La delincuencia común y su fuente original
I.- Aspiración del ser humano a vivir tranquilo
1.- De parte de una persona decente, es normal aspirar a vivir en un espacio ajustado al proceder correcto, porque para estar espiritualmente tranquilo es necesario disfrutar de un lugar que sea acogedor y motive agrado.
2.- Los dominicanos y las dominicanas les hacen un momento placentero a cualquier ser humano porque, por idiosincrasia, tienen temperamento deleitoso, muy ameno y de la manera más natural.
4.- El actuar simpático y el trato amable atraen, acercan mutuamente, lo mismo que la actitud desagradable y fastidiosa, aíslan, crean repulsa.
3.- Pero ocurre que el entorno nuestro se ha puesto muy difícil porque, por encima del carácter distintivo y propio de los nuestros, están las malas condiciones de vida material y espiritual de la generalidad de los que aquí habitan.
II.- No importa la valentía, el terror domina
5.- Lo que se está viendo en el diario vivir dominicano, es que la descomposición de la sociedad, el agrietamiento que observamos, causa miedo muy grande, pánico, hasta al más revestido de valor.
6.- No es cuestión de permanecer cargado de horror, ni lleno de espanto. La realidad es que por cualquier lugar que nos movemos está presente lo que lleva a poner los pelos de punta y a temblar la carne.
7.- Poco importa lo valiente e intrépido que usted sea. En un abrir y cerrar de ojos, en un santiamén, se encuentra que está en sobrecogimiento, horrorizado.
8.- En cualquier sitio. Puede ser en el hogar, centro de trabajo, en la vía pública, centro de diversión o en la iglesia, ahí está el malhechor. El delincuente está a la espera de su víctima, para atracarla, asesinarla o ambas acciones criminales a la vez.
9.- El maleante no tiene piedad. No hace caso a que el infortunado sea hombre o mujer, o que el agredido sea empresario o pulpero. El antisocial de cuello sucio no hace separación.
10.- El estado de incertidumbre se ha apoderado del hombre o la mujer de bien, del niño y del adulto. El inseguro es cualquier ser viviente que esté al alcance y a la vista del desalmado, pero armado para asesinar y robar.
11.- La duda de regresar con vida al hogar, es improbable. No hay nada en firme. Cada quien está expuesto a ser objeto de un asalto en la casa o negocio, lo mismo que ser asesinado en su vehículo o durmiendo en su cama.
III.- La delincuencia nueva, hija de la actual sociedad
12.- Pero no nos engañemos. Debemos de ser realistas y reconocer que la sociedad dominicana, no siempre ha estado preñada de esa delincuencia común que tiene en pánico a todo el país.
13.- Que cada quien se coloque en el terreno de la sensatez, y ajustado al juicio imparcial y sereno, para que pueda razonar y tener una explicación de ese nuevo delincuente, hijo legítimo del actual orden económico y social.
14.- Basta con saber que ese antisocial de ahora, es de factura nueva, resultante de ese modelo económico que trajo su delincuente y su cultura.
15.- Al momento de conocer el acto ejecutado por el jovencito atracador, también hay que pensar que él tiene su “música” preferida, predilecta forma de vestir, jerga para comunicarse entre sus iguales, marcas en su cuerpo, corte especial de pelo y cómo sostiene sus pantalones apretados a los glúteos.
16.- Esa nueva delincuencia, es la expresión de un orden social que tiene novedad en los negocios, en las artes y en todo aquello que gira alrededor de la base económica que también vino a sustituir el anterior modo de vida y la criminalidad renovada en agresividad e impiedad.
IV.- Para eliminar la delincuencia, sacudirnos de su fuente
17.- Está comprobado que cada sistema social genera lacras que le son inherentes, y en el caso de la criminalidad presente en nuestro país, no es una excepción.
18.- Los asesinatos, homicidios y otros delitos, seguirán formando parte de la cotidianidad dominicana, porque son taras, tachas sistémicas, lo mismo que la corrupción, la prostitución y la drogadicción.
19.- Sin importar quien esté al frente de la Policía Nacional, la delincuencia de cuello sucio y la de cuello blanco, estarán ahí, porque ambas forman parte del ordenamiento económico y social, y lo seguirán como la sombra sigue al cuerpo.
20.- Hambre, miseria, narcotráfico, corrupción, ladronismo, delincuencia, etc., son fenómenos sociales nocivos que, de manera indisoluble, están unidos a todo sistema fundamentado en la desigualdad de oportunidades.
21.- Aquel que no quiera ver en su país a las tachas sociales, como delincuencia, corrupción pública y privada, pobreza y otras lacras, que luche contra su fuente original.
22.- Mientras tanto, que nadie se engañe y aquel que no quiere vivir en este fango social, que tiene como una de sus expresiones sistémicas a la criminalidad, que accione, bregue contra su causa generadora.