Las cosas elementales han devorado la institucionalidad policial
Por RAFAEL R. RAMÍREZ FERREIRA
Porque: “Transformar una experiencia en conciencia, en esto estriba ser hombre”.
El descontento es el primer
peldaño hacia el progreso
de un hombre o una Nación.
Oscar Wilde. –
Estoy plenamente convencido y con conocimiento de causa, de que la rémora política se ha convertido en la peor retranca para todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la institucionalidad dentro de los organismos del Estado y de esto no se escapan la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Reto al más incrédulo de los incrédulos a deambular por nuestras capitales sin tener en mente ningún lugar en específico y les aseguro, que se encontraran con miembros de estas instituciones ejerciendo las más disímiles funciones, que nada tienen que ver con su razón de ser.
La reciura dentro de los campamentos ha desaparecido, junto al entrenamiento, ya que sus miembros solo aspiran a estar fuera de los mismos cual rémora pegada a cualquier político y más si es un “próspero empresario”. Y lo peor es que ya es tal la costumbre que la mayoría de los que dirigen han sido producto de este proceder y la costumbre, dicen, que hace ley.
Ese es uno de los principales problemas para la llamada reforma policial. No son las edificaciones ni el equipamiento y esto está demostrado. Nuevos edificios; nuevos vehículos y equipamientos que se convierten en chatarras al poco tiempo. En su ocasión manifesté que a la P.N. les pueden entregar X cantidad de vehículos todos los meses y al final de año, solo tendrán X, porque los procedimientos no cambian y menos la ejecución de estos, porque, al final de todo, falta el espíritu de cuerpo y de pertenencia para con la institución, donde solo priman las teorías fantasiosas y los actos circenses en busca de crear una buena imagen en los medios.
Hace tiempo los jefes policiales se descantonaron por esta práctica con el fin único de mantener el puesto y por igual ocurre con los jefes departamentales o de regiones, muy buenos para las relaciones públicas con los jefes políticos y los comerciantes, pero, con responsabilidad limitada para los hechos, ya que todo recae sobre los hombros del director general y esto, tampoco es un secreto y, la cuestión es, ¿cómo romper este círculo vicioso que se ha sostenido por tanto tiempo?
Una vez se les proporcionaron una gran cantidad de vehículos a la P.N. y lo primero fue organizar un desfile carnavalesco por toda la ciudad con centellas, luces y sirenas encendidas y eso, ni estuvo bien ni estuvo mal, solo fue un acto de propaganda política. El gran problema fue y es que han continuado con el mismo. ¿Por qué nadie les deja paso libre a los vehículos policiales si andan con su centella encendida? Precisamente por eso, porque un instrumento que se debería usar solo cuando se ande en persecución o rapidez para llegar a un lugar y en otros casos, como prevención en carreteras, ellos las utilizan las 24 horas del día.
Lo que si se ha hecho común es desmentir todo y ante la menor queja de un sector, la instalación de un puesto o destacamento donde cada uno de estos actos los hace más ineficientes, más corruptos e indisciplinados, por la falta de control. Y todo esto es por el desastroso y caótico manejo del personal que los distribuye como si estuvieran desenvolviendo un madejo de hilo. Se perdió hace tiempo la concentración de la fuerza para cada día y en cada relevo impartir las instrucciones precisas a quienes salen a relevar quienes están de servicio -que ahora mismo, los miembros saben cuándo entran al servicio, pero no así, cuando serán debidamente relevados- y es que, por igual, se perdió el patrullaje continuo y aleatorio en vez de los puestecitos fijos para complacer solicitudes. Todo se resuelve con que: “Se dispondrá de vigilancia permanente por parte de agentes”, es decir, el mismo desgraciado e ineficiente procedimiento, por eso esa institución es un caos. ¡Sí señor!