La ventaja de Macron y la guerra de Ucrania acallan la campaña francesa

París, 20 mar (EFE).- Habitualmente apasionados por las presidenciales, los franceses no están mostrando gran interés por los comicios de abril próximo, marcados por una campaña acallada por la guerra de Ucrania y por la aplastante ventaja en los sondeos del candidato a la reelección, Emmanuel Macron.

Una situación inédita en el país y que amenaza con saldarse con un récord de abstención para unas presidenciales, que generalmente movilizan al 80 % del electorado.

«Es la campaña que menos interés despierta entre los franceses», indica a Efe, echando la vista a atrás, el director general de la Fundación Jean Jaurès, Gilles Finchelstein, dedicado al estudio de la vida política del país.

Los sondeos demuestran que los ciudadanos no prestan tanta atención a la carrera por el Elíseo como en el pasado pero, además, ponen de manifiesto que ese desinterés va en aumento.

«Normalmente, cuando se aproximan las elecciones, los debates de la campaña animan las conversaciones de los franceses. Ahora no es el caso», agrega Finchelstein.

En 2017, el 80 % de los encuestados reconocía que los asuntos de la campaña estaban presentes en sus conversaciones. En esta ocasión, a falta de tres semanas para la primera vuelta del 10 de abril, ese porcentaje ronda el 50 %.

Otro dato que abunda en el mismo sentido: los programas de televisión electorales reúnen a la mitad de la audiencia habitual.

Las encuestas demuestran también que son menos los ciudadanos que tienen intención de ir a votar. Del 80 % que lo afirmaban a tres semanas de la primera vuelta hace cinco años a los dos tercios que lo reconocen ahora.

«Los temas de la campaña no han llegado a la sociedad, más pendiente como la covid o la guerra de Ucrania», afirma el experto.

FALTA DE SUSPENSE

A ello se suma otro factor: la falta de suspense sobre el resultado, que también impacta en la movilización.

Todos los sondeos auguran una amplia victoria de Macron, que ronda el 30 % de los votos en la primera vuelta y el 60 % en la segunda, prevista para el 24 de abril.

El 70 % de los franceses cree que el actual presidente repetirá en el Elíseo, frente a solo el 9 % que considera que la ultraderechista Marine Le Pen, segunda en los sondeos, le arrebatará el poder.

Hace cinco años, cuatro candidatos aparecían con opciones de alcanzar el 20 % de los votos en el primer turno y eso se tradujo en un incremento de la participación en la recta final.

Ahora Macron tiene una ventaja nunca vista antes entre el líder de las encuestas y el segundo, y el único suspense reside en conocer quien será su rival en la segunda vuelta, aunque incluso para ese factor Le Pen cuenta con bastante margen.

La candidata de la extrema derecha, que ya se midió a Macron hace cinco años, se sitúa algo por debajo del 20 % en los sondeos, por delante de otros tres candidatos que rondan el 15 %: el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, el también ultraderechista Éric Zemmour y la conservadora Valérie Pécresse.

El resto, hasta completar los 12 que tendrán papeleta en la primera vuelta, están por debajo del 5 %.

Ninguno de ellos inquieta a Macron, que aparece como claro ganador de la segunda vuelta con casi el 60 % de los votos.

Además, el actual presidente tiene a su electorado más movilizado, mientras el de sus rivales está más dubitativo.

Solo el 53 % de los jóvenes, principal caladero de votos de Mélenchon, afirma que irá a votar con toda seguridad, una tendencia similar a la que se observa en los obreros, de entre los que obtiene su fuerza electoral Le Pen.

GESTOR DE CRISIS

La última ola de covid y ahora la guerra han sacado de la primera línea de la campaña el tema de la inmigración, que a finales del año pasado impulsó a candidatos como Le Pen o Zemmour, que tienen en su combate su principal activo electoral.

Aunque los franceses no muestran un gran entusiasmo por Macron, reconocen en los estudios de opinión que ninguno de sus rivales afrontaría mejor que él los grandes desafíos actuales, señala el profesor.

Esos factores amenazan con que estas presidenciales se salden con un récord de abstención para las elecciones preferidas de los franceses, que fue del 28 % en 2002.

Una baja afluencia a las urnas, unida a la campaña silenciada por la guerra, amenazan con debilitar la legitimidad del ganador a la hora de afrontar grandes reformas, según denunció el presidente del Senado, Gérard Larcher, una afirmación que le valió duras críticas.

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