Las amenazas de Putin impulsan en los Bálticos el gasto en Defensa y más presencia de la OTAN

Riga (Letonia),1 feb (EFE).- Más gasto en Defensa, mayor presencia de tropas de la OTAN, un giro en la política energética y la hipótesis de un ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza son algunos de los efectos de la crisis entre Ucrania y Rusia, a juicio de políticos y analistas en las repúblicas bálticas.

«Evito llamar a esto una crisis entre Ucrania y Rusia. Es una crisis de seguridad europea, diseñada desde el Kremlin», dijo a Efe Tomas Jermalavicius, investigador del Centro Internacional para la Defensa y la Seguridad (ICDS) de Estonia.

«En Estonia y el resto de los países bálticos ya nadie habla de recortar en Defensa ni cuestiona la sensatez de aumentar ese gasto», prosiguió Jermalavicius, que es lituano, para destacar que Estonia se plantea un gasto adicional de 380 millones de euros en los próximos cinco años «para mejorar la seguridad, la defensa, la seguridad interna, la seguridad fronteriza y la inteligencia».

Desde Letonia, el ministro de Defensa, Artis Pabriks, se pronunció en un reciente debate parlamentario por aumentar el gasto en Defensa hasta el 2,5 por ciento del PIB, frente al 2 % actual comprometido con la OTAN.

«Vemos que la política exterior de Rusia ha cambiado para peor… El objetivo es dividir a la Unión Europea (UE) y la OTAN, con el propósito de ganar dominio estratégico», añadió el ministro.

En opinión del vicepresidente del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento de Letonia, el Saeima, Atis Lejins, «Vladímir Putin se ha visto sorprendido por la unidad de Occidente. Esperaba poder negociar como la última vez, pero calculó mal».

Lejins, exresponsable del Instituto de Asuntos Internacionales de Letonia, dijo a Efe con cierta ironía que al presidente ruso «se le debería dar una medalla», por haber logrado poner de acuerdo a los países bálticos, a EEUU y a la mayor parte de la OTAN».

Con sus operaciones, Putin ha desencadenado acciones conjuntas en la Alianza para aumentar su contingente en el Báltico y Europa del Este, razonó.

A la pregunta de si debería haber estacionadas de forma permanente unidades y bases de la OTAN en los países bálticos, Lejins, que es además exmilitar de la Marina estadounidense, dijo que los actuales grupos de combate avanzados de la Alianza en cada uno de los países bálticos equivalen, en la práctica, a una presencia permanente, aunque estén sujetos a rotación.

En Letonia, este grupo está bajo de mando de Canadá, que tiene el mayor número de soldados, mientras que en Estonia lo comanda el Reino Unido y en Lituania lo hace Alemania.

Según Jermalavicius, trasladar unidades de la OTAN en formato de una brigada o mayores a los países bálticos no es practicable. Sería difícil encontrar una zona de instrucción adecuada para una unidad de ese tamaño e incluso la base principal del ejército letón en Adazi, cerca de Riga, resultaría pequeña.

Los analistas bálticos consultados por Efe también ven la concentración de tropas rusas cerca de Ucrania como un impulso a Finlandia y Suecia, tradicionalmente neutrales, hacia el ingreso en la OTAN.

«No veía su ingreso en la OTAN como algo práctico, a menos de que hubiera una guerra (de Rusia contra Ucrania)», dijo el analista lituano asentado en Estonia. Sin embargo, añadió, las crecientes tensiones entre Rusia y Occidente, «han hecho que la aguja se mueva en dirección en la OTAN, aunque más en Finlandia que en Suecia».

El general sueco, ya retirado, Karlis Neretnieks, de ascendencia letona, consideró por su parte que “el tema de la OTAN ha quedado muy afectado por la crisis de Ucrania. Lo que fue, en Suecia, un debate calmado ha tomado intensidad».

El apoyo a la OTAN ha crecido entre los suecos en los últimos meses, afirmó, aunque las exigencias de Putin de que ni Suecia ni Finlandia ingresen nunca en la OTAN tal vez disuada a estos países de hacerlo.

Refiriéndose a la posibilidad de que Rusia disminuya o corte los suministros de gas a Europa, Jermalavicius dijo que «hay una percepción errónea de que dependemos de Gazprom».

La dependencia de Lituania de los gasoductos rusos es del 40 por ciento, recordó, para añadir que la planta de gas natural licuado (GNL) del puerto lituano de Klaipeda está infrautilizada.

«Operando solo al 80 por ciento, podría satisfacer toda la demanda de gas del Báltico, incluso bombearlo a Polonia», según cálculos de este investigador.

Para Jermalavicius, el peor impacto a corto plazo de un corte de gas ruso sería un fuerte aumento temporal de los precios, mientras se conectaran otros suministros ahora externos o fueran reemplazados por fuentes de energía alternativa.

Tal corte obligaría a los bálticos a desarrollar esas alternativas y desacreditaría a Rusia como un proveedor de gas natural fiable.

Juris Kaža

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