La trampa del ingreso medio: un desafío urgente para la economía dominicana

Juan Temístocles Montás

Entre 2010 y 2024, la República Dominicana se convirtió en la sexta economía de América Latina y el Caribe en PIB per cápita en PPA, sólo superada por Panamá, Uruguay, Chile, Costa Rica y Argentina. Esta situación se explica por el notable crecimiento económico dominicano que, a excepción de Panamá, superó a ese grupo de países en esos términos. En el período referido, Panamá creció 5.4%, seguido por República Dominicana con 5.0% y Costa Rica, 3.7%; mientras Argentina lo hizo en 1.1%, Uruguay, 2.4% y Chile, 2.9%.

República Dominicana logró sostener un ritmo de expansión más alto que Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica a pesar de tener niveles de productividad por trabajador y por hora trabajada significativamente más bajos, lo que sugiere que el crecimiento dominicano, más que basarse en mejoras estructurales de productividad, ha estado basado en el aumento del empleo en sectores de baja productividad, en la inversión, la expansión del consumo y el turismo.

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Según las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, la productividad laboral dominicana, medida en producción por trabajador, representó en 2024 un 67.6% la de Panamá; 80.2%, la de Uruguay; 83.1% de la de Chile; 83.6% de la de Costa Rica, y un 92.4% de la de Argentina.

En cuanto al PIB por hora trabajada, a pesar de que la República Dominicana trabaja más horas que los demás, genera menos valor por hora. El PIB por hora trabajada en 2024 fue 26.7 para República Dominicana, mientras que para Panamá fue 42.3; para Uruguay, 37.1; para Chile, 33.7; para Argentina 32.3; y para Costa Rica, 29.6.

Conviene prestarle atención a la tasa de crecimiento de la productividad laboral. En el periodo indicado, los países que exhibieron mejor comportamiento en el crecimiento de la productividad laboral fueron Panamá, con 3.2% anual; Costa Rica, con 2.5%; y República Dominicana con 2.2%. Los que mostraron peor desempeño fueron Argentina, con -1.1%; Chile, con 1.1%; y Uruguay, con 1.6%. Estos tres países son los que han tenido menor crecimiento en el periodo analizado, lo que se relaciona con el bajo crecimiento de la productividad, y esto explica en buena parte la dificultad que muestran para superar la trampa del ingreso medio.

La trampa del ingreso medio es una situación en la que un país, tras alcanzar un cierto nivel de ingreso per cápita, deja de crecer rápidamente y no logra converger con las economías avanzadas. Puede afirmarse que el bajo crecimiento de la productividad es la principal causa estructural que impide a estos países dar el salto hacia el desarrollo avanzado y salir de la trampa del ingreso medio.

Y en el caso de la República Dominicana, es importante prestarle atención al comportamiento de la productividad por trabajador y por hora trabajada, pues su desempeño ha tendido a reducirse en los últimos años. En los años comprendidos entre 1996 y 2009, la productividad por trabajador creció en promedio 3%, mientras que en los años comprendidos entre 2010 y 2024 el crecimiento fue de 2.2%. Un comportamiento parecido ha tenido la productividad por hora trabajada. Si ese desempeño continúa, el alto nivel de crecimiento que el país ha tenido hasta ahora podría agotarse en el mediano plazo, atrapando a República Dominicana en la trampa del ingreso medio.

Evitar caer en la trampa del ingreso medio requiere que República Dominicana haga un esfuerzo serio y consistente con transitar hacia un modelo de crecimiento basado en innovación, diversificación productiva, educación técnica, infraestructura digital y formalización laboral. El país debe invertir más en ciencia y tecnología, mejorar la calidad del capital humano y promover la articulación entre el sector productivo, el sistema educativo y el Estado. De lo contrario, su notable crecimiento de las últimas décadas podría entrar en una etapa de estancamiento estructural difícil de revertir.

Ya la República Dominicana muestra varios síntomas que advierten sobre el riesgo de estancamiento estructural: alta informalidad laboral, baja inversión en investigación y desarrollo (I+D), débil vinculación entre universidades, centros de investigación y el sector productivo, limitada diversificación exportadora, más allá de zonas francas y productos tradicionales, y una estructura productiva altamente concentrada en sectores de bajo valor agregado. Es un panorama de desarrollo industrial que reclama la máxima atención.

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