La inflación potenciada
Luego de muchos años con una inflación inferior a la meta anual que formula el Programa Monetario del Banco Central de la República Dominicana, los precios fueron altos en el 2020, al alcanzar un 5.5 %, un nivel sobre la meta en 1.5 puntos porcentuales (pp); luego en el 2021 se incrementa, colocándose en un 8.5 %, registrando 4.5 pp sobre la meta y para el primer mes del 2022 se sitúa en un 1.18 %, señal de que la inflación continua su agitado curso hacia el alza, en perjuicio de los consumidores finales.
El relato internacional y local acerca del aumento de la inflación luego de la aparición de la pandemia por COVID-19, concluyó enfatizando que el aumento de los precios tenía carácter transitorio, juicio que ya no es presentado en los discursos oficiales, dado que, la realidad ha sido más poderosa que la narrativa. Recientemente, al menos en el plano nacional, al referirse al tema, las autoridades monetarias señalan que tiende a moderarse hacia el rango meta, sin que la evidencia fáctica lo respalde.
Al margen de los esfuerzos por contar sobre la temporalidad de la inflación y también acerca de sus causas, aspecto abordado por quien escribe en otras opiniones en este mismo medio informativo y que se resume en que, el incremento de los precios es originado por factores externos e internos y no como se ha intentado relatar, que es de naturaleza importada, al tiempo que viene presentándose desde junio del 2020, resultando como algo innegable, que la inflación golpea a todos, pero a unos más que a otros.
La inflación se torna más grave cuando el escenario donde se produce en forma simultánea acontece en un ambiente de aumento del desempleo, generando determinados niveles de miseria y sin lugar a dudas, una mayor inconformidad social en la población de los estratos más vulnerables y en la clase media, que ven perder poder adquisitivo del ingreso monetario invariable en términos nominales que recibe y variable hacia la baja en términos de su capacidad de compra.
La mejor muestra de la afirmación antes mencionada, lo evidencia el hecho de que, al aumento general de precios al consumidor de un 1.8 % en enero del 2022, se le debe agregar la pérdida de 107,036 empleos en ese mismo mes, disminución que se produjo porque a diciembre del 2021, el nivel de empleo en el sector formal del país, ascendía a 1,972,032; en cambio, al finalizar enero del 2022 se situó en 1,864,996, potenciando la tasa de inflación a un valor superior al registrado.
Los datos sobre la inflación y el desempleo como variables clave para el análisis de las condiciones de vida de la población, tienen la fortaleza de que no son el resultado de la percepción, sino que derivan de mediciones sistemáticas de datos, registrados en los mercados laboral y del comercio del consumidor final, desprendiéndose su representatividad sobre que, al elevarse ambos, la inconformidad social es visible fuera de cualquier cuantificación.
Como si no fuera poco para los ciudadanos de que la inflación sea alta y que el desempleo se incremente, el drama del aumento de los precios en un entorno de incertidumbre, nueva vez se potencia, en la medida que, se le sume la pérdida de calidad de los productos y servicios de consumo final de la población humana. Lamentablemente, en el país ninguna entidad pública o privada mide la satisfacción de los consumidores de bienes y servicios que conforman la canasta básica de alimentos.
Sin embargo, la ausencia de datos dominicanos sobre la calidad de lo consumido, no significa que no tenga una incidencia en la confianza y en el gasto de la familia y por esa vía, en la calidad de vida de la gente. En Estados Unidos, la Universidad de Michigan realiza la medición en forma trimestral, indicando la más reciente que se sitúa en un 2.5 %, que, sumada a la tasa de inflación interanual de enero del 2022, que fue de un 7.5 %, la inflación por ambos indicadores se situaría en un 10.0 % para el referido país.
De haberse medido el índice de satisfacción en los consumidores para la economía dominicana, no cabe la duda de que la inflación fuera mayor de un 8.5 % en el 2021 y de un 1.18 % en enero del 2022, agravando el perjuicio a la población del país en su calidad de vida.
Una de las reacciones naturales del consumidor de ingresos monetarios nominales fijo cuando hay inflación, es que tiende a demandar menos cantidad de los bienes y servicios que necesita y demanda, como forma de proteger el presupuesto familiar, decisión que lo acerca más a niveles inferiores de la calidad de vida y que resulta ser una modalidad de inflación, al destinar el mismo monto y hasta más de recursos por una menor cantidad de lo que consume.
De manera que, el proceso inflacionario que padece la población dominicana desde que en junio del 2020 los precios comenzaron a incrementarse, unido al aumento del desempleo, la elevación de la insatisfacción del consumidor y la disminución de la cantidad de bienes y servicios consumidos por los sectores más afectados, origina una inflación potenciada, mayor a la revelada por el Banco Central. El referido tipo de inflación debe ser de interés para construir un índice compuesto que pueda cuantificar su dimensión.
La inflación potenciada en la República Dominicana puede continuar incrementándose por las tensiones bélicas entre Ucrania y Rusia, que involucra a muchos países de Europa y a los Estados Unidos, en adición a la ausencia de un plan antinflacionario en el país, escenario que no le depara un corto plazo halagüeño a la población de bajos ingresos y a la clase media.
Los desafíos del momento para la economía dominicana que implica el movimiento de los precios hacia el alza, deben obligar a que la agenda gubernamental establezca como prioridad el control de la inflación, en al menos los factores internos que la originan y de aquellos que la promueven, como una manera de restarle intensidad, al tiempo de proteger el bolsillo de los consumidores.