La promesa de Trump para Medio Oriente: no más ‘lecciones sobre cómo vivir’

Las declaraciones de Trump causaron preocupación entre algunos árabes por lo que podría significar la posible disminución de la presión estadounidense sobre las violaciones de derechos humanos en sus países.

Donald Trump de pie en un podio frente a una imagen de la bandera de Arabia Saudita, verde con escritura árabe en blanco y la imagen de una espada.

Por Vivian Nereim

The New York Times

Reportando desde Riad, Arabia Saudita

Cuando el presidente Donald Trump declaró desde el escenario de un opulento salón de baile de Arabia Saudita que Estados Unidos había dejado de construir naciones y de intervenir, que la superpotencia mundial ya no iba a “darles lecciones sobre cómo vivir”, el público estalló en aplausos.

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De hecho, estaba denunciando décadas de política estadounidense en Medio Oriente, reproduciendo agravios que durante mucho tiempo han sido denunciados en cafés y salones desde Marruecos hasta Omán.

“Al final, los llamados constructores de naciones destrozaron muchas más naciones de las que construyeron”, dijo Trump el martes, durante un discurso arrollador en una conferencia sobre inversiones en Riad, la capital saudita. “Y los intervencionistas intervenían en sociedades complejas que ni siquiera comprendían”.

Instó a los pueblos de la región a trazar “sus propios destinos a su manera”.

Las reacciones a su discurso se propagaron rápidamente por las pantallas de los teléfonos celulares en un Medio Oriente donde las invasiones estadounidenses de Irak y Afganistán —y, más recientemente, el apoyo de Estados Unidos a Israel mientras intensifica su guerra en Gaza, que está al borde de la inanición— están arraigadas en la conciencia pública y son criticadas tanto por monárquicos como por disidentes.

Sultan Alamer, académico saudita, bromeó diciendo que las declaraciones de Trump parecían sacadas de los libros de Frantz Fanon, el pensador marxista del siglo XX que escribió sobre la dinámica de la opresión colonial. Los sirios publicaron memes de celebración cuando Trump anunció que pondría fin a las sanciones estadounidenses a su país, devastado por la guerra, “para darles una oportunidad de grandeza”.

Y en Yemen —otro país sumido en la guerra y sometido a sanciones estadounidenses— Abdullatif Mohammed dio a entender que estaba de acuerdo con la noción de soberanía de Trump, aunque expresó su frustración por la intervención estadounidense.

 “¿Cuándo nos reconocerán los países y nos dejarán vivir como al resto del mundo?”, dijo Mohammed, de 31 años, gerente de un restaurante de la capital, Saná, cuando le preguntaron por el discurso. Los ataques aéreos estadounidenses asolaron su ciudad tanto durante el mandato del expresidente Joe Biden como en el de Trump, dirigidos contra la milicia de los hutíes respaldada por Irán, hasta que Trump declaró abruptamente un alto al fuego este mes.

“¿Quién es Trump para conceder indultos, levantar sanciones a un país o imponerlas?”, dijo Mohammed. “Pero así es como funciona el mundo”.

Las declaraciones de Trump se produjeron al comienzo de una gira de cuatro días por tres ricos Estados del golfo Árabe: Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos. Se centró en gran medida en los acuerdos empresariales, incluidos los más de 1 billón de dólares en inversiones en Estados Unidos prometidos por los tres gobiernos del golfo.

Pero su discurso en Riad dejó claro que su viaje tenía ambiciones diplomáticas más amplias. Expresó su “ferviente deseo” de que Arabia Saudita siguiera a sus dos vecinos, Emiratos y Baréin, en el reconocimiento del Estado de Israel (funcionarios sauditas han dicho que eso solo ocurrirá tras la creación de un Estado palestino). Dijo que tenía un gran deseo de llegar a un acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, y añadió que “nunca ha creído en tener enemigos permanentes”.

Y el miércoles se reunió con el nuevo dirigente de Siria, Ahmed al Shara, un antiguo yihadista que dirigió una alianza rebelde que derrocó al brutal hombre fuerte Bashar al Asad. Trump posó para una fotografía con Al Shara y el príncipe heredero saudita en una imagen que dejó boquiabiertos a la región y más allá.

President Trump met with the president of Syria, Ahmed al-Shara, an ex-militant who led the rebel alliance that ousted Bashar al-Assad, and who once led a branch of Al Qaeda before he broke ties with the jihadist group.CreditCredit…Bandar Al-Jaloud/Saudi Royal Palace

“Lo que ha pasado es realmente increíble”, dijo Mohammed, el gerente del restaurante yemení.

La alocución de Trump fue un discurso a veces farragoso que duró más de 40 minutos.

En Arabia Saudita, cuna del islam, se olvidó de mencionar que ya había dicho antes que “el islam nos odia” y que el Corán enseña “algunas vibraciones muy negativas”. En su lugar, elogió el patrimonio del reino.

