La mejor versión del atentado contra David Ortiz
Pablo McKinney
La política todo lo daña; hasta lo que en última instancia le favorece a ella misma y al mismísimo país, y ya me explico.
La versión ofrecida por las autoridades nacionales sobre el atentado contra David, el domingo 9 de junio de 2019 en un bar de copas del municipio Santo Domingo Este, fue la menos convincente y creíble pero la más conveniente para para todas las partes, incluyendo a David Ortiz y la imagen del país.
La explicación de que David había sido herido por error, por la confusión de un torpe sicario con miopía avanzada contratado para tales fines, a uno siempre le pareció un genial ejercicio de talento creativo de abogados, funcionarios y asesores de comunicación e imagen, pues en ella la República Dominicana no aparecía como un país tan inseguro que hasta inseguro vive su beisbolista más carismático y querido.
Además, en la explicación se descartó la otra difundida y creíble versión que remitía a que todo había ocurrido por culpa del ego herido de un amigo de Ortiz, empresario, lavador y ya confeso narcotraficante en versión macho-alfa, dueño de un impresionante historial de violencia, lo que permitió dejar fuera de la ecuación periodística y judicial el delicado tema de las malas compañías de David, lo que hubiese disminuido sus posibilidades de ingresar al Salón de la Fama.
Ahora, aparece en The Boston Globe la versión periodística de la investigación encabezada por el excomisionado de la Policía de Boston, Ed Davis, que contradice a la justicia dominicana, pero la flecha ya está en el aire y David en el Salón de la Fama, ¡A Dios las gracias!
“Gadejo” político- judicial aparte, sin duda que la poco creíble versión oficial fue la mejor de todas las posibles, para todas las partes: para la imagen internacional del país, para el presunto autor intelectual, y, por supuesto para un David, que ojalá haya aprendido la lección: no todas las malas compañías son buenas, como sí lo son “Las malas compañías” del Serrat, cuyos amigos “son unos malhechores convictos de atrapar sueños al vuelo (…) sinvergüenzas que palpan a las damas el trasero”.
Pero ¡cuidado!, que sus amigos también “son gente cumplidora que acuden cuando saben que yo espero. Si les roza la muerte disimulan/ que pa’ ellos la amistad es lo primero”. (Con saludos para #lapeñadelosmuertosdehambre).