La economía dominicana necesita una mejor coordinación entre el gasto público y las políticas del Banco Central

Santo Domingo, 18 junio. – En un contexto internacional cada vez más inestable y con una economía local que no está creciendo al ritmo que históricamente ha acostumbrado, dos economistas dominicanos de gran peso, Juan Ariel Jiménez y Raúl Ovalle, coinciden en una advertencia clara: República Dominicana necesita una mejor coordinación entre la política fiscal y la política monetaria.

Ambos expertos coinciden en que mientras esa coordinación no se logre, las medidas tomadas para enfrentar los efectos de los conflictos globales o de la desaceleración interna seguirán siendo parciales y no lograrán un impacto suficiente en la economía nacional.

Raúl Ovalle, que tiene años analizando el entorno económico dominicano e internacional, plantea que el país necesita protegerse ante posibles aumentos prolongados en los precios del petróleo y el gas natural. Para él, una solución efectiva sería que el país adopte de forma permanente seguros energéticos como los que aplicó con éxito en los años 2015 y 2021.

Si no se toman estas precauciones, advierte, un nuevo golpe externo podría disparar los costos internos, obligar al Banco Central a subir sus tasas de interés y frenar aún más el crecimiento económico.

De su lado, Juan Ariel Jiménez explica que en los últimos tiempos ha sido el Banco Central quien ha cargado casi solo con el peso de impulsar la economía, a través de inyecciones de liquidez y programas que buscan facilitar el crédito en sectores clave como la construcción, la industria, las exportaciones, la agropecuaria y las pequeñas empresas.

Pero sostiene que esas medidas tienen un alcance limitado si no están acompañadas por una política fiscal más activa que se centre en la inversión pública como herramienta de crecimiento de largo plazo.

En otras palabras, los economistas dicen que el gasto público debe dejar de ser visto como un salvavidas temporal y pasar a convertirse en una estrategia constante para mejorar la infraestructura del país y atraer inversión privada, lo que a su vez fortalecería la creación de empleo y elevaría el nivel de vida de los dominicanos.

Ambos expertos ofrecieron estas declaraciones como parte de su participación en la Entrevista Especial del periódico elCaribe y el canal CDN, en un espacio que permitió una discusión a fondo sobre los desafíos actuales de la economía y las posibles soluciones.

Durante su intervención, Juan Ariel Jiménez recordó que desde mediados de 2024 la economía dominicana ha mostrado una desaceleración progresiva. En ese momento, el país crecía a un ritmo de 5.5% o 5.6% en el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), pero esa cifra ha venido bajando.

Esa tendencia ha generado preocupación en el Banco Central, ya que cuando la economía crece menos también se generan menos empleos y se reduce el poder de compra de la población.

Según Jiménez, en respuesta a esta situación y ante la falta de una política fiscal que impulse la economía, el Banco Central ha decidido actuar solo. Para ello, lanzó un paquete de medidas que incluye liberar 50 mil millones de pesos del encaje legal de los bancos, reactivar 14 mil millones que no se habían usado en programas anteriores y posponer pagos por 17 mil millones de pesos en facilidades de liquidez. El objetivo es abaratar los préstamos y estimular la actividad económica en sectores clave.

Para Ovalle, aunque el contexto internacional es complicado, los indicadores de riesgo país de República Dominicana se han mantenido en niveles bajos, lo que demuestra que los inversionistas aún confían en el manejo económico del país.

Sin embargo, también advierte que en los últimos seis meses se ha notado una desaceleración importante. Si se eliminan los efectos estacionales, Ovalle calcula que la economía dominicana está creciendo apenas un 2%, muy por debajo de su promedio histórico de alrededor del 5%.

Ese dato, dice Ovalle, debería ser una señal de alerta para las autoridades. Hasta antes del reciente anuncio del Banco Central, tanto la política monetaria como la fiscal eran restrictivas, lo que quiere decir que ambas estaban limitando el gasto y la inversión en lugar de estimularlos. Por eso, considera que la decisión del Banco Central de intervenir es acertada, aunque sus efectos no se verán de inmediato.

