Las remesas: ¡qué suerte!

Por Rosario Espinal

Las cifras oficiales del Banco Central muestran que la República Dominicana recibió 10,402.5 millones de dólares en remesas en el 2021, 9,856.5 millones en el 2022, 10,157.2 en el 2023, 10,756 en el 2024 y 10,780 de enero a noviembre en el 2025 (o sea, al cerrar este año, las remesas alcanzarán más de 11,000 millones de dólares). A eso hay que agregar las transacciones informales que no capta el Banco Central y la cantidad de objetos de consumo enviados por los inmigrantes dominicanos en cajas y tanques a sus familiares y amistades.

Las remesas familiares representan pues, junto al turismo, la principal fuente de divisas para el país. Esas divisas y los tantos productos de consumo (alimentos, ropas, electrónicos), llegan gracias a la solidaridad de miles de dominicanos en el exterior, sobre todo los que viven en Estados Unidos (de ahí proviene aproximadamente el 85% de las remesas).

Una corriente de opinión resalta la consecuencia negativa de las remesas familiares, argumentado que la población receptora se va acostumbrando a hacer pocos esfuerzos laborales porque cuenta con las remesas. Otra corriente enfatiza las consecuencias positivas para el bienestar y la movilidad social de las familias que reciben remesas, y la mayor disponibilidad de divisas en la economía nacional.

Desde hace años se ha pronosticado que el flujo de remesas disminuirá con el tiempo, en tanto las nuevas generaciones de dominicanos nacidos en el exterior se incorporan más y más a la sociedad donde viven, pierden contacto con sus familiares en la República Dominicana y se sienten menos comprometidos con ellos.

Eventualmente ese planteamiento tendrá validez. Por el momento, sin embargo, el constante flujo migratorio dominicano garantiza que la República Dominicana siga recibiendo remesas, a menos que se produzca una fuerte crisis económica en Estados Unidos, país donde se concentran los dominicanos.

Aunque el Gobierno dominicano no lleva estadísticas precisas sobre la cantidad de dominicanos que emigran, la República Dominicana se ha colocado entre los principales países del mundo que reciben visas de inmigrante de Estados Unidos con relación a su población.

El proceso migratorio masivo de dominicanos se inició a fines de la década de 1960, en el contexto de la intervención militar de 1965, cuando Estados Unidos aumentó la cantidad de visas de inmigrante a dominicanos.

Ese mismo año, Estados Unidos cambió su Ley de Migración para favorecer la reunificación familiar. O sea que cada dominicano o dominicana que emigraba con visa de residencia tenía la opción de pedir sus familiares inmediatos. Esto ha generado una espiral migratoria sin precedentes en las últimas décadas.

Ahora, posiblemente, habrá una disminución del flujo migratorio debido a la dilación de los procesos burocráticos en consonancia con la política del Gobierno de Estados Unidos de reducir significativamente la migración.

Para la República Dominicana, la migración de dominicanos ha sido una tabla de salvación económica: 1) son el seguro para muchas familias que reciben remesas regulares o en momentos de emergencias, 2) gastan cuando vienen al país a vacacionar, 3) compran propiedades, y 4) aportan divisas a la economía.

¡Qué suerte!

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