La tensión con Estados Unidos agudiza la presión sobre Venezuela y la economía se resiente

Caracas, 21 de diciembre (Agencias).– La creciente tensión entre Venezuela y Estados Unidos ha empezado a dejar huellas palpables en la vida cotidiana de los venezolanos y en una economía ya desgastada tras años de crisis profunda.

Bajo el escenario de sanciones cada vez más duras, bloqueos y la pérdida de canales tradicionales de exportación de petróleo, el nerviosismo social y la incertidumbre económica se han intensificado en todo el país.

En las últimas semanas, Washington ha intensificado sus medidas contra el régimen del presidente Nicolás Maduro, incluyendo la interceptación de buques petroleros en aguas internacionales frente a las costas venezolanas y la ampliación de sanciones a ciudadanos vinculados al círculo del poder.

Estas acciones forman parte de una política de presión que busca debilitar las finanzas del gobierno venezolano, fuertemente dependientes de los ingresos petroleros, que representan más del 90 % de las exportaciones del país.

El impacto más inmediato de estas tensiones se observa en el bolsillo de los ciudadanos. Según reporta el diario El País, de España, los precios de bienes y servicios se han disparado, obligando a muchas familias a vivir al día, en un contexto de escasez, inflación persistente y precariedad generalizada.

“La gente vive al día, hay mucho nerviosismo”, recogen los testimonios de residentes consultados por el medio español, describiendo un clima social afectado por la amenaza de un agravamiento de la crisis con Estados Unidos.

Para los analistas económicos, el aumento de la presión estadounidense amenaza con ahondar una economía ya frágil. Las medidas restrictivas sobre el petróleo—hasta ahora la principal fuente de ingresos del país—pueden traducirse en una caída adicional de los ingresos fiscales y en menor capacidad para importar bienes esenciales.

Expertos en mercados petroleros han señalado que los movimientos sobre los tanqueros y las sanciones podrían incluso generar incertidumbre en los precios del crudo, aunque algunos factores globales limiten ese impacto en ciertos momentos.

A nivel social, los efectos se sienten en la cotidianidad. Ciudadanos consultados en Caracas por corresponsales internacionales expresan resignación y preocupación, principalmente en hogares que ya enfrentan dificultades para acceder a alimentos, medicinas y servicios básicos.

En muchos sectores, el temor a que escale aún más el conflicto con Estados Unidos se mezcla con la fatiga de años de recesión económica, hiperinflación y migración masiva de venezolanos hacia otros países de la región.

El régimen de Maduro, por su parte, ha denunciado lo que califica como “ataques a la soberanía venezolana” y responde acusando a Estados Unidos de actuar como fuerza hostil en la región.

Caracas ha calificado ciertas intervenciones, como la interceptación de buques petroleros, de “piratería internacional” y ha prometido recurrir a instancias multilaterales para denunciar estas acciones.

Mientras tanto, sectores productivos y analistas independientes advierten que, sin un acuerdo político que permita levantar sanciones clave y recuperar la producción petrolera, Venezuela podría enfrentar una retracción más profunda de su economía en 2026, lo que se traduciría en mayores niveles de pobreza, inflación y desabastecimiento.

En las calles de Caracas y otras ciudades, el sentir popular es un eco de ese temor: la economía sigue debilitándose y la gente teme que lo peor aún esté por venir.

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