Los aranceles de Trump a China golpean con fuerza a importadores y productos baratos

WASHINGTON, 12 abril. — Rick Woldenberg pensó que había ideado un plan infalible para proteger a su empresa de juguetes educativos en el área de Chicago de los vastos nuevos impuestos de Donald Trump a las importaciones chinas.

“Cuando anunció aranceles del 20%, hice un plan para sobrevivir al 40%, y pensé que estaba siendo muy astuto”, dijo Woldenberg, director general de Learning Resources, una compañía familiar de tercera generación que lleva cuatro décadas fabricando en China. “Había calculado que, con un aumento de precio muy modesto, podríamos soportar aranceles del 40%, que era un aumento de costos impensable”.

Pero su peor escenario no fue lo suficientemente malo. Ni se acercó siquiera.

El presidente de Estados Unidos subió la apuesta con China, elevando el gravamen al 54% para compensar lo que calificó como prácticas comerciales desleales de Beijing. Luego, enojado cuando el gigante asiático tomó represalias con sus propios aranceles, aumentó las tarifas a un asombroso 145%.

Woldenberg calcula que eso elevará la factura arancelaria de Learning Resources de los 2,3 millones de dólares del año pasado a 100,2 millones en 2025. “Ojalá tuviera 100 millones”, señaló. “Honestamente, sin exagerar: parece el fin de los tiempos”.

Podría al menos ser el fin de una era de bienes de consumo baratos en Estados Unidos. Durante cuatro décadas, y especialmente desde que China ingresó en la Organización Mundial del Comercio en 2001, los estadounidenses han dependido de las fábricas chinas para todo, desde teléfonos inteligentes hasta adornos navideños.

A medida que las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo —y rivales geopolíticos— han aumentado en la última década, México y Canadá han reemplazado a China como la principal fuente de bienes y servicios importados de Estados Unidos. Pero China sigue en tercera posición —segunda por detrás de México solo en bienes— y continúa dominando en muchas categorías.

China produce el 97% de los carritos de bebé importados por Estados Unidos, el 96% de sus flores y paraguas artificiales, el 95% de sus fuegos artificiales, el 93% de sus libros infantiles para colorear y el 90% de sus cepillos para el pelo, según un informe del banco de inversión Macquarie.

A lo largo de los años, las firmas estadounidenses han establecido cadenas de suministro que dependen de miles de fábricas chinas. Los bajos aranceles lubricaron el sistema. Apenas en enero de 2018, los aranceles estadounidenses a China promediaban poco más del 3%, según Chad Bown del Instituto Peterson de Economía Internacional.

“Los consumidores estadounidenses crearon a China”, dijo Joe Jurken, fundador del Grupo ABC en Milwaukee, que ayuda a las compañías del país a gestionar cadenas de suministro en Asia. “Los compradores estadounidenses, los consumidores, se volvieron adictos a los precios bajos. Y las marcas y los minoristas se volvieron adictos a la facilidad de comprar en China”.

Crecimiento más lento y precios más altos

Al exigir ahora que los fabricantes vuelvan a producir en Estados Unidos, Trump está golpeando con el mazo arancelario a los importadores estadounidenses y a las fábricas chinas de las que dependen.

“Las consecuencias de unos aranceles a esta escala podrían ser apocalípticas a muchos niveles”, indicó David French, vicepresidente senior de asuntos gubernamentales en la Fundación Nacional de Minoristas.

El Laboratorio de Presupuesto de la Universidad de Yale estima que los aranceles anunciados por el presidente republicano para todo el mundo desde que asumió el cargo reducirían el crecimiento económico de Estados Unidos en 1,1 puntos porcentuales en 2025.

También es probable que los aranceles empujen los precios al alza. La encuesta de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, publicada el viernes, reveló que los estadounidenses esperan que la inflación a largo plazo alcance el 4,4%, frente al 4,1% del mes pasado.

“La inflación está subiendo en Estados Unidos”, dijo Stephen Roach, expresidente de Morgan Stanley Asia y ahora en el Centro de China de la Facultad de Derecho de Yale. “Los consumidores también se han dado cuenta de esto”.

“Ningún negocio puede funcionar con incertidumbre”

No es solo el tamaño de los aranceles de Trump lo que tiene a las empresas desconcertadas y en apuros, es la velocidad y la imprevisibilidad con la que el presidente los está implementando.

