La fundación de Participación Ciudadana una experiencia enriquecedora

Por Antonio Isa Conde

Dentro de los esfuerzos de la Asociación de Empresas Industriales de Herrera (AEIH) por elaborar los lineamientos generales de un Plan Nacional de Desarrollo, cuyo fruto más sobresaliente fue Plan Educativo, origen del Plan Decenal de educación y ya cuando teníamos listo el documento básico, a finales del año 1992, se despertó una gran inquietud ente nosotros, que nos obligó a preguntarnos:

—Con el tipo de gobierno antidemocrático que nos gastamos, ¿cómo podemos establecer un cambio de esa naturaleza?

De ahí salí a conversar con unos amigos, entre ellos Juan Bolívar Díaz, Miguel Ceara Hatton, Isidoro Santana, Carlos Pimentel (padre) y Rafael Toribio, entre otros. Con ellos empezamos a reunir gente y a elaborar el proyecto de Estatutos y la Declaración de Principios que darían origen a la fundación de Participación Ciudadana.

Luego de muchas discusiones productivas, celebradas en mi casa, pudimos terminar esos documentos y presentarlos para fines de aprobación en la Asamblea constitutiva que se celebró el 31 de octubre del 1993, con la integración de una masa crítica de ciudadanos, con grandes convicciones democráticas, con deseos de trabajar, capaces de convertir la organización recién creada en un interlocutor válido entre la sociedad civil y los poderes públicos.Integrantes-de-Participación-Ciudadana

En esa asamblea se eligió el Consejo Nacional y el Comité Coordinador y fui elegido como primer coordinador de esa institución, que ha dado cátedra de compromiso y seriedad.

Los principales candidatos para las elecciones de 1994 eran José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, quien -como de costumbre- hizo fraude. Pero ya la sociedad contaba con la disposición y medios para denunciarlo, entre ellos el propio Movimiento Cívico Participación Ciudadana, que empezó a evidenciar las irregularidades, ya que tenía observadores en algunos de los centros de votación.

Cuando la Junta Central Electoral, cómplice del fallo, proclamó a Balaguer como Presidente se produjeron levantamientos y manifestaciones populares que lo obligaron a negociar una reforma constitucional que prohibiera la reelección y acortara su período a dos años, así como otra serie de acuerdos, entre ellos separar las elecciones congresuales y municipales de las presidenciales, establecer el 40% más 1 de los votos como tope para ganar los comicios y la segunda vuelta si ningún candidato obtenía ese porcentaje.

El centro de la negociación estaba dirigido por monseñor Agripino Núñez Collado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Ese documento debía ser firmado por los principales actores, los dirigentes políticos y una serie de testigos de la sociedad civil. A la hora de suscribir el Pacto a mí me tocaba hacerlo en representación de Participación Ciudadana. Al revisarlo el día antes nos dimos cuenta de que se habían cambiado cláusulas que no eran las originalmente planteadas, que habían variado por presión de los poderes fácticos.

Lo que no entendíamos era por qué el PRD aceptó el documento con la redacción que finalmente habían impuesto, con una cláusula que planteaba que para ser elegido presidente en las elecciones que se harían dos años después tenía que ganar la mayoría de 50% más 1, pues originalmente lo que decía era el 40% más 1. Esa cláusula se coló evidentemente para afectar la candidatura de Peña Gómez.

No obstante, el PRD lo firmó, todos lo firmaron. Participación Ciudadana y mi persona nos negamos a refrendarlo como demostración de la consistencia de nuestros principios.

Ante esa situación empezamos a trabajar en procura de crear un instrumento de observación electoral que permitiera evidenciar con mucha más propiedad las artimañas y fraudes que se pudieran producir en las próximas elecciones, dando los pasos para crear la primera red de observadores electorales.

