La opositora nicaragüense Támara Dávila inicia una huelga de hambre en prisión
Managua, 18 ago (EFE).- La dirigente opositora nicaragüense Támara Dávila, que guarda prisión desde hace más de un año, inició una huelga de hambre con el objetivo que el Gobierno del presidente Daniel Ortega le permita ser visitada por su hija, de seis años, y a quien no ve desde que fue detenida, en junio de 2021, informaron este jueves sus familiares.
«Támara nos informó que iniciaría una huelga de hambre el 15 de agosto como único y último recurso que siente que tiene a su alcance para demandar el cumplimiento de su derecho y el de su hija de seis años a tener comunicación», informó la hermana de Dávila, Ana Álvarez.
Dávila, que era dirigente de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, es la disidente encarcelada que, de acuerdo con organismos humanitarios y familiares, ha pasado mayor tiempo en aislamiento en prisión.
Según sus familiares, la opositora es mantenida sola en un calabozo que carece de conexión con el exterior, a lo que se suma el hecho de que tiene prohibido recibir la visita, cartas, fotografías o dibujos de su hija.
«Tiene exactamente 432 días y noches aislada completamente, sin haber salido a patio sol ni una sola vez desde su detención, en solitario, sin acceso a salud ginecológica, sin acceso a alimentación adecuada y suficiente, razón por la cual ha adelgazado más de 40 libras (unos 18 kilos)», indicó Álvarez.
La hija de Dávila, que presenció el arresto de su madre, también tiene secuelas psicológicas, como ansiedad, temor sistemático a la policía, o ganas de vivir «en un país donde no haya policías y no haya guerra», según sus familiares.
En una carta de la niña que la Policía Nacional habría negado a su madre, hay frases como: «No me acuerdo mucho de tu cara, tengo mucho de no verte», «cuando veo pajaritos y mariposas me acuerdo de vos», «mamá, no te he viso hace un año, ¿qué pasa, por qué no me dejan verte?», «quiero que te dejen en libertad», «quiero abrazarte, mamá».
«La imposibilidad de comunicación de mi hermana con su hija viola las leyes nacionales e internacionales y el Código de la Niñez y la Juventud que debe ser tutelado por el Estado», destacó Álvarez, quien sostuvo que han introducido ante el Poder Judicial siete recursos legales para que la niña se reúna con su mamá, sin obtener respuesta.
«RIESGO MUY GRANDE»
También recurrieron al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), sin tener mejor suerte, indicó la familiar.
Los familiares de Dávila afirmaron estar preocupados por la salud de la dirigente, porque ya tenía déficit de peso antes de la huelga a causa de la mala alimentación en la cárcel.
La presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez, advirtió que Dávila ahora corre un riesgo mayor.
«Conociendo la determinación y el temple de Támara, creo que estamos ante la inminencia de un riesgo muy grande (…), puede generar más represión contra ella por parte de los carceleros internamente, ¿a qué procedimientos, a qué torturas, a qué situaciones podrá ser sometida para obligarla a desistir?», expresó Núñez.
«Siempre tratamos de aconsejar y evitar que una víctima llegue a esos extremos, pero es el último recurso consciente que tienen para defender lo más grande, que es su vida», agregó.
Dávila es la segunda persona considerada «presa política» que recurre a la huelga de hambre por su hija.
En julio pasado los familiares del periodista Miguel Mora hizo lo propio por su hijo, un joven con discapacidad motora, pero hasta ahora no ha tenido éxito y se desconoce la salud del convicto tras 54 días en rebeldía.
La esposa del líder opositor encarcelado Félix Maradiaga, Berta Valle, se solidarizó desde el exilio con Dávila y Mora, y dijo comprender en parte el sufrimiento de los hijos, porque estos sufren «problemas de aprendizaje, resentimientos o enfermedades».
En el caso de su hija de nueve años sufre gastritis, «le duele el estómago cada vez que come», dijo.
Dávila, Mora y Maradiaga fueron capturados a mediados de 2021 en medio de una ola de arrestos contra opositores, en el marco de las elecciones generales, en las que Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, resultaron reelegidos, con siete de sus adversarios en prisión y dos en el exilio.