Las canciones de Víctor Jara vuelven a sonar en el túnel de la memoria de Estadio Nacional en Chile
POR PATRICIA LUNA
SANTIAGO, 21 agosto — En una tarde gris y lluviosa, los túneles del Estadio Nacional en Santiago, Chile, que sirvieron como uno de los mayores centros de tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet, volvieron a llenarse con las canciones de Víctor Jara, una de las figuras más relevantes ejecutadas durante los primeros días del golpe militar, del que se rememoran 50 años el próximo mes en el país sudamericano.
Al menos 7.000 detenidos fueron llevados los primeros meses del golpe de 1973 a esos túneles y camerinos, donde caen goteras y se siente la humedad y el frío. Los que pasaron por allí fueron sometidos a las más brutales torturas, hacinamientos, hambre, interrogatorios con electricidad y ejecuciones en algunos casos, según organizaciones de derechos humanos.
Varios de los ex detenidos de la dictatura, que llegó a su fin en 1990, regresaron ahora cinco décadas después a estos túneles oscuros, en los que se celebra un homenaje a la figura de Jara, con una pieza teatral y musical llamada “Víctor Tiene Sentido y Razón”.
Unas 200 personas se agolparon en el espacio, lleno en su aforo, y corearon las canciones que el cantautor habría querido interpretar en un concierto que se iba a celebrar el 11 de septiembre de 1973, la fecha del golpe y el día en que el presidente Salvador Allende tenía previsto convocar un referéndum nacional sobre la continuidad de su mandato.
De vez en cuando, entre los silencios de cada canción, alguien coreaba la consigna “¡Compañero Víctor Jara, presente!” y el resto de los congregados respondía “Ahora y siempre”, que es el lema que se escucha en Chile en los actos y manifestaciones para recordar a los desaparecidos de ese periodo castrense.
“Se acercan los 50 años del golpe y toca hacer un recorrido por la memoria, por los espacios significativos históricos. Aún no es septiembre, pero hay una tensión emocional en el país que se siente”, explicó a The Associated Press Mariana Lazo, estudiante de derecho de 21 años y familiar de perseguidos políticos y exiliados, presente en el acto.
“Mi historia familiar es una herencia histórica que toca revivir”, destacó. “El golpe va a ser este hito histórico tan doloroso que se revive constantemente” en nuestra historia, añadió.
Consideró, asimismo, que hay una “mente dormida” o inconsciencia de una parte de su generación. “Parte de la herencia del golpe fue ocultar constantemente estas violaciones de derechos humanos hasta el día de hoy”, agregó, en momentos en que en Chile también se alzan las voces que justifican el golpe y alaban la figura de Pinochet.
Héctor Álvarez López, de 75 años de edad, recorrió las salas de los camarinos y volvió a observar las fotos de los detenidos que pasaron por los túneles y que fueron antiguos compañeros en aquella época.
“Esto ha sido un camino de sanamiento”, señaló a la AP Álvarez, quien fue una de las personas que abrió el concierto, un reconocimiento de lo que él vivió en ese mismo lugar. “Fue como un despertar a una pesadilla”.
“Es un lugar de testimonio de algo terrible que pasó”, de algo “que no puede volver a pasar”, afirmó emocionado sobre el homenaje a Jara.
Como Jara, Álvarez trabajaba en la Universidad Técnica del Estado, la actual Universidad de Santiago, uno de los lugares donde se apresó a decenas de personas.
Juan Sepúlveda, de 75 años, dijo que estuvo detenido desde septiembre hasta fines de octubre de 1973 y que después inició un peregrinaje por distintos centros de detención.
“Uno siempre busca respuestas” y no las encuentra, dijo a la AP Sepúlveda, quien trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas de Allende.
“Lo más terrible fue quedar en libertad y tener que ocultar” lo que vivió para poder salir adelante, agregó. “No es fácil ocultar algo cuando uno no es culpable de nada”. Refirió que al salir de ahí fue tratado como “la escoria de la sociedad”, todo era “inculcarle a uno una vergüenza que no nos correspondía, nuestra vida se había transformado en una vergüenza”.
Sepúlveda afirmó que vive este aniversario, que se cumple el 11 de septiembre, “con nostalgia pero también con amargura, porque se ha hecho tan poco” para reparar a las víctimas.
AP