La gran tarea

Pablo McKinney

Hasta ahora, Luis Abinader parece tener claro cuál es su camino, y parece haber entendido -como pocos de sus antecesores- que el poder es pasajero, que lo importante no es la gloria del comienzo sino el respeto del final. ¡Qué es un joven sin un sueño, qué es un viejo sin respeto!

No bastan, no. Ni el poder, ni los bienes, los aplausos ni los reconocimientos son el camino a esa gloria bendita que es la posteridad, el buen recuerdo que solo otorgan los pueblo. Juan Emilio, José Francisco, por ejemplo.

La advertencia viene a partir del gran desafío al que, desde ya, se enfrenta un Abinader amenazado por la espada de Damocles de un partido que hereda del PRD una vocación fratricida que Dios se la bendiga, pero que no se la aumente.

El señor parece tener claro que su compromiso con la historia va más allá del 16 de agosto de 2028. Y porque lo tiene claro, debe hacer lo necesario por evitar que las imposiciones de nuestra cultura política, y la herencia malsana de algunos de sus compañeros afecten la marcha de su gobierno.

El hijo del Dr. Abinader tiene un compromiso con su familia y con su país, y para honrarlo tendrá que correr riesgos y estar listo para la traición, como en el amor ¡ay! siempre se ha de estar listo para el olvido.

Las doce propuestas de reformas sometidas por el presidente al escrutinio nacional en agosto 2021 deben consensuarse, debatirse en el Congreso Nacional que es la Palacio de soberanía popular, ser aprobadas y promulgadas… y si quiere que entre el mar.

Abinader se enfrenta al desafío de liderar unas reformas tan modernizadoras como necesarias, pero teme uno que a demasiados dirigentes de su partido y/o funcionarios de su gobierno (algunos entretenidos en proyectos presidenciales propios o ajenos) les importe un bledo. Aquí, el pragmatismo de lo urgente siempre ha postergado lo verdaderamente importante.

Convencer a la sociedad no partidarizada (que es la mayoría) de la sinceridad y conveniencia de sus propuestas; convencerla de que modificará la Constitución sin tocar el modelo actual de reelección, y en 2028 se irá a su Fundación habiendo cumplido la mayor parte de sus promesas, es la tarea pendiente de Luis Abinader. Al fin, si de patria y familia hablamos, todo lo demás es accesorio, secundario, accidental, y por lo mismo puede esperar.

Listín Diario

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