La destrucción del Amazonas alcanza un nuevo récord
ANDRÉS OPPENHEIMER
Según el Instituto nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE), una agencia gubernamental, entre enero y fines de abril de este año se destruyeron 1,954 kilómetros cuadrados de selva amazónica brasileña, un aumento del 69% con respecto al mismo período de 2021.
En abril, la tala de la selva amazónica por parte de madereros, ganaderos y mineros alcanzó un nuevo récord para ese mes. Según un estudio publicado por la revista Nature, varias partes de la Amazonía ya están liberando más dióxido de carbono del que absorben, lo que está agravando la crisis climática global.
Greenpeace, Sierra Club y otros grupos ambientalistas culpan al presidente derechista Jair Bolsonaro por la destrucción vertiginosa de la Amazonía. Bolsonaro prometió detener la explotación ilegal de la Amazonía para 2030, pero al mismo tiempo ha dicho que más agricultura y minería en la región ayudarán a reducir la pobreza.
“Los continuos récords de deforestación son un resultado directo del sabotaje del presidente Bolsonaro a la aplicación de la ley ambiental en Brasil”, dijo André Freitas, de Greenpeace Brasil, en un comunicado. “Los individuos que perpetúan la deforestación ilegal tienen impunidad, ya que solo el 2% de las alertas de deforestación han sido investigadas por las autoridades en los últimos años”.
Las críticas a la falta de aplicación de las leyes del gobierno de Bolsonaro en la Amazonía han aumentado tras la reciente desaparición del periodista británico Dom Phillips y del experto en pueblos indígenas Bruno Araújo Pereira. Ambos desaparecieron cuando viajaban en un área remota del bosque para informar sobre la pesca y la caza ilegales.
Durante la Cumbre de las Américas que tuvo lugar del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, altos funcionarios de Estados Unidos y Brasil se reunieron para hablar de las alarmantes cifras de deforestación del Amazonas.
En una entrevista posterior a la cumbre, el representante especial del presidente Joe Biden para el cambio climático y ex secretario de Estado, John Kerry, me dijo que el ministro de Justicia y el ministro del Medio Ambiente de Brasil le reconocieron en la reunión que “efectivamente ha aumentado” la deforestación en los últimos meses.
Kerry agregó que estaba trabajando con los dos ministros brasileños para crear un grupo de expertos brasileños y estadounidenses para encontrar formas de que se apliquen las leyes ambientales brasileñas, y que “ambos ministros estaban profundamente comprometidos con esto”.
La Cumbre de las Américas acordó dar $50,000 millones de varias instituciones financieras regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo durante los próximos cinco años para apoyar proyectos de cambio climático en América Latina y el Caribe. Los fondos se destinarán principalmente a proyectos de energía solar, eólica y otros proyectos de energía verde, me explicó.
Los ambientalistas aplauden el compromiso de destinar estos fondos a combatir el cambio climático en la región, pero advierten que dichos acuerdos a menudo se retrasan por obstáculos burocráticos o legales.
Los críticos de Bolsonaro temen que, lejos de mejorar, la destrucción de la Amazonía aumentará aún más en los próximos meses. Esto se debe a que Brasil tendrá elecciones presidenciales en octubre, y es probable que Bolsonaro busque un mayor crecimiento económico a toda costa en la Amazonía por motivos electorales.
“Si vemos lo que ha estado ocurriendo en los últimos años, obviamente tenemos que ser muy escépticos sobre Bolsonaro”, me dijo Javier Sierra, portavoz del Sierra Club. “Ha sido uno de los mayores agentes destructivos en prácticamente toda la comunidad climática del mundo”.
Independientemente de si esa es una acusación justificada, no hay duda de que la Amazonía está siendo destruida a pasos agigantados mientras el mundo está enfocado en otras crisis.
Es hora de poner el cambio climático y la destrucción del Amazonas en el centro de la agenda política global, junto con la invasión de Ucrania y el COVID-19. De lo contrario, los gobiernos no van a hacer nada, y la crisis climática global va a empeorar mucho más rápido de lo esperado.