La tragedia de Sidane Wade: Un joven senegalés que perdió su vida en busca de un futuro mejor

Santo Domingo, 12 de agosto – «Era un muchacho amigable, agradable, correcto; honestamente, él hizo este viaje arriesgándose mucho solo para ayudar a sus padres», con estas palabras Ibrahima Khaliloullah Wade recuerda a su sobrino Sidane Wade, uno de los jóvenes senegaleses cuya documentación fue encontrada en una embarcación abandonada en las costas de Río San Juan, República Dominicana. Dentro de esta embarcación, se descubrieron 15 osamentas, una de las cuales se presume pertenece a Sidane.

Desde el pasado jueves, un equipo de periodistas del Listín Diario ha estado en contacto con colegas en España, residentes en las Islas Canarias, y con periodistas en Senegal que han estado documentando la crisis migratoria desde África hacia Europa.

Sidane Wade, originario de MBane, una localidad situada al norte de Senegal y que hace frontera con Mauritania, fue uno de esos jóvenes que decidió arriesgar su vida en busca de un futuro mejor para él y su familia.

Sidane, a sus 23 años, era un joven con responsabilidades. Trabajaba como sastre y en su tiempo libre también era chófer. Estaba separado y tenía un hijo de 5 años, a quien adoraba. Además, era un pilar fundamental para su familia. Cada año, durante el Tabaski o Fiesta del Sacrificio, una festividad musulmana en la que todos deben sacrificar una oveja grande, Sidane se encargaba de comprar la oveja para su padre.

Incluso había comenzado a construir una pequeña casa para ayudar a su progenitor. Estas responsabilidades y el deseo de ofrecer una vida mejor a su familia lo empujaron a embarcarse en un viaje peligroso hacia Europa.

Marie Louise Ndiaye, periodista senegalesa que ha documentado la migración ilegal desde Senegal y Mauritania hacia España, explicó a Listín Diario que muchos de estos viajes parten desde MBane, cruzando la frontera hacia Nouakchott, la ciudad más poblada y capital de Mauritania, para luego dirigirse a las Islas Canarias. «Si el viaje sale de Senegal, son siete días de travesía; si salen desde Mauritania, son cuatro, y si es desde Marruecos, son tres», detalla Ndiaye.

El viaje de Sidane comenzó el 16 de enero, cuando partió hacia Nouakchott. Sin embargo, el clima no era favorable, lo que los obligó a desviarse hacia Nouadibu, desde donde finalmente zarparon el 22 o 23 de enero.

«Él no nos contó que se iba», relata su tío Ibrahima. Fue solo después de que pasaron dos días sin que Sidane volviera a casa o a su lugar de trabajo que la familia comenzó a preocuparse. Preguntaron a sus amigos si sabían algo de su paradero y así se enteraron de que había decidido embarcarse en este peligroso viaje.

La hermana mayor de Sidane fue la última persona de su familia en hablar con él. Le contó que su embarcación había tenido que detenerse debido a los fuertes vientos en el mar. Pero la familia no pudo hacer mucho más, ya que, como explica Ibrahima, «aunque lo hubiéramos sabido, probablemente no habríamos podido evitarlo porque es un fenómeno incontrolable».

Los vecinos hicieron oraciones y la familia recurrió a los morabitos, estudiosos del sagrado Corán, quienes les aseguraron que Sidane no estaba muerto, sino que se encontraba en algún lugar desconocido. «Un día vendrá», les dijeron. Sin embargo, por temor a las posibles repercusiones, la familia no acudió a la policía.

Desde enero hasta agosto, la familia no volvió a tener noticias de Sidane. Su madre estaba desesperada, su expareja lloró mucho y su hijo no dejaba de preguntar por él. La familia logró reunir el dinero necesario para el viaje, que costaba alrededor de 400,000 francos CFA, lo que equivale a casi 610 euros. Para Sidane, que trabajaba como sastre y conductor de taxi, no fue difícil ahorrar esa cantidad en unos pocos meses.

Desafortunadamente, la historia de Sidane es solo una de muchas. Ibrahima señala que cada vez más personas en su comunidad están optando por arriesgarse en estos viajes peligrosos hacia Marruecos o las Islas Canarias.

