Lecciones de la derrota del partido de ultraderecha Vox
El desastroso resultado del partido de extrema derecha Vox en las elecciones españolas del 23 de Julio trae consigo una gran lección para los aspirantes presidenciales conservadores en Estados Unidos y varios otros países: la agenda antiinmigrante, antiaborto, antiLGBT y anti-ecológica no es la mejor receta para ganar votos en elecciones generales.
En España, la bancada de Vox en el parlamento, que donde se elige a los presidentes del país, cayó de 52 a 33 diputados tras la elección del 23 de Julio.
Antes de las elecciones, la mayoría de los encuestadores y los analistas políticos habían pronosticado que el partido de extrema derecha sería el fiel de la balanza en la formación de un nuevo gobierno, y que ayudaría a elegir a un presidente conservador.
El Partido Popular (PP), de centroderecha, obtuvo la mayor cantidad de escaños en las elecciones, pero no está claro que logrará formar una coalición gobernante ahora que sus aliados de Vox han ganado muchos menos votos de los previstos.
Durante la campaña electoral, el presidente Pedro Sánchez, y el gobernante Partido Socialista utilizaron las posturas de extrema derecha de Vox para asustar a los votantes, e inducirlos a no votar ni por el PP ni por Vox. Sánchez hablaba de ambos partidos como “el bloque reaccionario”.
Vox es un partido “hostil a la energía verde, el multiculturalismo y el feminismo”, según lo definió el lunes el diario británico Financial Times.
Los políticos de Vox en los gobiernos locales han pedido, entre otras cosas, que se prohíban las banderas LGBTQ, que se limite el derecho de abortar, y que se deroguen varias normas ecológicas.
Estas y otras posturas de Vox “resultaron ser un gran motivador para muchos votantes de izquierda, incluidos aquellos desilusionados con el caótico gobierno de coalición de Sánchez”, dijo el diario británico.
Uno de los principales puntos de campaña de Vox, además de oponerse a los partidos independentistas de varias regiones, fue avivar los temores sobre una supuesta invasión de inmigrantes.
Al igual que los aspirantes presidenciales Donald Trump y Ron DeSantis en Estados Unidos, Vox magnificó incidentes aislados de violencia cometidos por inmigrantes.
“Solo Vox protege la economía, las fronteras, la familia”, ha dicho el líder de Vox, Santiago Abascal, durante la campaña.
David Jiménez Torres, un profesor de historia contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, me dijo que “el programa de Vox sobre inmigración es similar a la de la derecha trumpista en Estados Unidos: muestra a los inmigrantes como un problema de seguridad pública y de soberanía nacional”.
Como me señaló Jiménez Torres, la mayor diferencia entre Vox y la derecha republicana en Estados Unidos es que Vox también perdió muchos votos por sus críticas a las autonomías regionales, un factor que está ausente en la política estadounidense.
Muchos votantes en Cataluña y otras regiones terminaron apoyando a regañadientes al gobernante Partido Socialista, por temor a que una posible coalición conservadora que incluyera a Vox pudiera hacer retroceder el reloj en materia de las autonomías regionales, me dijo Jiménez Torres.
Sebastiaan Faber, profesor de historia española en Oberlin College, de Ohio, me dijo que las guerras culturales y de género por parte de Vox para movilizar a sus activistas terminaron siendo contraproducentes.
“Al perfilarse como el partido anti-diversidad, Vox se pasó de la raya”, me dijo Faber.
“Al demonizar a todos los que tienen ideas políticas diferentes como ‘antiespañoles’, de la misma manera que Trump y DeSantis satanizan a sus rivales políticos como ‘antiamericanos’, Vox subestimó cuánto valoran los españoles la diversidad”.
Lo que pasó en las elecciones de España podría pasar en Estados Unidos si Trump, DeSantis u otro candidato republicano siguen tratando de cortejar a la extrema derecha de su partido.
Aunque DeSantis está a la derecha de Trump en la mayoría de los temas (su último despropósito ha sido decir que las personas negras se beneficiaron de la esclavitud porque pudieron aprender habilidades como “ser un herrero”) Trump está convirtiendo las criticas contra los trans en una pieza clave de su campaña presidencial.
“Derrotaremos el culto a la ideología de género para reafirmar que Dios creó dos géneros: ¡masculino y femenino!”, dijo Trump en un discurso de campaña en marzo. Hace más de una década, cuando era un magnate inmobiliario de Nueva York, Trump defendía los derechos de las personas transgénero.
Es cierto que las guerras culturales pueden ayudar a Trump y a DeSantis a ganar votos en las primarias del partido republicano. Pero no estoy seguro de que la agenda antitransgénero, antiaborto, antiecológica y antiinmigrante los pueda ayudar a ganar unas elecciones generales.
Eso no le funcionó a Vox en España, y no creo que le funcionará a un Partido Republicano controlado por el trumpismo.
Listín Diario