Leve avance en la democracia interna partidaria, pero…

Periodista Luis García

Uno de los principales desafíos que tiene el Sistema de Partidos Políticos en la República Dominicana radica en garantizar la democracia interna, conquista alcanzada, teóricamente, con la promulgación de la Constitución del 2010.

A las cúpulas de los partidos mayoritarios les cuesta abrir espacios legales y democráticos a jóvenes y adultos que comprenden mejor que la mayoría de sus integrantes la política del siglo XXI y que, por lo tanto, se encuentran en capacidad de conducir a la población a la felicidad que, en los ideales kantiano y weberiano, constituye la finalidad del poder.

En el contexto anterior, la semana recién finalizada el Partido de Liberación Dominicana (PLD) celebró elecciones para la escogencia de los candidatos al Parlamento Centroamericano (Parlacén), dejando en a su Comité Político ese derecho. No había que ser un mago para adelantar que quienes encabezarían la lista con posibilidades de ingreso saldrían del organismo élite.

Tampoco había que ser experto para saber que se estaba violando el mandato constitucional de la garantía de igualdad de oportunidades que contempla la democracia interna, consagrado en el artículo 2016 de la Constitución de la República. Aunque esa selección de candidatos es perfectamente recurrible ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) y el Tribunal Constitucional (TC), el PLD todavía conserva niveles de disciplina para escudarse en que no se agoten esos recursos.

La mayoría de los hombres y mujeres que aspiraron y que quedó relegada en la votación, nada tiene que envidiar para representar dignamente a la República Dominicana en el referido organismo legislativo regional. Naturalmente, no existía la manera de obtener candidaturas ganables en un proceso competitivo desigual.

El proceso dejó, sin embargo, lecciones que alientan al avance en la democracia interna; la primera de ella radicó en un movimiento espontáneo y crítico entre muchos miembros del Comité Central que obligó a ampliar la convocatoria, permitiendo más participantes, al considerar que se habría hecho de manera clandestina y al margen de la ley.

Otra lección, de extraordinaria significación, se trató del hecho de que el segmento con mayor consciencia política dentro del Comité Político decidió romper el viejo esquema de votar en automático en favor de sus pares, quizá mirando el próximo Congreso Ordinario de la organización. Esto, a partir de la eventualidad de que una parte considerable del Comité Central que resulte en el 2025 motorice una especie de “rebelión en la granja”, y no precisamente la del novelista George Orwell.

Este pequeño avance en la democracia interna se hace extensiva a todos los partidos, que habrán de ceñirse al cumplimiento de la Constitución de la República.

No es legal ni ético que un reducido grupo pueda sufragar por sí mismo en detrimento de otros. No es legal ni ético que se coloque el interés grupal sobre el colectivo. No es legal ni ético que se acuerde ejercer el sufragio fomentando el grupismo. No es legal ni ético que se escojan candidatos a partir de referentes familiares.

La política ha cambiado; el individualismo y el grupismo van cediendo terreno. Antonio Gramsci se adelantó en el tiempo cuando vaticinó: “La libertad colectiva es el campo del juego, son las reglas básicas, es el arbitraje, la división de poderes, el equilibrio, el control, la elección, la sociedad civil y la estatal, la hegemonía cultural…”.

Aunque la elección de candidaturas al Parlacén mostró un leve avance en la democracia interna del peledeísmo, está pendiente en el Sistema de Partidos Políticos derrotar el grupismo y las mentalidades propias de la vieja política.

El Día

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