El miércoles, la Casa Blanca dijo que los aranceles sobre China alcanzarían el 125%. Un día después, corrigió el dato: No, serían del 145%, luego de incluir una tasa del 20% anunciada anteriormente para presionar a Beijing a hacer más para detener el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos.

China, por su parte, ha impuesto un arancel del 125% a Estados Unidos que entró en vigor el sábado.

“Hay mucha incertidumbre”, afirmó Isaac Larian, fundador de MGA Entertainment, que fabrica muñecas L.O.L. y Bratz, entre otros juguetes. “Y ningún negocio puede funcionar con incertidumbre”.

Su empresa obtiene el 65% de su producto en fábricas chinas, una proporción que está tratando de reducir al 40% para fin de año. MGA también fabrica en India, Vietnam y Camboya, pero Trump amenaza también con imponer fuertes aranceles también a esos países, después de demorar su aplicación 90 días.

Larian estima que el precio de las muñecas Bratz podría pasar de 15 dólares a 40 y el de las muñecas L.O.L. podría duplicarse a hasta los 20 en la próxima temporada navideña.

Ni su marca Little Tikes, que se fabrica en Ohio, es inmune. Little Tikes depende de tornillos y otras piezas procedentes de China. Larian calcula que el precio de sus coches de juguete podría subir a 90 dólares desde un precio de venta sugerido de 65.

Es probable que MGA reduzca sus pedidos para el cuarto trimestre ante la preocupación de que el incremento de los precios ahuyente a los consumidores, adelantó.

Cancelando planes de producción en China

Marc Rosenberg, fundador y director general de The Edge Desk en Deerfield, Illinois, invirtió millones de dólares de su propio dinero para desarrollar unas sillas ergonómicas de 1.000 dólares que comenzarían a producirse en China el próximo mes.

Ahora está demorando la producción mientras explora mercados fuera de Estados Unidos, como Alemania e Italia, donde sus sillas no enfrentarían los aranceles de tres dígitos de Trump. Dijo que quiere ver cómo evoluciona la situación.

Había buscado vías para fabricarlas en Estados Unidos y llegó a mantener conversaciones con posibles proveedores en Michigan, pero los costos habrían sido un 25% a 30% más altos.

“No tenían la mano de obra calificada para hacer estas cosas, y no tenían el deseo de hacerlo”, aseveró Rosenberg.

Hacer que las importaciones chinas quiebren

La compañía de Woldenberg en Vernon Hills, Illinois, está en la familia desde 1916. Fue fundada por su abuelo como empresa de suministros de laboratorio, y con los años evolucionó a Learning Resources.

Está especializada en juguetes educativos como Botley: El Robot de Codificación y el rompecabezas Kanoodle. Cuenta con unos 500 empleados —el 90% en Estados Unidos— y fabrica unos 2,400 productos en China.

Woldenberg está aturdido por el tamaño y la rapidez de los aranceles de Trump.

“Los productos que hago en China, alrededor del 60% de lo que hago, se han vuelto inviables económicamente de la noche a la mañana”, contó. “En un instante, con chasquido de dedos, se acabó”.

Según el empresario, el llamado del presidente para que las fábricas regresen a Estados Unidos es como “una broma”.

“He estado buscando fabricantes estadounidenses durante mucho tiempo… y no he encontrado ninguna empresa con la que asociarme”, dijo.

Los aranceles, a menos que se reduzcan o eliminen, acabarán con miles de pequeños proveedores chinos, predijo Woldenberg.

Esto supondría un desastre para empresas que, como la suya, han instalado costosas herramientas y moldes en fábricas chinas, agregó. No solo podrían perder su centro de producción, sino también posiblemente sus herramientas, que podrían quedar atrapadas en quiebras en China.

Learning Resources tiene alrededor de 10.000 moldes, que en conjunto pesan alrededor de 2,27 millones de kilos (5 millones de libras) en China.

“No es como si llevas una bolsa de lona, la cierras y te vas”, señaló. “No hay un centro de fabricación inactivo completamente equipado, lleno de ingenieros y personas cualificadas esperando que yo aparezca con 10.000 moldes para hacer 2.000 productos”. AP

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