de esos cinco productos a otros mercados, como el europeo, donde ya enviamos el guineo.

En cuanto a nuestras exportaciones industriales fuera de zonas francas, está el caso del azúcar donde el arancel beneficiará a los productores americanos de azúcar de remolacha, pero para los productores dominicanos la verdadera e importante “cuota” azucarera ya está representada por el mercado dominicano que consume el grueso de nuestra producción total de azúcar y, también, es el más rentable. También quedarán afectadas nuestras exportaciones de cemento, químicos y plásticos, entre otros.

Esperamos que nuestros negociadores hayan convencido a Washington sobre cuatro razones por las cuales deben gravarnos con un arancel bajo:

Que tenemos un déficit muy grande con ese país en el comercio bilateral.

Que como miembro del DR-CAFTA Estados Unidos tiene obligaciones arancelarias con nosotros.

Que, a diferencia de México, hemos evitado que productos chinos o sus materias primas lleguen a nuestras zonas francas para después de una conversión mínima luzcan como de origen dominicano, y

Que tenemos a nuestras tierras raras siendo analizadas precisamente por ingenieros norteamericanos.

Trump en algunas negociaciones ha logrado que se obligue a ciertos países grandes a adquirir armamentos y combustibles por altos montos a Estados Unidos, pero como el grueso de nuestros productos petroleros ya viene de Estados Unidos, no creo que aplicarán ese tipo de cláusula.

En fin, que esperemos la cartita para ver en cuánto nos golpeará. Pero, para complicar las cosas aún más, un juez federal está decidiendo si el presidente Trump cuenta con autoridad para modificar aranceles o si eso requiere que sea aprobado por el Congreso.

El miedo a un efecto negativo provocado por un impuesto a las remesas enviadas por nuestra diáspora desde Estados Unidos se ha reducido, pues ya que en vez de un 5% el impuesto ha sido bajado a un 1% y no se aplicará si la plata proviene de una transferencia de una cuenta bancaria y tan solo si se trata de una entrega en efectivo para alimentar las remesas.

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