La hora de Max
Abu Dabi, 13 dic- Principal representante de lo que muchos llamaron la ‘next gen’, el neerlandés Max Verstappen se hizo esperar, pero no tanto. A los 24 años, siete después de su precoz debut en la categoría reina, se proclamó, al fin, campeón del mundo de Fórmula Uno. Se anotó en Abu Dabi el Mundial más emocionante y controvertido de los últimos años; culminando el gran proyecto de Red Bull que él encabezaba. Y destronando, en la última vuelta del certamen más apretado, al gran dominador de los últimos años: el inglés Lewis Hamilton (Mercedes), que apuntaba a una inédita octava corona.
Verstappen completó en Yas Marina, el circuito de la capital de los Emiratos Árabes Unidos, con un final de auténtico infarto, la que fue, de lejos, su mejor temporada. Que cerró con su décima victoria de un año en el que capturó la mitad de sus triunfos en la F1. En un final que tuvo emoción y, en su caso, buena suerte; resuelto por la entrada en pista de un coche de seguridad a falta de cinco vueltas, que se decidió con una resalida a un giro; y que, como no podía ser de otra manera en este muy tenso 2021, acabó con polémica.
‘Mad Max’, que contaba tres antes de esta temporada, firmó diez ‘poles’ durante su gran año. La principal de ellas el sábado, demostrando que ser algo alocado no tiene nada que ver con saber o no manejar la presión. El primer piloto de los Países Bajos que gana un Mundial de F1 superó con matrícula de honor la guerra psicológica que le brindó Hamilton, plusmarquista histórico de casi todo en la categoría reina; que venía de ganar las tres carreras previas -Brasil, Qatar y Arabia- y que había encabezado la tabla de tiempos de los tres entrenamientos libres en Yas Marina.
Verstappen salió primero en Abu Dabi, pero -con estrategias diferentes en lo que a neumáticos se refiere: él arrancó con blando y el británico con medio- Hamilton acabó superándolo. Y cuando todo parecía reducirse a la gestión final de las gomas en los últimos giros, con el título cada vez más cerca del espectacular y excéntrico campeón de Stevenage (103 veces en ‘pole’ y otras tantas ganador), llegó el accidente del canadiense Nicholas Latifi (Williams), que provocó un desenlace que -alejado de las numerosas conjeturas- nadie se imaginó.
La joven estrella neerlandesa aprovechó la entrada del ‘safety car’ a falta de cinco vueltas y cambió a neumático blando. Hamilton aguantó con el que tenía, esperando, quizá, que la prueba concluyese con el coche de seguridad en pista. Pero la carrera se relanzó a falta de un giro; y ‘Mad Max’ no desaprovechó la oportunidad que el destino le brindó a orillas del Golfo Pérsico. En la mejor noche de su vida.
Por simplificar las cosas: sin ese coche de seguridad, Hamilton seguramente habría festejado en Abu Dabi su octavo título. Y, sí: Verstappen tuvo suerte. Pero la suerte va y viene a lo largo de una temporada de 22 carreras. Y el nuevo héroe nacional de Países Bajos, al que nadie puede negar su más que sensacional temporada, tuvo la del campeón. En el momento y en el sitio adecuado.
Mercedes se tuvo que conformar con ampliar su propio hito sumando un octavo mundial seguido de constructores; aunque sus responsables no salieron nada contentos del circuito de los Emiratos. Donde el certamen se cerró de la maneraque marcó la segunda mitad y, especialmente , el último tercio del mismo: con otra polémica.
La escudería de Brackley presentó dos protestas en referencia a lo que ellos consideraban procedimientos que contravenían el Reglamento Deportivo de la F1 durante la estancia en pista del ‘safety’: una que aducía a que en algún momento Max habría adelantado a Lewis; y otra relacionada con el mal desarrollo en la reubicación de los coches doblados. Ambas protestas fueron desestimadas por los comisarios; pero el equipo más dominante de los últimos años anunció recurso a esta decisión.
