La cuestión de la mosca se aborda con precaución
Martín Polanco
La mosca del Mediterráneo o Ceratitis capitata, cuya aparición se registra en una zona de poca importancia en términos de producción agrícola comercial del país, genera inquietud y ha sido una preocupación constante para la agricultura mundial.
Es una especie de insecto considerada una plaga agrícola. Originaria de África, se cree que se expandió a mediados del siglo XIX hacia la región mediterránea, de donde toma su nombre, y desde entonces ha causado estragos en los cultivos. En República Dominicana las autoridades agrícola manejan el tema con cautela y han garantizado disponer de todos los recursos -de logística, dinero o lo que haga falta- para evitar que el insecto se mueva más allá del espacio en el que se detectó (en Los Corales, Punta Cana).
Su impacto como plaga dañina se reconoció a medida que su presencia se extendió por diferentes regiones del mundo, especialmente cuando se demostró su capacidad para infestar y dañar frutas y vegetales.
Esta mosca es perjudicial debido a su habilidad para depositar sus huevos dentro de frutos en maduración, lo que lleva a la contaminación de estos y provoca daños significativos en la calidad y la producción de los cultivos.
La razón principal por la que los países prohíben la importación de frutas procedentes de regiones infestadas por la mosca del Mediterráneo es para prevenir la introducción y propagación de esta plaga en sus propios territorios.
Las larvas de la mosca se desarrollan dentro de las frutas, lo que conlleva a la pérdida de calidad, maduración prematura, pudrición y, en consecuencia, a la disminución del valor comercial de los productos.
Aunque la mosca del Mediterráneo no afecta directamente a los humanos, su presencia tiene un impacto económico significativo en la industria agrícola. En cuanto a sus ubicaciones, ha estado presente en diversos países, como Italia, Grecia, España y Portugal en Europa; Israel y Turquía en el Medio Oriente; Sudáfrica y varios países de América Latina como Argentina, Brasil y República Dominicana.
Les “echa el ojo” a muchos
Según el Instituto Colombiano Agropecuario ataca a más de 250 especies frutales, entre ellas: naranja, limón, mandarina, aguacate, lechosa, pimienta, mamey (zapote), pomelo, uva, mango, papaya, fruto de cactus, pera, manzana, guayaba y durazno, provoca daños físicos directos en la pulpa de las frutas, producidos por las larvas y daños secundarios causados por la entrada de microorganismos patógenos, además de implicaciones indirectas tales como las medidas cuarentenarias y los tratamientos de poscosecha.
Los protocolos seguidos por otros países para controlar esta plaga incluyen medidas de cuarentena, sistemas de monitoreo y detección temprana, la aplicación de métodos de control biológico como la liberación de insectos estériles para interrumpir su reproducción, el uso de trampas y el establecimiento de áreas libres de la mosca para proteger las zonas no infestadas.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y otros organismos internacionales establecen regulaciones y acuerdos para el control y notificación obligatoria de la presencia de la mosca, y aseguran la implementación de medidas fitosanitarias para prevenir su propagación y proteger los cultivos a nivel global. Esta especie ha sido identificada como un bicho agrícola debido a su capacidad para infestar una amplia gama de frutas y vegetales.
Se debe hacer un estudio profundo de ciclo de vida
Conocedores en el tema citan lo riesgoso que resulta la mosca, cuyo impacto radica en su ciclo de vida: las hembras depositan sus huevos en frutas en crecimiento, donde las larvas se desarrollan y alimentan, y causan daños al interior del fruto. Esto resulta en la degradación de la calidad de las cosechas, baja de rendimiento y de rentabilidad de los agricultores y la disponibilidad de alimentos. Para cuidarse de eso, los países receptores de los productos susceptibles a ser tocados por la mosca suelen tomar medidas estrictas para prevenir la propagación de esta. Esta restricción busca salvaguardar sus propias producciones agrícolas y evitar el impacto negativo en su industria. Ninguna nación quisiera poner en picada, ni arriesgar su sector productivo.
La mosca del Mediterráneo o de la fruta no afecta directamente a los seres humanos, pero su impacto económico en la agricultura es significativo. Diversos países implementan protocolos y estrategias de control para contenerla y erradicarla.
Algunos productores de frutas consultados ayer por elCaribe prefirieron esperar la evolución del tema. Otros resaltaron que hasta ahora “no hay peligro” y algunos exhortaron a “no sazonar tanto el tema, si no es necesario”.
El Caribe