La tragedia del Jet Set se pudo evitar

Ramón Núñez Ramírez

En una edificación puede colapsar por fenómenos de la naturaleza como un terremoto, aunque un diseño, de acuerdo a nuestras normas sísmicas, puede resistir uno de alta intensidad, inundaciones y deslizamiento de tierras; sin embargo, cuando ocurre un desplome de la totalidad de un techo, obviamente la génesis hay que buscarla en fallos humanos.

Mi primera carrera fue de ingeniero civil, ejercí cinco años como analista de Estructuras e impartí esa y otras materias en la Facultad de Ingeniería de la UASD. Me retiré del ejercicio por la economía y la comunicación, pero tengo la licencia para plantear algunas hipótesis.

En el caso del techo de la discoteca, se trata de vigas “T” o “doble T” prefabricadas y pretensadas que pueden cubrir grandes longitudes sin columnas; además del peso de las vigas, de la losa que se coloca arriba y el mortero (fino) para generar la pendiente para desaguar el área, en el caso de los techos se añade una sobrecarga de 100 kg/m2 (220 lb/m2).

Con estos cálculos, un techo tiene un adecuado factor de seguridad, insuficiente para soportar otras cargas no incluidas en el diseño. En el caso del Jet Set, gracias a Google Earth, se advierte cómo el número de objetos en el techo aumenta a lo largo del tiempo.

Esa edificación data de la década de los setenta y fue originalmente un cine, estuvo abandonado varios años, hasta instalarse la discoteca.

Para ese cambio de uso, se supone fueron respetadas las normas y aprobados planos arquitectónicos, análisis estructurales, eléctricos etcétera y algo muy importante, tomar en consideración la vibración que produce en las estructuras los altísimos decibeles de la música.

Además, la obra padeció de filtraciones recurrentes, que si bien no afectan los cables del pretensado, porque están en un conducto, pueden oxidar las varillas denominados estribos cuya función es dar resistencia al esfuerzo cortante.

Una hipótesis es que la sobrecarga, la obsolescencia de la obra, el salitre y las filtraciones provocaron una fatiga y una deflexión de la estructura (tipo hamaca), lo cual no pudo advertirse por el plafón (aunque el polvillo dio señales) y el colapso final sobrevino en los apoyos de las vigas. Hay imágenes de éstas, con un corte a 45 grados, típico de una falla por esfuerzo cortante.

En nuestro país existen normas duraderas y seguras para los usuarios, para garantizar la ejecución de obras sin vicios de construcción. Contamos con la Ley 678, con reglamentos para el diseño sísmico (Decreto 201-11) y para el caso específico de discotecas o centros de eventos cerrados, hay todo un “checklist” técnico y de seguridad, que va desde el diseño, documentación, licencias, evacuación y accesibilidad, incendios, mantenimiento y revisión periódica, incluyendo un chequeo estructural cada cinco años.

Independiente de las hipótesis técnicas, este colapso solo fue posible en una sociedad donde se ha vuelto endémico violar la constitución, leyes y reglamentos; el poder y la riqueza se imponen a la autoridad sumisa, el soborno y la corrupción son un paisaje repetitivo y los intereses de grupos empresariales están por encima del interés general.

El establecimiento de responsabilidades, privadas y públicas, así como mínimo la indemnización de los familiares de las víctimas y los heridos, debe ser la conclusión razonable de esta tragedia. No puede repetirse el caso de Polyplas y la explosión de San Cristóbal.}

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