Su amabilidad ante la multitud saudita contrastó con la actitud más fría de Biden hacia el príncipe heredero Mohammed bin Salmán, el gobernante saudita de facto que dirigió una campaña de bombardeos en Yemen que duró un año y que ha implementado una represión generalizada de la disidencia. Cuando Biden visitó Arabia Saudita, dijo que le había dicho al príncipe heredero que creía que era responsable del asesinato y descuartizamiento en 2018 de Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post que criticaba el gobierno de la familia real.

En cambio, Trump colmó de elogios a la península arábiga y al príncipe Mohammed, calificándolo de “hombre increíble”.

“En los últimos años, demasiados presidentes estadounidenses se han visto afectados por la idea de que nuestro trabajo consiste en examinar el alma de los dirigentes extranjeros y utilizar la política estadounidense para impartir justicia por sus pecados”, dijo Trump.

Trump y el príncipe Mohammed bin Salmán recorriendo Diriyah, el hogar ancestral de la familia real saudita, el martes.Credit…Doug Mills/The New York Times

Sus declaraciones dejaron a algunos oyentes árabes preocupados por lo que podría significar para sus países la posible evaporación de la presión estadounidense sobre las violaciones de derechos humanos.

Ibrahim Almadi es hijo de un hombre de 75 años con doble nacionalidad, estadounidense y saudita, que fue detenido en el reino por publicar críticas en las redes sociales. Aunque su padre fue puesto en libertad, no puede salir de Arabia Saudita. En una entrevista, Almadi dijo que esperaba que Trump hablara con los funcionarios sauditas sobre el caso de su padre durante su visita, y que había tratado de ponerse en contacto con funcionarios estadounidenses, pero no lo había logrado. Considera que se trata del tipo de violación de derechos humanos que habría hecho que gobiernos estadounidenses previos presionaran a los funcionarios sauditas.

“Están normalizando el caso de mi padre, lo cual no es normal”, dijo refiriéndose al gobierno de Trump.

Una portavoz de la Casa Blanca no respondió a las preguntas sobre si el presidente o sus colaboradores habían planteado el tema de los derechos humanos a los funcionarios sauditas. Cuando le preguntaron por la reacción a su discurso, la portavoz, Anna Kelly, dijo: “El presidente ha recibido elogios generalizados por su discurso”.

Abdullah Alaoudh, miembro de un partido de la oposición saudita en el exilio e hijo de un destacado clérigo que está encarcelado en el reino, calificó el discurso como una maniobra de relaciones públicas en beneficio del príncipe Mohammed.

Alaoudh dijo que le parecía irónico que Trump elogiara un Medio Oriente construido “por los pueblos de la región” cuando hablaba ante una audiencia llena de multimillonarios extranjeros y “frente a un dirigente autoritario que ha silenciado brutalmente a toda la disidencia”.

En el salón de baile de Riad, Trump recibió una gran ovación.

“En realidad, el discurso del presidente fue bastante consecuente”, dijo el príncipe Faisal bin Farhan, ministro saudita de Asuntos Exteriores, en una conferencia de prensa celebrada el miércoles, y lo describió como un “planteamiento de asociación, de respeto mutuo”.

Alamer, miembro residente principal de New Lines Institute, un grupo de investigación de Washington, dijo en una entrevista que las palabras del mandatario reflejaban temas “que normalmente se asocian con intelectuales de izquierda y antiimperialistas”.

“Aunque esto es sorprendente en el sentido de que nosotros, como árabes, solíamos ser objeto del sermoneo y el intervencionismo estadounidenses, tampoco es sorprendente si tenemos en cuenta que los nuevos movimientos populistas de derecha —tanto en el golfo como en Estados Unidos— han tomado prestada parte de esta retórica de izquierdistas y socialistas y la han reutilizado para promover una visión conservadora del mundo”, dijo Alamer.

Negad el Boraie, destacado abogado egipcio de derechos humanos, dijo que era reacio a interpretar demasiado el discurso de Trump, dado que estaba en Arabia Saudita principalmente para hablar de inversiones.

Sin embargo, para El Boraie, Trump se limitó a ser honesto sobre lo que siempre le había importado a los presidentes estadounidenses —los intereses estadounidenses—, por mucho que los presidentes previos disfrazaran sus agendas con comentarios sobre los derechos humanos y la democracia.

“Estados Unidos da prioridad a sus propios intereses”, dijo. “Trump expresa sus opiniones con franqueza, y eso queda claro en todos sus discursos”.

Shuaib Almosawa colaboró con reportería desde Saná, Yemen; Rania Khaled desde El Cairo; Ismaeel Naar desde Dubái; Hwaida Saad y Jacob Roubai desde Beirut; y Muhammad Haj Kadour desde Damasco.

The New York Times

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