La Izquierda debe construir la participación y superar el raquitismo electoral. Mi autocrítica

Por Manuel Salazar

(Analizando los resultados obtenidos por su candidatura presidencial en representación de Fuerza de la Revolución en el 2004, el lamentablemente ido a destiempo compañero Rafael Flores Estrella dijo: «Hemos perdido el respeto del pueblo». Porque obtuvo poco más de seis mil votos y eran enormes las expectativas que se habían creado tanto él como sus auspiciadores).

La frase del compañero Rafael Flores Estrella debió llevarnos a todos a reflexiones para una evaluación exhaustiva del  porqué de los resultados, que de hecho no eran diferentes a anteriores de la participación de la Izquierda, y la consecuencia de los mismos para la imagen política de esta.

Pero no. No hubo reflexión, ni mucho menos resalto de experiencias. Cosa común en nosotros, no evaluar y destacar enseñanzas para mejorar la práctica que sigue.

Los de izquierda hemos sido aceptados por mayorías populares para la lucha social reivindicativa, pero no así en la lucha electoral.

Hemos sido promotores y actores principales de las grandes jornadas de lucha popular ocurridas en el país desde la caída de la dictadura de Trujillo; y a nosotros está indisolublemente vinculada la principal conquista democrática también desde el 30 de mayo de 1961, cual es, el espacio de libertades públicas y tolerancia política que se logró en 1978 y que en esencia perdura hasta hoy.

No hay reivindicación social importante a favor de sectores del pueblo cuya conquista no esté relacionada con la lucha de la izquierda.

Pero no hemos podido superar el déficit de que el pueblo nos asuma de manera parcial, para la lucha reivindicativa sí, pero no para la política electoral.

En 1990, el PCT quiso aportar a superar esta debilidad, convalidando con candidaturas a posiciones electivas al congreso desde la capital, y a municipales en siete ayuntamientos, el reconocimiento que habían logrado luchadores populares en esas mismas demarcaciones.

Y nos fue bien, acumulamos fuerzas, sentamos referencia y las bases mínimas para el desarrollo ulterior en un área compleja de la disputa por formas del poder político como son las elecciones; que comporta una lógica y unos requerimientos singulares, que no pueden ser improvisados tres o cuatro meses antes del día de los comicios; diferentes a los preparativos de huelgas y manifestaciones populares,

Pero nosotros mismos lo echamos abajo. Nos apartamos de una línea exitosa que bien podía llevarnos a construir una participación electoral significativa.

Desde entonces el régimen electoral se ha vuelto supremamente más excluyente a lo popular, además de receptor de perversidades de todo tipo; por lo que la decisión de participar en la competencia tiene que ser resultado de una reflexión minuciosa.

El PCT no desdice de la participación en las elecciones. Ha participado. Cree que es atinado participar. De hecho, tiene a disposición un registro electoral. Pero cree que es necesaria una reflexión a fondo sobre esta cuestión; que más que teórica debe centrarse en la experiencia, y sacar conclusiones que sirvan a la práctica.

Porque hay un hecho contundente que debe ser considerado con responsabilidad y honestidad: la izquierda ha presentado diversas ofertas electorales y el pueblo no las ha votado. No hemos logrado a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera «que es la vencida», ganar una votación mínimamente decente que incentive a continuar en busca de acumulación de fuerzas, más crecimiento en procesos subsiguientes, como sucedió con Salvador Allende en Chile e Ignacio Lula Da Silva en Brasil.

Allende se presentó como candidato presidencial en cuatro oportunidades antes de ser electo presidente en 1970. En 1952 obtuvo 5.4 por ciento de la votación total; en 1958 obtuvo 28.9 por ciento, y quedó en segundo lugar por apenas unos puntos abajo. En 1964 quedó en segundo lugar otra vez, obteniendo casi 40 por ciento. En 1970, resultó electo presidente.

Lula Da Silva, se presentó como candidato presidencial en seis ocasiones. Salió bien votado. En 1989, quedó entre los dos candidatos más votados, y fue a segunda vuelta, en la que perdió de Collor de Mellor. No postuló en 1994; pero si en 1998 y perdió en primera vuelta de Fernando Henrique Cardozo. En el 2002 ganó la presidencia en segunda vuelta. Ganó también en segunda vuelta en 2006, y volvió a ganar en 2022.

Tanto Salvador Allende como Lula Da Silva, entraron a la carrera electoral en un momento oportuno, y apropiado cabe subrayar; y cada vez obtuvieron una votación que alentaba a continuar.

Oportuno significa, que aprovecharon un momento histórico que ofrecía la posibilidad de hacer y lograr algo significativo. Ni antes ni después. Como hubiera sido para los fines en cuestión en nuestro país el año y la coyuntura de apertura de 1962.

Atinado quiere decir, que, en el momento oportuno, tomaron la decisión que justo correspondía. Por caso, lo atinado era participar en las elecciones de 1962, y no abstenerse.

No es ni por asomo nuestro caso.

Abre un paréntesis. Me llega a la mente un comentario de la profesora Quisqueya Lora durante un Conversatorio sobre la necesidad de participar en las elecciones, celebrado en febrero del 2008 en Plaza Bolívar. Se dirigió a mi mientras (Yo) argumentaba que se construía referencia participando, y dijo: si, es correcto participar, pero hay que valorar que no ayuda ni genera optimismo la pobre votación que cada vez se tiene. Hace más daño que bien. Cierra el paréntesis.

Es necesario reflexionar con honestidad y no apelar a posiciones benignas con nosotros mismos.

Acento

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