La inquietante imagen de agentes enmascarados es cada vez más frecuente en la vida cotidiana de EEUU

NUEVA YORK, 18 julio.  — En cuestión de meses, ver a los agentes de inmigración deteniendo personas —a menudo en medio de la ira y el clamor público— se ha vuelto algo habitual en Estados Unidos.

Pero algo ha desaparecido en el proceso: los rostros de los agentes, cubiertos por gorras, gafas de sol, cuellos altos o pasamontañas, que los dejan prácticamente irreconocibles.

Apenas transcurrida la mitad del año, los rostros cubiertos de los agentes durante la oleada de operativos migratorios bajo las órdenes del presidente Donald Trump se han convertido en una de las imágenes más potentes y controvertidas de 2025.

El aumento en las restricciones migratorias ya era un tema controvertido entre aquellos que se oponen a las acciones del gobierno federal y quienes las apoyan. La imagen de los agentes enmascarados que las implementan está creando todo un nuevo nivel de conflicto, de tal forma que no tiene comparación en la historia de Estados Unidos.

Los funcionarios del gobierno de Estados Unidos han defendido consistentemente la práctica, asegurando que los agentes de inmigración han enfrentado un creciente y estridente acoso público y en internet mientras llevan a cabo su labor en servicio de las promesas de Trump de realizar deportaciones a gran escala, por lo que ocultar su identidad es por su seguridad y la de sus familiares para evitar cosas como amenazas de muerte y doxing —publicar en línea la información personal de alguien sin su consentimiento.

“Lamento si la gente se ofende de que usen máscaras, pero no voy a permitir que mis oficiales y agentes salgan y pongan sus vidas en peligro, a sus familias en riesgo, porque a la gente no le gusta lo que es la aplicación de la ley de inmigración” señaló el director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus inciales en inglés), Todd Lyons.

Existe resistencia, como era de esperar

Demócratas y otras personas, incluidos varios procuradores estatales, han arremetido contra la medida, asegurando que llevar el rostro cubierto genera miedo entre la población y que esta práctica debería llegar a su fin.

En una carta dirigida a Lyons la semana pasada, un grupo de senadores demócratas dijo que la intensificación de las restricciones de inmigración en lugares de trabajo, restaurantes y otros sitios ya estaba causando consternación y que la imagen —cada vez más frecuente— de agentes enmascarados “representa un claro intento por aumentar ese miedo y ese caos, y por evitar que esos agentes rindan cuentas por sus actos”.

En la cultura estadounidense, llevar el rostro cubierto a menudo ha ido de la mano con suposiciones de comportamiento indebido. Como los bandidos que llevaban pañuelos en las películas del oeste, o ladrones poniéndose pasamontañas antes de asaltar un banco. Incluso los superhéroes de las historietas que cubren sus rostros se han visto envueltos en los últimos años en tramas en las que se refiere a ellos despectivamente como “enmascarados” y aseguran que su decisión de ocultar sus identidades mientras hacen justicia es transgresora.

Además, la presencia de policías o fuerzas paramilitares con el rostro cubierto ha sido considerada por los estadounidenses como contraria a las promesas de democracia y justicia para todos —y al principio del derecho consuetudinario de poder enfrentar a tus acusadores.

En general, llevar el rostro cubierto sufrió otro golpe en la vida estadounidense durante la pandemia de COVID-19, cuando muchos partidarios de Trump se burlaron de las nociones de que las mascarillas aislarían a las personas del mortal virus y despreciaron a las personas que las usaban. Más recientemente, Trump se ha expresado en contra de quienes se cubren el rostro, al menos entre los manifestantes. El mes pasado publicó en redes sociales que los manifestantes que usen máscaras deberían ser arrestados.

Dado todo ese contexto cultural, resulta incluso más problemático que aquellos que aplican las leyes sean los que lleven el rostro cubierto, dijo Tobias Winright, profesor de teología moral en la Universidad Pontificia de San Patricio, en Maynooth, Irlanda. Ha trabajado en las prácticas policiales de Estados Unidos y a menudo escribe sobre ética policial.

Si “lo que estás haciendo es correcto y transparente”, destacó, “entonces, ¿por qué ocultar tu identidad?”.

El poder da diferentes significados a diferentes símbolos

Para aquellos que se preguntan por qué es diferente que las fuerzas del orden usen máscaras si también lo hacen los manifestantes y el personal no policial, es porque los símbolos tienen diferentes significados según el poder y la posición de las personas que los usan, dijo Alison Kinney, autora de “Hood”, un libro sobre las sudaderas con capucha y las diversas formas en que las personas la han utilizado.

“Los agentes del ICE son agentes del Estado y no sólo se les ha otorgado poder, sino también protecciones para llevar a cabo su trabajo”, comentó. “Pero se supone que ese trabajo es también un servicio público. También se supone que debe ser responsable y transparente ante el público”.

“Y por lo tanto, tienen una mayor responsabilidad de transparencia y rendición de cuentas y de identificarse para que podamos responsabilizarlos por la justicia o injusticia de sus acciones”, explicó.

No es la primera vez que surgen preocupaciones sobre la manera de responsabilizar a las fuerzas del orden ante la sociedad. Grupos activistas exigieron que los agentes usaran cámaras corporales y que la policía llevara a la vista nombre y número de placa. Pero no ha habido mucha discusión sobre la práctica entre las fuerzas policiales de llevar el rostro cubierto ya que no existe un historial de que se haya hecho de manera oficial y generalizada en Estados Unidos, fuera de operaciones tipo SWAT o encubiertas, señaló Winright.

El ejemplo más destacado en la historia estadounidense sobre el uso de máscaras con el propósito de ocultar la identidad es también el más negativo: los ataques racistas llevados a cabo por los miembros del Ku Klux Klan.

Las máscaras, desde luego, tenían el propósito de mantener en secreto las identidades de quienes las usaban, dijo Elaine Frantz, profesora de historia en la Universidad Estatal de Kent y autora de “Ku-Klux: The Birth of the Klan during Reconstruction”. Pero también facilitaban a su portador la posibilidad de cometer actos violentos contra otros, añadió.

“La cuestión en cuanto a las máscaras es que funcionan como un escudo antidisturbios”, dijo Frantz. “Mientras más separación tienes de la persona a la que estás atacando, más fácil es deshumanizar a esa persona”.

Winright dijo que espera que no se normalice el uso de máscaras entre las fuerzas del orden. Ha habido al menos una expansión hacia la policía local. En el condado de Nassau, en Long Island, a las afueras de la ciudad de Nueva York, el ejecutivo del condado Bruce Blakeman firmó la semana pasada una orden ejecutiva que permite a los agentes de policía llevar el rostro cubierto durante ciertas operaciones, incluido el trabajo con agentes de inmigración.

Sin embargo, a Winright le preocupa que el movimiento pueda tensar aún más las relaciones entre la policía y la comunidad, poniendo así a los agentes en mayor peligro.

“Usar una máscara parece aumentar el miedo y disminuir la confianza, y la policía desde el nivel federal hasta el local en Estados Unidos necesita confianza y transparencia y relaciones comunitarias que sean positivas”, dijo.

Agregó: “Los daños, los riesgos, son mayores al usar máscaras, no sólo para cada uno de los agentes, sino para la profesión como tal, así como para la sociedad de Estados Unidos. Sólo va a exacerbar aún más la polarización de nosotros contra ellos, la falta de confianza, y eso es probablemente lo último que necesitamos ahora”. AP

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