De hecho, Ovalle estima que los beneficios del programa monetario lanzado por el Banco Central podrían sentirse entre finales de 2025 y principios de 2026. Eso significa que la economía podría empezar el próximo año con un leve repunte si se mantienen las condiciones actuales.

Pero, para que ese crecimiento sea sostenido en el tiempo, Ovalle insiste en que hace falta una política fiscal más activa y un aumento en la inversión pública. En su opinión, la economía dominicana no puede depender solamente de las decisiones del Banco Central, porque la liquidez por sí sola no crea crecimiento sostenido si no hay obras, proyectos y políticas que acompañen ese dinero.

Juan Ariel Jiménez también enfatiza la importancia del gasto de capital, es decir, las inversiones que hace el Estado en obras como carreteras, puentes, puertos y aeropuertos.

Según explica, ese tipo de gasto es el que realmente permite que el país aumente su capacidad de producción, conecte regiones apartadas con los centros urbanos y reciba más turismo interno e internacional. Además, esas obras suelen generar empleo y atraer inversión privada en las zonas donde se desarrollan.

Jiménez menciona como ejemplo la construcción de un puerto en Manzanillo, que considera clave para dinamizar la economía del noroeste del país. También habla de Santiago como un centro industrial que necesita más inversión para aprovechar su cercanía con la costa este de Estados Unidos, uno de los mercados más importantes del mundo.

En ese sentido, sostiene que la inversión pública tiene un doble efecto: mejora la competitividad del país y sirve como imán para atraer capital privado. Y si se gestionan correctamente, esas inversiones incluso pueden pagarse solas en el tiempo con los ingresos que generan.

En cambio, el gasto corriente —como el pago de nóminas o subsidios— aunque necesario, no agrega valor a largo plazo ni impulsa el crecimiento económico.

Jiménez advierte que si el país sigue dependiendo de medidas de corto plazo y no invierte en infraestructura y desarrollo, podría caer en la llamada “trampa del ingreso medio”, una situación en la que los países dejan de crecer a buen ritmo y se estancan en un nivel de desarrollo que no les permite avanzar hacia el bienestar generalizado.

Al hablar sobre cómo proteger la economía dominicana de los riesgos que vienen del exterior, Ovalle plantea que el país debería adoptar una política permanente de adquisición de seguros energéticos.

Recordó que durante la guerra de Ucrania, República Dominicana sufrió menos los efectos del alza de los precios del gas natural gracias a esos seguros. Hoy, en cambio, el país no cuenta con esa protección, y cualquier nuevo conflicto —como el que existe entre Irán e Israel— podría disparar los precios de los combustibles y afectar gravemente a la economía local.

En cuanto al turismo, Ovalle señaló que hay una oportunidad interesante que se podría aprovechar. Explicó que por razones políticas y económicas, los viajes desde Canadá hacia Estados Unidos han caído casi un 70%, niveles similares a los de la pandemia.

Eso significa que muchos canadienses están buscando nuevos destinos turísticos, y República Dominicana podría redirigir sus campañas para atraer a ese público a lugares como Punta Cana, Samaná o el Cibao.

Sobre el tipo de cambio, Ovalle considera que el país también enfrenta desafíos. Explica que la economía dominicana históricamente ha funcionado bien con tasas de interés internacionales en torno al 2%, pero ahora la Reserva Federal de Estados Unidos tiene su tasa en 4.5%, lo que ha creado una nueva realidad.

Esa situación ha provocado que muchos hogares y empresas dominicanas prefieran mover sus dólares al extranjero, buscando rendimientos más altos en el mercado financiero estadounidense. Esto ha aumentado la presión sobre el tipo de cambio y ha provocado una ligera apreciación del dólar frente al peso dominicano.

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