Red Bull culminó un gran año en el que volvió a ganar el Mundial ocho temporadas después de que lo hiciese por última vez el alemán Sebastian Vettel, ahora en Aston Martin; después de pasar por Ferrari. Vettel había encabezado el cuatrienio glorioso de la escudería austriaca, que firmó cuatro ‘dobletes’ (Mundial de pilotos y de constructores) seguidos entre 2010 y 2013. Y Verstappen, que pasó definitivamente de diamante en bruto a joya de la corona, estaba llamado sucederle como el campeón más joven de la historia. Algo que hubiese logrado si hubiera ganado el título el año pasado.
‘Seb’ conserva ese honor; al haber festejado su primera corona -que certificó precisamente en Yas Marina- con 23 años. Pero ‘Mad Max’ seguirá siendo, presumiblemente durante mucho tiempo, el más joven en ganar una carrera: con 18, en el Gran Premio de España de 2016 -en Montmeló (Barcelona)-. La primera que disputó a bordo de un Red Bull. La escudería que dirige el inglés Christian Horner y para la que aporta toda su máxima sabiduría y exigencia ilimitada el austriaco Helmut Marko.
Verstappen había debutado en F1 un año antes, en Toro Rosso; cuando aún era el hijo de Jos, que también pilotó en la categoría reina y que no tardó mucho en convertirse en el padre de Max. Su primer compañero, en el equipo que ahora es Alpha Tauri, fue el español Carlos Sainz, que el domingo se fotografió junto a él y Hamilton en el último podio del año.
El talentoso piloto madrileño, de 27 años, cerró a lo grande su primera temporada en Ferrari. Acabó tercero en Abu Dabi, firmó su sexto podio en la F1 -el cuarto con la ‘Scuderia’- y completó su mejor curso en la división de honor del automovilismo al concluir el Mundial quinto: dos puestos por delante de su compañero monegasco Charles Leclerc, que lleva tres años en el equipo. Demostrando que si no hacen falta galones, no pasa nada. Pero que si se repartiesen ahora mismo, el piloto ‘número uno’ de Ferrari es él.
Su compatriota Fernando Alonso (Alpine) también brilló, en la temporada de su retorno a la F1; de la que estuvo ausente dos años en los que ganó el Mundial de Resistencia (WEC) y, entre otras, las 24 Horas de le Mans (Francia, dos veces) y las 24 Horas de Daytona (Florida, EEUU). El doble campeón mundial asturiano firmó su mejor campaña desde 2014, cuando aún corría en Ferrari. Acabó décimo, por delante de su compañero francés Esteban Ocon. Y demostró, con 40 años, lo que había declarado a Efe en Austria hace unos meses, que «en la F1 no importa la edad, sino el cronómetro».
Algo que confirmó con creces hace cuatro domingos, en Qatar, el genio astur -que la temporada próxima será el más veterano de la parrilla, tras la retirada del finlandés Kimi Raikkonen, el último campeón mundial de Ferrari (2007), que disputó su última carrera en Yas Marina-. Fernando elevó, en Losail, a 98 su nómina de podios en la categoría reina siete años después de haberse subido al anterior. Y en el ámbito de la F1 todo el mundo lleva tiempo hablando de ‘El Plan’.
Verstappen contó este año con la inestimable ayuda de su compañero, el mexicano Sergio Pérez, que, en su primer año, supo adaptarse perfectamente a su nuevo equipo. ‘Checo’, nacido hace 31 años en Guadalajara (Jalisco) no sólo completó una sensacional labor de equipo -lo hizo una vez más tanto el sábado, como el domingo- sino que amplió a quince su número de podios en la categoría reina. Este año sumó cinco, uno de ellos con triunfo en Azerbaiyán.
El bravo piloto tapatío también completó su mejor curso. Igualó su mejor puesto, pero mejoró su puntuación (pasó de 125 a 190); y acabó cuarto, por detrás del finés Valtteri Bottas, que dejará Mercedes y el año que viene, cuando el nuevo reglamento invite a mezclar de nuevo las cartas, será piloto de Alfa Romeo.
Con polémica y con suerte, Verstappen ganó. Algo que conviene no olvidar que jamás hubiese conseguido sin su enorme talento y, sí, con su buena cabeza. En Yas Marina lo hizo no sólo desde la ‘pole’, sino que también marcó la vuelta rápida en carrera. La Fórmula Uno tiene nuevo rey. Llegó la hora de Max.
Adrian R. Huber
EFE