La matriz del peligro que entraría por Haití

Felipe Ciprián

En el Desayuno del Grupo Corripio de Comunicaciones, el pasado miércoles, Bienvenido Álvarez Vega le hizo una pregunta al presidente Luis Abinader que debió servir para un cambio profundo en los patinazos que han caracterizado a su gobierno en materia migratoria.

El director del periódico HOY quiso saber si Abinader estaba dispuesto a aflojar las deportaciones ante el hecho evidente de que la falta de mano de obra haitiana afecta sectores clave de la economía.

La respuesta del mandatario fue que el caso de Haití no era un problema migratorio, sino de seguridad nacional.

El gobernante señaló que los grupos armados irregulares están controlando en Puerto Príncipe, la parte central y en Las Cahobas, distante, dijo él, “a 60 kilómetros” de la frontera.

Supongo que Abinader nunca ha estado en Haití, puesto que Las Cahobas están a tan solo 32.6 kilómetros de Comendador, una distancia que se cubre en 45 minutos en vehículos y en menos tiempo en motocicletas.

Si como dijo Abinader el problema con Haití es de seguridad nacional porque “las bandas armadas” controlan gran parte de ese país, ¿por qué el gobierno dominicano solo da respuestas migratorias a un problema no migratorio?

Abinader dice que las formaciones armadas escalan su poder en Haití al ampliar el control del territorio, lo que amenazaría a la República Dominicana, entonces ¿qué tienen que ver con eso los trabajadores haitianos en la construcción, la agropecuaria, el turismo y un amplio comercio informal en el país?

Cada vez que las tropas de Abinader van a una finca, un edificio en construcción o un cruce de camino a detener y luego deportar a miles de trabajadores haitianos o a sus familiares, están sumando enemigos que al llegar a Haití podrían sumarse a los grupos armados irregulares, tomar un arma y desestabilizar más a Haití.

El gobierno dominicano es el principal suplidor de “combatientes” de los grupos armados al deportar a cientos de miles de haitianos pacíficos, arraigados en el país, que naturalmente se vuelven enemigos de Abinader.

Sin estrategia

Si el problema con Haití es de seguridad nacional, lo correcto es disponer de una estrategia de defensa del territorio en el caso de que las “bandas” intenten penetrar al país, pero no cebarse contra los haitianos asentados aquí, que vinieron –en los últimos años–, precisamente huyéndole a la violencia de esos grupos.

El gobierno de Abinader está tratando a los trabajadores haitianos y sus familiares arraigados aquí, como si fueran bandoleros, lo que constituye una grave injusticia en toda forma.

Salen huyendo de Haití por la amenaza de las formaciones armadas, el gobierno dominicano los atrapa en una persecución esencialmente racista, casi siempre son víctimas de extorsión y luego los repatrian, que es una forma de entregarlos a los criminales de los que huyeron.

No estoy diciendo que el gobierno dominicano sea cómplice para fortalecer a las “bandas” haitianas, pero con las deportaciones masivas, les sirve un personal bien conocedor del país que en una crisis de seguridad, serían capaces de identificar todos los símbolos del poder y llegar a ellos con relativa facilidad.

Me lastima el alma que Leonel Fernández y Danilo Medina respalden esas acciones que no forman parte de una política para contribuir a solucionar la crisis haitiana, sino que la agravan, y mucho menos es un ejercicio de soberanía porque ya sabemos que enmudecieron (al igual que las autoridades) cuando Marco Rubio se llevó de aquí un avión venezolano, en un acto de piratería en tierra, sin que ningún nacionalista lo condenara.

Migración repatria

La Dirección General de Migración continúa repatriando haitianos en forma masiva.

Los deportados que quieren regresar, masivamente, solo tienen que pagar una suma de dinero, ahora duplicada, a una mafia de coyotes y en pocos días están de nuevo en República Dominicana.

¿Por dónde entran? Por la frontera terrestre supuestamente custodiada por 11,000 militares que disponen de todo tipo de recursos logísticos.

Naturalmente, no hay que ser un veterano de la Segunda Guerra Mundial para saber que en la frontera no está ni la tercera parte de ese número de tropas, porque aquí no hay vehículos para transportarlos, no tendrían dónde dormir, comer, asearse, recibir asistencia médica, y el gobierno dominicano carece de recursos para movilizar en forma permanente un contingente de ese tamaño, ni siquiera por un mes.

Daños a la economía

En los cuatro años que han pasado desde que se agravó la crisis de seguridad en Haití, el gobierno dominicano ha esgrimido una cadena de acciones “defensivas” que inicialmente provocó un grave daño al comercio en ese mercado cautivo y luego una afectación considerable a los sectores de la construcción y la agropecuaria nacional.

Para ese mismo período la situación interna de Haití lo único que ha hecho es agravarse, pero pese a ser “un peligro para la República Dominicana”, los grupos armados nunca han intentado penetrar al territorio nacional.

Las acciones del gobierno dominicano no han servido para debilitar a las bandas, sino para golpear a trabajadores haitianos arraigados en la economía nacional, que nada han tenido que ver con el conflicto al interior de Haití.

Es muy difícil que las acciones armadas en Haití se extiendan a República Dominicana, pero no hay dudas de que como en cualquier parte del mundo, una guerra desplaza a la población vulnerable y el terreno natural para los haitianos es nuestro país.

Y en ese caso, se trataría de un problema netamente migratorio, no de seguridad nacional, porque los migrantes no vendrían armados, sino atrapados por el miedo a morir en su país, por lo que los soldados dominicanos no podrán enfrentarlos militarmente.

Si el gobierno se atreve a ordenar disparar a civiles desarmados que huyen de una guerra (lo que sería un crimen), que se prepare para defender la soberanía, pero no de los haitianos.

Ahí veremos si las gallaretas nacionalistas se presentan en zafarrancho de combate a defender la soberanía o huyen hacia las cuevas como hormigas o como ratas.

Prometo ir a la frontera como cronista para registrar sus acciones heroicas para legarlas a la posteridad.

¡Tiemplen armas, como quieran!

Listín Diario

Comentarios
Difundelo