Esta red contó con el apoyo del National Democratic Institute (NDI), una institución muy activa en esa época, dependiente del Partido Demócrata de los Estados Unidos y cuyo objetivo era fortalecer los procesos democráticos en todo el mundo. Con ese apoyo y la experiencia de algunas instituciones de América Latina elaboramos una propuesta que presentamos al proyecto Iniciativa Democrática, que ejecutaba la PUCMM, con el apoyo de la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID).

La propuesta de PC fue aprobada y empezamos de inmediato a formar la primera Red de Observadores Electorales Dominicanos, con el apoyo valioso de algunos asesores internacionales, entre los que se encontraba el peruano Rafael Roncagliolo, quien nos asesoró en varios procesos. Mi período como coordinador había concluido y me integré a trabajar en la red, con lo que se desmintió a quienes de manera despectiva se referían a PC como el partido de Tony Isa.

¡Cuánta gente valiosa se integró a la red! Entre ellas y por el papel que jugó, no puedo dejar de mencionar a Carmen Amelia Cedeño, Directora Ejecutiva de PC.

Observábamos con mucha certeza y ganamos credibilidad, incluso en el conteo rápido que hizo la organización y que entregó a la Junta Central Electoral antes de hacerlo público. Al momento en que la Junta declaró los ganadores y abrió el sobre del conteo rápido de Participación Ciudadana, prácticamente no había diferencias en los resultados.

En el proceso de fundación de Participación Ciudadana y cuando se creó la Red de Observadores Electorales tuvimos muchos contratiempos, sobre todo con organizaciones políticas y partidos de ultraderecha. Recuerdo los enfrentamientos tanto con el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez como con Marino Vinicio –Vincho– Castillo. Hubo incomprensiones incluso de una parte del PLD, aunque otros de sus dirigentes, más racionales, nos apoyaron. Esos dirigentes del PLD conocían bien a los mellizos Porfirio y Doroteo Rodríguez, que eran gente muy ligada al PLD y a mí mismo.

Entre los dirigentes peledeístas que no veían, en ese entonces, a PC como una afrenta, estaban Temístocles Montás y el candidato en esas elecciones, Leonel Fernández, quien apaciguó los ánimos. Eso debo reconocerlo. Yo me mantenía cercano a algunos de esos dirigentes, pero aún así decían que el peso perredeista en PC podría definir un rumbo negativo para el Partido de la Liberación Dominicana.

Los acontecimientos siguientes probaron que eso no era así y la profesionalidad con que se manejó la observación fortaleció la credibilidad de PC.

Peña Gómez perdió en la primera vuelta, no logró el 50% más uno, que era el objetivo de Balaguer y la ultraderecha. El contendiente principal fue Leonel Fernández.

Yo tenía mis relaciones afectivas con Leonel, con quien solía encontrarme a la salida de las tertulias a las que frecuentemente asistía. Leonel era un joven brillante.

Aunque mantuve aptitud neutral, en el ejercicio de mi derecho al voto, voté por él en la primera vuelta.

En la segunda vuelta no lo hice, indignado, porque si bien podía entender la conveniencia para el PLD de una negociación con el Partido Reformista, no podía justificar que llevaran a don Juan Bosch al Estadio Olímpico y levantaran su mano junto al malvado de Balaguer, sobre todo porque ya había perdido facultades. Yo lo quería y admiraba. Por eso, y en protesta, sencillamente no voté en la segunda vuelta.

Me mantuve activo en PC hasta el día que acepté, a regañadientes, una posición pública desde ese día, hace ya cerca de 30 años por razones de principios y éticos me he mantenido al margen de todo activismo en la organización.

No obstante, desde todos los espacios que me han tocado ocupar en mi dilatada vida pública, me he mantenido coherente, apegado a mis principios sin dejar de luchar por construir mis utopías. Incluso cuando me ha tocado ocupar posiciones públicas relevantes, he dejado claro que nunca he dejado mi cabeza en la puerta del Palacio.

Acento

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