La trampa del congelamiento
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en un país durante un año o los últimos 12 meses. Es provocada por el exceso de demanda sobre la oferta. Este exceso generalmente se origina en políticas monetarias y/o fiscales expansivas o en choques, perturbaciones o decisiones políticas, como las sanciones contra un país productor importante, que transitoriamente reducen la oferta de bienes y servicios.
El mundo está enfrentando en la actualidad un serio problema inflacionario alimentado por múltiples factores. La mayoría de los países han tomado la decisión de enfrentar el problema dando un giro radical a la política monetaria, llevándola desde una de las poses más expansivas que registra la historia económica de las naciones a otra rabiosamente restrictiva. Los aumentos significativos y sucesivos en las tasas de política monetaria de todos los bancos centrales del mundo son un reflejo de lo anterior. Los diseñadores de política entienden que la política monetaria restrictiva es la vía más efectiva para reducir la demanda de bienes y servicios. Consideran que en la medida en que una parte de la demanda agregada de bienes y servicios sea destruida o evaporada, la demanda de insumos necesarios para la producción, como son los commodities de energía, irá reduciéndose y eso provocará que los precios de esos commodities bajen.
Algunos gobiernos han ido más lejos. Asumiendo que los aumentos en los precios de los commodities de energía son transitorios, estos han optado por el congelamiento de los precios, una medida no convencional que impide el pass-through de los aumentos en los precios internacionales a la economía doméstica. Consideran que con esta medida contribuyen con el Banco Central en la tarea de doblegar la inflación.
Países como El Salvador y República Dominicana son un ejemplo de lo anterior. El gobierno dominicano, por ejemplo, adoptó el congelamiento de los precios a partir de marzo de este año, lo que ha generado un sacrificio fiscal ascendente a RD$20,588 millones. El Gobierno ha podido realizar este sacrificio debido a la existencia de suficiente holgura en la partida de inversión pública que se plasmó en el Presupuesto General del Estado de 2022. En ese presupuesto se estableció un gasto de capital de RD$140,700 millones. Dadas las restricciones que ha enfrentado el Gobierno desde que asumió en agosto de 2020 para ejecutar proyectos de inversión pública, al 10 de junio de 2022, el gasto de capital apenas había alcanzado RD$39,314 millones, para una ejecución del 28%.
No hay dudas que el congelamiento de precios de los combustibles, al sacar de la ecuación de la inflación un grupo de bienes que tienen una incidencia importante en la misma, inicialmente puede generar una tasa de inflación más baja que la que tendría lugar si en vez del congelamiento de precios se hubiese permitido el pass-through completo de los aumentos en los precios internacionales. El congelamiento de precios de los combustibles, al garantizar 0% de incremento en los precios de estos insumos de un mes a otro, permite que la inflación resultante sea más baja. Por otra parte, el congelamiento, al dejar dinero en los bolsillos de los consumidores por RD$20,588 millones, permite a estos aumentar su demanda por otros bienes y servicios, lo que a su vez genera una inflación mayor en el caso de esos bienes y servicios cuya demanda ha aumentado gracias al congelamiento de los precios de los combustibles. El efecto final, sin embargo, es una reducción de la inflación debido a la fuerte incidencia que tienen los combustibles en la canasta de bienes y servicios que sirve de base para el cálculo del índice de precios al consumidor (IPC).
El gobierno ha explicado que los precios vigentes en la actualidad parten de un precio base de US$85 el barril del petróleo WTI. Dado que el precio la semana pasada promedió US$119.47, la diferencia no traspasada a los consumidores está siendo absorbida por el gobierno. La gasolina premium, por ejemplo, se vende a RD$293.60 el galón (US$5.33). Si se hubiese permitido el pass-through completo, su precio sería RD$389.60 el galón (US$7.07).
Cuando observamos los precios de la gasolina premium en la América Latina y el Caribe al 13 de junio pasado, se tiene que el precio en República Dominicana (US$5.33 el galón), está por debajo de los precios vigentes en Uruguay, Belice, Bahamas, Jamaica, Islas Caimán, Perú, Costa Rica, Santa Lucía, Panamá, Honduras, Puerto Rico y Brasil, a pesar de que muchos de esos países tienen impuestos al consumo inferiores a los de República Dominicana. Incluso Estados Unidos, que tradicionalmente ha tenido un precio mucho más bajo que el de República Dominicana, debido los bajos impuestos que aplica el primero, hoy día tiene un precio de la gasolina premium casi similar al nuestro (US$5.18 el galón).
Transitoriamente, el gobierno dominicano, gracias al congelamiento de los precios de los combustibles, puede exhibir una tasa de inflación ligeramente más baja que la que habría resultado si hubiese permitido el pass-through completo y concedido, con los impuestos adicionales recaudados, transferencias o subsidios en efectivo directo a los hogares de menores ingresos. Cuando los precios del petróleo comiencen a bajar sea porque la política monetaria restrictiva destruya suficiente demanda agregada para generar esa baja o porque Ucrania y Rusia ponen fin al conflicto bélico y las sanciones de Occidente a Rusia son desmanteladas, la tasa de inflación en los países que permitieron el pass-through de los aumentos de los precios de los combustibles comenzará a reducirse rápidamente. Sin embargo, en el caso de países como República Dominicana, que en lugar de permitir el pass-through optaron por el congelamiento, los precios domésticos de los combustibles durante un tiempo no van a reducirse y, por tanto, la reducción de la inflación tomará más tiempo.
Actualmente el precio del barril de petróleo WTI está en US$117.56. Mientras no caiga por debajo de US$85, los precios domésticos de los combustibles en República Dominicana probablemente se mantendrán inalterados. Ese es el tipo de trampa en que se cae cuando se adoptan políticas de congelamiento de precios o de precios mentirosos, como los definió el profesor Ernesto Fontaine. Mientras eso ocurre, las familias de altos ingresos del país, que son las que consumen la mayor parte de la gasolina premium y calientan sus jacuzzis y piscinas con GLP, están felices con el congelamiento. Para el gobierno, el sacrificio fiscal resultante es artificial pues, en realidad, no cuenta con los mecanismos para ejecutar RD$140,000 millones en inversiones públicas y el congelamiento de precios de los combustibles le ha permitido generar un gasto corriente adicional que permitirá compensar la brecha entre la inversión pública presupuestada y la ejecutada.
La decisión del congelamiento acarrea un riesgo adicional. Hemos tomado la decisión de entregar a las redes sociales una de las fuentes de ingresos fiscales más importantes de nuestro sistema tributario. Cuando los gobiernos toman decisiones motivadas por la necesidad de recibir aplausos de las redes sociales, sin proponérselo, allanan el camino al populismo macroeconómico y a la pérdida de la estabilidad. Los baratillos de los combustibles no necesariamente conducen al paraíso económico. Venezuela vende la gasolina premium a US$0.08 el galón. A pesar de ello, tiene la mayor tasa de inflación de la región, 167%. El populista Bukele, ofrece la gasolina premium en El Salvador a US$4.31 el galón, el precio más bajo en Centroamérica. No es por casualidad que el indicador de Riesgo País (EMBI) de El Salvador cerró el pasado mes de abril en 22.80%, por encima del EMBI de Argentina (17.76%).
Publicado originalmente en El Caribe