«Solo se sabe que salieron, pero no se conoce su suerte, ni se habla de si llegaron a España o si regresaron a Senegal», comenta con tristeza. «Hay otros jóvenes que también han dejado hijos atrás, y sus familias están viviendo el mismo drama.»

La familia de Sidane se enteró de que su identificación había aparecido en República Dominicana a través de mensajes en Facebook Messenger enviados por personas que viven en el país caribeño.

Alguien había visto su nombre en el documento de identidad encontrado en la embarcación y se había puesto en contacto con ellos. Al confirmar que los documentos de Sidane habían sido encontrados a casi seis mil kilómetros de casa, el dolor en la familia se intensificó.

«Cuando contaron los muertos, solo vimos que se han podrido. Eso hace que duela mucho el corazón», lamenta Ibrahima. La madre de Sidane, aunque devastada, comenzó a aceptar la realidad de que su hijo probablemente había fallecido.

Aunque una de las osamentas encontradas en la embarcación se presume que corresponde a Sidane, la familia ya ha iniciado la ceremonia fúnebre acorde con la religión musulmana. «Desde el viernes 9, la familia organizó su despedida, se realizaron lecturas del Sagrado Corán, se hicieron oraciones por él y toda la familia se reunió con el imán», relata Ibrahima. «El pueblo está muy triste porque es la primera vez que un joven de aquí muere de esta manera.»

La familia informó al subprefecto de MBane sobre la situación, y este les dijo que debía notificar al gobernador de la región. Sin embargo, hasta ahora no han recibido confirmación de si se ha logrado hacer algo al respecto.

«Nos estamos preparando para cuando nos comuniquen», dice Ibrahima. «Yo me siento listo para recuperar el cuerpo de nuestro hijo, ya sea ante las autoridades senegalesas o las autoridades de la República Dominicana.»

La familia de Sidane desea profundamente recuperar sus restos para poder darle un entierro digno en Senegal, según las costumbres de su país. «Si tuviéramos el cuerpo de Sidane aquí, lo enterraríamos como a los demás miembros de nuestro país», comenta Ibrahima.

«Ese también es el deseo de su padre, por eso aceptamos hacer todas las entrevistas, para que todos nos ayuden a recuperar el cuerpo de Sidane. Su padre es un verdadero creyente. Él confía en el buen Dios.»

Cuando el cuerpo llegue a Senegal, toda la comunidad será informada, se anunciará en la mezquita y se realizarán oraciones antes de proceder al entierro. «Nosotros vimos las fotos de los cuerpos en las redes y nos parece horrible, cruel e inhumano», expresa Ibrahima.

«Es muy difícil imaginar a alguien que ha muerto porque tiene sed, porque tiene hambre, porque hay calor, porque hace frío, mientras estás en casa, tú comes, bebes, duermes, y él, buscando mejorar su vida, muere.»

Para su familia, está claro que Sidane murió porque la embarcación se perdió en el mar, quedó sin gasolina, y no tenían qué comer ni agua para beber. «Es realmente muy duro, difícil, es muy triste», concluye Ibrahima, reflejando el dolor y la impotencia que sienten al saber que su ser querido perdió la vida en un intento desesperado por mejorar las condiciones de su familia.

La historia de Sidane Wade es un recordatorio desgarrador de las dificultades que enfrentan muchos jóvenes en comunidades como MBane, donde la falta de oportunidades los empuja a embarcarse en viajes peligrosos en busca de una vida mejor.

«Aquí debemos darle trabajo a los jóvenes», reflexiona Ibrahima. «Estamos en una zona agrícola. Tenemos un lago, tenemos tierra, pero necesitamos financiación para que los jóvenes puedan tener éxito aquí en Senegal. Mientras no haya trabajo, no tendrán otra opción que envidiar a los que están en Europa y siempre intentarán irse en ese viaje tan peligroso.»

La familia de Sidane lo recordará como un joven ocurrente y carismático. Ibrahima narra que hay un video donde Sidane imita a un italiano en una obra de teatro, representando a un senegalés que había ido a Europa y regresado con éxito. «Es un recuerdo feliz de cómo era él, siempre lleno de vida y con grandes sueños», concluye su tío.

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